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jueves, diciembre 19, 2024


 

Queridos amigos: La Iglesia se prepara para celebrar el Jubileo Ordinario del año 2025, que estará dedicado a la esperanza. En la bula de convocación del jubileo, invoqué la esperanza para todos y pedí a todos que fueran "signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de dificultad" (n. 10). De hecho, la esperanza nace del amor y de sentirse amado. Es el amor de Dios el que genera esperanza y el amor de Dios pasa a través de nuestro amor, como decía el Beato Don Pino Puglisi: "Dios ama siempre a través de alguien".

La Iglesia de Roma, a través de las parroquias, de las comunidades religiosas, de las asociaciones, de los movimientos eclesiales y de las familias, hace mucho para transmitir el amor de Dios, a través de gestos concretos de caridad (a menudo en silencio), y para generar esperanza en la vida de las personas: a cada uno renuevo mi profundo agradecimiento.

Así, el bien común, en la base del pensamiento social de la Iglesia, resume en sí mismo todas las condiciones que garantizan la dignidad humana que, como he puesto de manifiesto en varias ocasiones, se concreta en tres derechos inviolables: la tierra, la vivienda y el trabajo.

 En vista del jubileo, he pedido a mi diócesis que dé un signo tangible de atención a los problemas de la vivienda, para que, junto a la acogida de todos los peregrinos que vendrán, se activen formas de protección para aquellos que no tienen casa o corren el riesgo de perderla. En esta perspectiva, quisiera que todas las realidades diocesanas propietarias de bienes inmuebles ofrecieran su contribución para frenar la emergencia habitacional con signos de caridad y solidaridad para generar esperanza en las miles de personas de la ciudad de Roma que se encuentran en condiciones de inseguridad habitacional.

Las instituciones y las administraciones de diversos niveles, junto con las asociaciones y los movimientos populares, se están organizando para reforzar la respuesta de acogida y solidaridad hacia estos hermanos y hermanas, trabajando en colaboración entre las instituciones y la sociedad civil, y la Iglesia está llamada a contribuir.

Por eso, pido a todas las realidades eclesiales que hagan un valiente gesto de amor al prójimo ofreciendo los espacios que tienen disponibles, especialmente aquellos que tienen facilidades de alojamiento o apartamentos libres. Las personas a acoger serán seguidas por instituciones y servicios sociales, mientras que las asociaciones y movimientos populares proporcionarán servicios personales, actividades de cuidado y bienes relacionales que contribuyan de manera fundamental a dignificar la acogida y construir la fraternidad.

Aquellos de vosotros que estéis disponibles para responder a este llamamiento podéis dirigiros al Vicario General de la Diócesis de Roma, el Cardenal Baldassare Reina. Os doy las gracias por vuestra generosidad y por todo lo que ya hacéis para transmitir el amor de Dios y generar esperanza en la vida de todos y, en particular, de los que más lo necesitan. Os bendigo de corazón, pidiéndoles que recen por mí.

 Fraternalmente                                 FRANCESCO

lunes, diciembre 09, 2024

Un Sueño


Don Bosco, así conocido por sus amigos y la Familia salesiana, fue un sacerdote que desde niño vivió una vida magnífica, una aventura de alegría y servicio, donde el sacrificio y las dificultades nunca fueron pruebas insuperables, sino ocasiones para confiar en Dios y ser más fuerte para seguir la vocación.

Muerte del papa: Juanito dos años y medio. Desde muy pequeño las dificultades propias de una familia pobre y sin papá estuvieron presentes, pero no fueron excusa para abrirse s los planes de Dios.

Pobreza: La pobreza no era miseria ni tristeza, sino sencillez y alegría de compartir y disfrutar lo poco que se tenía.

Convivencia con los hermanos: hermano mayor por parte de papá no era de fácil  carácter, en cambio Jose era un hermano cariñoso y amigable. Pero en las dificultades con Antoni, su hermano mayor el forjo su carácter  que más tarde les serviría para no acobardarse frente a los que dificultaban su camino hacia Dios y los jóvenes.

Dificultades para estudiar: En el campo no había facilidades para el estudio, pero el supo aprovechar todas las oportunidades para aprender.

Trabajar desde pequeño: El trabajo fue una necesidad pero también una escuela de unión y solidaridad. Una característica que vivió Don Bosco y que siempre quiso en sus hijos y amigos fue el trabajo.

Irse  de casa, vivir fuera de su casa: Juanito tuvo momentos muy duros , tenerse que irse de la casa, dejar a su mamá y a sus hermanos e ir a trabajar a casa extraña- Pero en vez de desalentarse hizo amigos y ayudabas  los otros niños.

Empieza ya mayor sus estudios. Ya Juan tenía 14 años y es cuando comenzó{o los estudios en la escuela. No le fue fácil; se burlaban de él, pero el no se molestó{o, hizo amigos, fundo un grupo y ayudaba a todos.

Es pobre para ir al seminario. No tuvo miedo de pedir a sus conocidos que le ayudaran para ir al seminario.

Tiene que trabajar en diferentes oficios desde niño, Juanito tuvo más de 8 oficios, panadero, cuidador de caballos, herrero, carpintero, sastre, barman, daba clases,

De joven tuvo  que enfrentar a los malos amigos, Había compañeros que maltrataban a otros, lo que llamamos bulling, Juan se puso de parte de los maltratados, inventaba juegos para que los compañeros no se alejaran de la Iglesia. Ayudó a un joven a hacerse cristiano.

Controlar su fuerza. Tenía un carácter fuerte y era muy fuerte, tuvo que dominarse para no hacer daño a nadie, y no abusar de su fuerza

Cuidar sus aficiones. El hizo todo lo posible parta vencer la vanidad, no ser egoísta y tuvo que decir no, a muchas cosas porque quería ser sacerdote.

Una madre excepcional: Amor exigente. Trabajadora excepcional. Profundo sentido de Dios. Presencia de Dios. Llena de misericordia y compasión

Desde niño una vocación. 

A los nueve años tuvo un sueño.

  • Era:
  • Alegre y activo
  • Estudioso y trabajador
  • De muchas oración, caridad con los necesitados
  • Le gustaba ir a la iglesia. Atento en las celebraciones
  • Siempre confianza con su mamá
  • Obediente y respetuoso
  • Reconocía sus errores
  • Valiente y sin miedo al riesgo y la aventura
  • Le gusta trabajar y  hacer las cosas con otros; rezar, jugar, catecismo.
  • Le gusta  dar y pedir razones para hacer o no hacer las cosas, crítico y opiniones propias.
  • Disfruta de la convivencia, La amistad, estar con los demás
  • Deportista y músico.
  • Catequista y animador
  • Era muy cocedor de trucos y juegos para entretener a los niños.
  • Sabía cantar y música
  • Fue capaz de dejar sus preferencias  e ir al seminario a estudiar, aunque los domingos se la pasaba con los jóvenes.
  • En todo momento era sincero y pedía consejos su sus superiores


viernes, noviembre 22, 2024

ENTENDER LA SINODALIDAD

 


ENTENDER LA SINODALIDAD

1.      La sinodalidad es una «dimensión constitutiva» de la Iglesia, (n.° 28). Significa que la sinodalidad es un camino que permite a la Iglesia ser más «participativa y misionera». Siempre orientada hacia la misión, la sinodalidad puede verse como «reunión en todos los niveles de la Iglesia para la escucha mutua, el diálogo y el discernimiento comunitario» (No. 28). El tema general del documento es la Resurrección, Todo lo que hace la Iglesia, lo hace para, por y con el Resucitado.

 

2.      La toma de decisiones debe ser participativa. «Es esencial que promovamos la participación más amplia posible en el proceso de discernimiento, involucrando particularmente a quienes están al margen de la comunidad cristiana y de la sociedad» (No. 82). Sería imposible leer este documento y no entender que en la Iglesia todas las personas deben tener voz en los procesos de toma de decisiones, sin dejar de reconocer el papel de la jerarquía. Se trata de reconocer, una vez más, que el Espíritu Santo está activo y vivo en todo el Pueblo de Dios, no sólo en los cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes. El documento también hace una llamada al Pueblo de Dios a tener «una mayor voz en la elección de obispos» (No. 70). Y hace una llamada a la transparencia, rendición de cuentas y evaluación en todos los niveles de la Iglesia, como una forma de invitar a los fieles a ver, juzgar y comprender cómo están obrando sus pastores (No. 95).

 

3.      Los obispos y pastores están «obligados a escuchar». La llamada a escuchar y participar es central en el documento. Y son los obispos y pastores quienes están llamados, una y otra vez, a escuchar las voces de los fieles en sus diócesis y parroquias. «Quienes tienen autoridad pastoral están obligados a escuchar a quienes participan en la consulta y no pueden actuar como si la consulta no hubiera tenido lugar». (No. 91). También a nivel parroquial, se anima a la Iglesia a escuchar a todos, especialmente a aquellos que se sienten marginados. El Sínodo recomienda que las parroquias consideren instituir un «ministerio de escucha y acompañamiento». Y recomienda a las iglesias locales que experimenten con este nuevo ministerio (n.° 78).

 

4.      Los consejos pastorales, los sínodos diocesanos y otras asambleas participativas deberían ser obligatorios. A lo largo de las dos sesiones del Sínodo, los delegados se esforzaron por encontrar la mejor manera de garantizar que los fieles puedan ser escuchados y participar en la vida de la Iglesia, que se centra, para la mayoría de las personas, en la vida parroquial. Y señala una variedad de posibles órganos consultivos: los sínodos diocesanos, consejos presbiterales, consejos pastorales diocesanos y parroquiales y consejos diocesanos para asuntos económicos o de finanzas, fundamentales en participación, rendición de cuentas y transparencia, tal como recoge el No. 104.

 

5.      El documento incluye también algunas cuestiones «controvertidas», cuestiones controvertidas, como la ordenación sacerdotal de hombres casados, la ordenación de mujeres al diaconado y las cuestiones LGTBQ. El lugar de las mujeres en la Iglesia es un tema central del documento, ya que fue un tema casi constante en las discusiones durante los últimos dos años. El No. 60 comienza con una declaración sobre la «igual dignidad» de las mujeres. Se menciona su participación en todos los niveles de la Iglesia, incluso «en puestos de responsabilidad en las curias diocesanas y en la Curia Romana». También hay una llamada a «una presencia significativa de mujeres» en la educación y formación de sacerdotes y diáconos (No. 148)

Conclusiones del SINODO

 


CONCLUSIONES DEL SINODO SOBRE LA SINODALID

 

·         La sinodalidad como esencia propia de la Iglesia, cuyo significado hay que seguir profundizando.

·         El reconocimiento de algunos errores históricos que han entorpecido la sinodalidad, como el clericalismo, el machismo y el uso inadecuado de la autoridad.

·         La actitud de escucha a toda la Iglesia. Muchos que hasta ahora han podido sentirse excluidos o incluso heridos por la Iglesia son reconocidos, no como objeto de discusión, sino como sujetos que quieren aportar su mirada.

·         Propuestas audaces sobre revisión del Derecho Canónico para asimilar la incorporación de laicos, también mujeres, a diversos ministerios, incluso el diaconado.

 

·         Al final del documento se anima a que el proceso sinodal siga en las iglesias locales.

 

Me pregunto si nuestros obispos tomarán valientemente el reto de organizar en sus respectivas diócesis procesos sinodales para seguir caminando en comunión, participación y corresponsabilidad.

 

ü  Corazón de la sinodalidad (llamados por el Espíritu Santo a la conversión);

ü  Juntos sobre la barca (la conversión de las relaciones);

ü  Echad las redes (la conversión de los procesos);

ü  Una pesca abundante (la conversión de los lazos) y

ü  “También os envío a vosotros” (formar un pueblo de discípulos misioneros). 

 

En cuanto a los cambios estructurales clave que se proponen, destacan los consejos pastorales a nivel parroquial y diocesano. El documento insta a celebrar “con cierta regularidad asambleas eclesiales a todos los niveles”, buscando además “no limitar la consulta dentro de la Iglesia Católica, sino estar abiertos a escuchar la aportación de otras Iglesias”.

Los miembros del Sínodo demandan también nuevos procesos de evaluación para el liderazgo de la Iglesia. El documento hace referencia a una “autoridad sinodal”, proponiendo un equilibrio con la autoridad episcopal, a la que se refieren como “irrenunciable” pero “no incondicionada”.


De este modo, propone una revisión de las normas canónicas “en clave sinodal, que aclare tanto la distinción como la articulación entre consultivo y deliberativo, e ilumine las responsabilidades de quienes participan en los procesos de toma de decisiones en sus diversas funciones”, puede leerse en el párrafo 92.

Indica también la necesidad de establecer requisitos de rendición de cuentas financieras, medidas de prevención y respuestas al abuso, así como mecanismos de informes regulares y mayores requisitos de transparencia. 

El documento reitera la unidad en la diversidad propuesta desde el inicio del Sínodo, sugiere una continua relación entre las Iglesias orientales y Latina e iniciativas ecuménicas y provisiones para la adaptación cultural de cada contexto. 

También considera una revisión integral de la formación en seminarios, así como una integración de los principios pastorales. 

El papel de las mujeres en la Iglesia

Respecto al papel de las mujeres en la Iglesia, el documento plantea un estudio continuo del ministerio diaconal así como un aumento de los roles de liderazgo, la participación en la formación del clero y mayor voz en los procesos de toma de decisiones.

En concreto, el párrafo 60 indica que “no hay razones para impedir que las mujeres asuman funciones de liderazgo en la Iglesia: no se puede detener lo que viene del Espíritu Santo”. Afirman en este sentido que “la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal también sigue abierta” y que “es necesario seguir discerniendo a este respecto”.

Mayor responsabilidad de los laicos

Los laicos adquieren un papel esencial en el documento final. Los miembros han votado por una mayor presencia en las asambleas sinodales, “en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las fases de la toma de decisiones”.

También instan a llevar a cabo nuevos procesos de evaluación y selección de los obispos, una participación más amplia de los laicos en los puestos de responsabilidad en las diócesis, así como el aumento de su presencia en los procesos canónicos.

 

 En cuanto a los temas más controversiales, se remarca la búsqueda de un equilibrio entre la tradición y las necesidades pastorales, así como el papel de la consulta de los expertos. 

Aunque la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad ha llegado este sábado a su fin y el Papa Francisco da “por completado el camino sinodal”, aún queda por delante una etapa crucial centrada en la implementación de las medidas acordadas para hacer de la sinodalidad “una dimensión constitutiva de la Iglesia”. 

Entre los puntos más importantes están: el otorgamiento de más responsabilidad a las mujeres en dentro de las instituciones y la inclusión de los homosexuales, además de la exigencia de una reacción inmediata y un cambio de perspectiva ante los casos de abusos sexuales para condenar a los instigadores y evitar que esto se repita en el futuro.  «La Iglesia es santa pero sus hijos somos pecadores” explicaba el papa Francisco.

 “Muchos jóvenes dejan la Iglesia porque no han encontrado santidad sino mediocridad, persecución, división y corrupción” argumentaba el manifiesto del Sínodo. Un documento que reconoce un mundo indignado con los abusos de algunas personas de la Iglesia. Por eso: “la Iglesia tiene que adoptar un decidido, inmediato y radical cambio de perspectiva”.

Se desglosan cuatro tipos de abusos: los de poder, los económicos, los de conciencia y los sexuales. “Hace falta erradicar las formas de ejercicio de la autoridad y hacer frente a la falta de responsabilidad y transparencia” manifiestan los obispos. “Las raíces del desastre” – mencionan – “son el clericalismo y ver el ministerio recibido como un poder en lugar de como un servicio gratuito y generoso”.

El apartado finaliza con la gratitud hacia todas las personas que han tenido el coraje de  “denunciar el mal sufrido”. Un hecho que ayuda a la Iglesia a «tomar conciencia de lo que ha sucedido para reaccionar con decisión” concluye el punto sobre el abuso.

Las mujeres con responsabilidad

“Emerge entre los jóvenes un mayor reconocimiento y valoración de la mujer, tanto en la sociedad como en la Iglesia”. Se lamenta, dentro de este documento, “la dificultad dar espacio en los procesos de decisión y responsabilidad a las mujeres”. También se propone presencia femenina en los órganos eclesiales y a todos los niveles de la sociedad, también en los procesos de decisiones eclesiales.

 

Inclusión de los homosexuales

El documento final del Sínodo de los obispos recomienda favorecer la acogida de los homosexuales en la Iglesia y no discriminarlos por su orientación sexual. “Hay que ayudar a todos los jóvenes sin excluir a ninguno; integrar más la dimensión sexual de la misma personalidad caminando hacia el don en si mismo”.

Conclusiones del Papa

El Papa ha expuesto sus conclusiones en una carta que ha enviado en muchos idiomas. Una carta donde ha querido intensificar tres pasos fundamentales para llegar al camino de la fe. En primer lugar hay que escuchar. “Hay que escuchar antes de hablar” argumentaba el santo padre.

Me gustaría decirle a los jóvenes en nombre de nosotros, los adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos

En segundo lugar, hacerse prójimo. “Hay que hacer, no sólo hablar” explica el pontífice. “Así lo hace Dios, implicándose en primera persona”.

Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los cuales “no son de nuestros”

 

Escuchar, ser prójimo y testimoniar

En tercer lugar, hay que testimoniar según el papa Francisco. “Cuántas veces, en vez de hacer nuestras las palabras del Señor hemos hecho pasar nuestras ideas por palabra suya” pregunta el pontífice. En conclusión, “El más eficaz para llegar a los jóvenes, a los no creyentes, a nuestro entorno, es nuestro testigo de vida, no nuestros sermones” explicaba el Santo Padre.

Que el Señor bendiga nuestros pasos, para poder escuchar a los jóvenes, hacernos prójimos a ellos y testimoniarles la alegría de nuestra vida: Jesús

La carta de los obispos

“La Iglesia y el mundo tienen la necesidad urgente de vuestro entusiasmo. Haceos compañeros de camino de los más débiles. Sois el presente, seáis el futuro más luminoso”. Así han concluido los 267 obispos la carta final del Sínodo de los jóvenes.

 

miércoles, octubre 09, 2024

Dignidad Humana

 


1. (Dignitas infinita) Una dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en su propio ser, le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre. Este principio, plenamente reconocible incluso por la sola razón, fundamenta la primacía de la persona humana y la protección de sus derechos. La Iglesia, a la luz de la Revelación, reafirma y confirma absolutamente esta dignidad ontológica de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en Cristo Jesús. De esta verdad extrae las razones de su compromiso con los que son más débiles y menos capacitados, insistiendo siempre «sobre el primado de la persona humana y la defensa de su dignidad más allá de toda circunstancia».[2]

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