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lunes, mayo 11, 2015

Frescura

Sólo el que ama encuentra la Sabiduría

Sólo los que aman encuentran la Sabiduría

Estamos siempre de salida, en busca de mil cosas; nos preocupamos por satisfacer todas nuestras más mínimas necesidades, nos proponemos infinidad de actividades y nos metemos en mil diligencias. Pareciera que nuestra vida no tendría sentido, sin entregarnos permanentemente a una actividad incansable.

La agitación, el apresuramiento, la perturbación es el precio a pagar, es la otra cara de nuestras prisas y activismos. Tasa impuesta por el impulso, siempre insatisfecho, de estar ocupados, como huyendo de nosotros mismos, en camino hacia no sabemos muy bien donde. Todo ello nos produce un estado de animo y de cuerpo que llamamos estrés y que, al menos físicamente, es un alerta de que no logramos integrar lo que somos, hacia donde vamos y lo que hacemos.

No podemos renunciar a nuestra condición de seres inquietos en búsqueda, aun que podemos equivocarnos o perder el sentido de nuestra vocación.

Apasionarse por la Sabiduría es la mejor de las ambiciones, nos dice hoy la Escritura. Si bien son muchas las cosas que nos inquietan y exigen nuestro compromiso, debemos ordenar nuestras prioridades, para que nos entreguemos de lleno a nuestro misión sin confusión ni desenfreno.

No es un quehacer de poca monta descubrir cual es esa sabiduría, que por otra parte, como dice la misma Escritura “se muestra con gusto a los que la aman, se deja encontrar por los que la aman.” (Sap 6,12-16)

La sabiduría no es producto de nuestras deseos, es don que se recibe. No agita las pasiones sino que serena y construye la paz. Está en lo profundo de nuestra alma, y sin ella somos mediocridad y vació, pasión prometéica que no llega a ninguna parte. La sabiduría es vida plena, alegría que se celebra y se derrama en bendición. ( Sal 63,2 -8 )

La verdadera sabiduría nos libra del miedo a la muerte. La sabiduría es la salvación de Dios que se manifestó en Jesucristo para nuestra glorificación. (1Tes 4,13-18) 

La verdadera Sabiduría nos permite movernos y entregarnos con radicalidad sin el fantasma del tiempo perdido, sin el pánico de descentrarnos de nosotros mismos, porque nuestro centro, nuestra vida está dado en el Otro, con mayúscula, y así la Sabiduría nos invita a no medirnos en la entrega a los demás.

Es nuestra responsabilidad que acojamos este don que se nos da, pero debemos apasionarnos por ella y buscarla, aun que ella sale a nuestro encuentro. En verdad hay muchas cosas en las que afanarse, pero una, en especial, es muy importante, quien la posee, tiene a todas las demás. Que aventura mas atrayente fortalecer nuestras convicciones más profundas y antiguas, con creatividad, humildad y empeño.

Esforcémonos por poseer esta sabiduría que de sentido a nuestra existencia, vigor a nuestro servicio y alegría y gozo en nuestro amor. No sea que al final por nuestra desidia no podamos entrar en la fiesta de la vida. (Mt 25,1-13)

1Tes 4,13-18 : Mt 25,1-13
                                                                                                               Luis Prieto

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