ENTENDER
LA SINODALIDAD
1.
La sinodalidad es
una «dimensión constitutiva» de la Iglesia, (n.° 28). Significa que la
sinodalidad es un camino que permite a la Iglesia ser más «participativa y
misionera». Siempre orientada hacia la misión, la sinodalidad puede verse como
«reunión en todos los niveles de la Iglesia para la escucha mutua, el diálogo y
el discernimiento comunitario» (No. 28). El tema general del documento es la
Resurrección, Todo lo que hace la Iglesia, lo hace para, por y con el
Resucitado.
2.
La toma de
decisiones debe ser participativa. «Es esencial que promovamos la participación
más amplia posible en el proceso de discernimiento, involucrando
particularmente a quienes están al margen de la comunidad cristiana y de la
sociedad» (No. 82). Sería imposible leer este documento y no entender que en la
Iglesia todas las personas deben tener voz en los procesos de toma de
decisiones, sin dejar de reconocer el papel de la jerarquía. Se trata de
reconocer, una vez más, que el Espíritu Santo está activo y vivo en todo el
Pueblo de Dios, no sólo en los cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes. El
documento también hace una llamada al Pueblo de Dios a tener «una mayor voz en la
elección de obispos» (No. 70). Y hace una llamada a la transparencia, rendición
de cuentas y evaluación en todos los niveles de la Iglesia, como una forma de
invitar a los fieles a ver, juzgar y comprender cómo están obrando sus pastores
(No. 95).
3.
Los obispos y
pastores están «obligados a escuchar». La llamada a escuchar y participar es
central en el documento. Y son los obispos y pastores quienes están llamados,
una y otra vez, a escuchar las voces de los fieles en sus diócesis y
parroquias. «Quienes tienen autoridad pastoral están obligados a escuchar a
quienes participan en la consulta y no pueden actuar como si la consulta no
hubiera tenido lugar». (No. 91). También a nivel parroquial, se anima a la
Iglesia a escuchar a todos, especialmente a aquellos que se sienten marginados.
El Sínodo recomienda que las parroquias consideren instituir un «ministerio de
escucha y acompañamiento». Y recomienda a las iglesias locales que experimenten
con este nuevo ministerio (n.° 78).
4.
Los consejos
pastorales, los sínodos diocesanos y otras asambleas participativas deberían
ser obligatorios. A lo largo de las dos sesiones del Sínodo, los delegados se
esforzaron por encontrar la mejor manera de garantizar que los fieles puedan
ser escuchados y participar en la vida de la Iglesia, que se centra, para la
mayoría de las personas, en la vida parroquial. Y señala una variedad de
posibles órganos consultivos: los sínodos diocesanos, consejos presbiterales,
consejos pastorales diocesanos y parroquiales y consejos diocesanos para
asuntos económicos o de finanzas, fundamentales en participación, rendición de
cuentas y transparencia, tal como recoge el No. 104.
5.
El documento incluye
también algunas cuestiones «controvertidas», cuestiones controvertidas, como la
ordenación sacerdotal de hombres casados, la ordenación de mujeres al diaconado
y las cuestiones LGTBQ. El lugar de las mujeres en la Iglesia es un tema central
del documento, ya que fue un tema casi constante en las discusiones durante los
últimos dos años. El No. 60 comienza con una declaración sobre la «igual
dignidad» de las mujeres. Se menciona su participación en todos los niveles de
la Iglesia, incluso «en puestos de responsabilidad en las curias diocesanas y
en la Curia Romana». También hay una llamada a «una presencia significativa de
mujeres» en la educación y formación de sacerdotes y diáconos (No. 148)
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