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viernes, abril 12, 2024

Formación catequística

 


CURSO 2024-24    CATEQUESIS PARA LA VIDA CRISTIANA

Iº Encuentro  08/02/2024   

Unas catequesis insuficientes 

    En una época pasada, que llamamos tiempos de cristiandad, se suponía que por medio de la participación en el ambiente, se hacían cristianos por “osmosis", a penas sin tomar conciencia de la novedad que trae Jesucristo y sin sentirse incitado a hacer una opción personal.

    La Iglesia daba por su puesto que los bautizados ya estaban iniciados; consideraban la catequesis como una mera preparación para la recepción de los sacramentos y la centraba en dar contenidos para ilustrar esa identidad que se suponía que las personas traían consigo.

    La catequesis fundamentalmente era enseñar las verdades de la fe, dar a conocer los mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, memorizar las oraciones del cristiano y preparar para recibir los sacramentos, ni más ni menos de lo que sea hecho toda la vida.

2. Hoy se vine trabajando en ampliar y renovar la acción catequística. Se habla de “La catequesis de la experiencia”, por supuesto ¨la experiencia humana es constitutiva de la catequesis¨ (DC 197), pero tiene un límite, el subjetivismo, en el que el grupo de catequesis y sus miembros pueden convertirse  en la medida del Evangelio. Algunos hablan de catequesis antropológica, pero hay que aclarar que el don de la vida inmortal es don de Dios para los que creen. 

    Se busca una catequesis que se  atractiva para los adolescentes, para  ello pues las dinámicas y metodologías adquieren un protagonismo especial, y corren el peligro de convertir las propias experiencias en auto referencia, lejos de abrirse a la novedad de Jesucristo que media la Iglesia, cerrando se a una actitud discipular. 

Pero hoy nuestra catequesis sigue siendo una preparación doctrinal para la recepción de los sacramentos, ni más ni menos de lo que sea hecho toda la vida. No obstante,  la renovación catequística no ha sido en vano y hoy cada vez esta más presente en el catequeista que la referencia fundamental a la Palabra es totalmente necesaria. Tener contacto directo con el evangelio, lo que llamamos momento de iluminación, y con la fe de la comunidad es fundamental. Todo ello hace que se priorice  el Kerigma en el proceso catequístico.

Pero es fácil de percibir que algo falta, pues pareciera que no se lograr favorecer el encuentro personal con Jesucristo, el Maestro y el Señor, frenando el proceso discipular. 

3.     En este momento la Iglesia ya tiene una clara visión de lo que es necesario para que la catequesis cumpla su misión engendradora de vida en Cristo.

    Una catequesis inspirada en el catecumenado bautismal. Práctica que en el pasado pagano alumbraba la fe e iniciaba a la vida cristiana a aquellos que optaban por seguir a Cristo. También la catequesis inspirada en el catecumenado debe ser utilizada  en la formación para la vida cristiana de los ya bautizados pero no evagelizados. La Iglesia es madre y maestra. Ella engendra a sus hijos a los misterios de la fe y por medio de la catequesis y los sacramentos los engendran como hijos de Dios e hijos suyos y así crece la vida de Jesucristo para la salvación.

Hablatr de Catiquesis de iniciación a la vida cristiava es una manera de priorizar la formación para la voida cristiana.

4. La catequesis la debemos ver en el contexto del proceso de evangelización e iniciación a la vida cristiana en la misión de la Iglesia, tenemos que señalar que la catequesis no es tanto un proceso de conocimiento, como una relación personal que nos conduce al encuentro con Cristo, que nos hace discípulos suyos y por la gracia del Espíritu nos identifica con él, Maestro y Señor, nos hace participes de su relación filial con el Padre. Siguiendo el estilo de Jesús en su ministerio palabra y obra -signos- están estrechamente unidos, en la catequesis pedagogía de la fe y contenido del mensaje cristiano están íntimamente articulados.



2º Encuentro    03/2024  

Catequesis de iniciación en, el corazón de la misión evangelizadora

El proceso evangelizador está estructurado de la siguiente manera:                            

(1)    La acción misionera para los no creyentes y para los que viven la indiferencia religiosa;

(2)    la acción catequética-de iniciación para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o restructurar su iniciación;

(3)    y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. (DGC 49)

La misión de la Iglesia

 Situar la tarea catequística en el conjunto de la misión de la Iglesia. Encajar la catequesis entre las actividades de nuestra comunidad, y conocer nuestra misión propia dentro de la misión evangelizadora de la Iglesia.

La Iglesia existe para evangelizar

´  Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar (EN 14).

´  Evangelizar es llevar el Evangelio a todos los hombres para, con la fuerza del Espíritu que actúa en él, renovar a las personas y a sus ambientes según el plan que Dios tiene sobre la humanidad y el conjunto de la creación

¿Qué es evangelizar?

´   El Evangelio es el propio Jesucristo. Por tanto, evangelizar es dar testimonio con obras y palabras de Jesús, manifestar su gracia en los sacramentos y la vida fraterna, de tal modo que quien se encuentre con Él acoja la misericordia divina, se reconozca hijo de Dios y se convierta en fermento de fraternidad.
La Iglesia ha de ser presencia viva de Cristo Resucitado, que por la acción del Espiritusanto engendra hijos para Dios.

´  La gradualidad de la evangelización 

´  Si es verdad que Jesús dotó a su Iglesia de los medios para cumplir su misión: con el don del Espíritu le concedió el anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos, la vida de caridad que se expresa por el servicio y la fraternidad.

Pero ella sabe adaptarse a la situación de fe las personas, los grupos y los pueblos a los que se acerca. A todos revela el Amor de Dios, a unos con su servicio y atendiendo sus necesidades; a otros les revela la presencia de Cristo por el anuncio del Evangelio; a los que desean ser sus discípulos les inicia en la vida de fe por la catequesis y los sacramentos; y a los que ya están iniciados, les sostiene en la vida fraterna y en la misión de proclamar la Palabra, en la participación de las celebraciones litúrgico-sacramentales.

´  Etapas del proceso evangelizador

´  La etapa misionera dirige su acción a los no creyentes para suscitar en ellos su conversión o fe inicial, atraídos por el amor de Dios al encuentro con Jesús, para ser sus discípulos y participes del pueblo de los hijos de Dios.

´  La etapa catequética  iniciación mediante el itinerario y acompañamiento llevar al discípulo a confesar la fe en Dios Trinidad, participe en loso sacramentos de iniciación o, cuando los haya recibido, acoja la gracia que en ellos se le otorgó. La mistagogia es momento importante del proceso catequético, pues está referido a que el neófito vaya asimilando la vivencia del Misterio de Cristo a través de la oración y los sacramentos.

´  La etapa pastoral que se desarrolla en la comunidad cristiana con los ya iniciados en la fe tiene como objetivo asegurar la vida fraterna y misionera de la propia comunidad, asumiendo su vocación y misión particular en la Iglesia y en el mundo.

´  La catequesis no se confunde con la misión evangelizadora de la Iglesia, pero sí es una acción fundamental de la misma. Sin una buena actividad catequística, la misión eclesial no engendraría en la fe a los discípulos de Jesús y, por tanto, no habría verdaderos testigos del Evangelio en medio del mundo.

´  Claves  pedagógicas:

´  Los catequistas debemos tener flexibilidad para echar una mano a todo el que llega a la catequesis, aceptar su condición actual y con la gracia de Cristo y el apoyo de toda comunidad ayudar a todos a ser verdaderos discípulos de Jesús.

´  La preocupación principal de los catequistas, al inicio de los encuentros, es hacer que los que ya han recibido la fe inicial y entran a la catequesis, alcancen una disposición de querer alcanzar el encuentro personal con Jesucristo y participar de su relación filial con el Padre la comunidad.

´  Nos preguntamos:

´  ¿Qué tanto, como catequista, me siento participe de la misión evangelizadora de mi comunidad y de qué modo nuestras actividades catequísticas están articuladas con el resto delas actividades de la comunidad?

´  No vienen preparados de la etapa anterior, podemos decir, pero ¿nos preocupa que podemos hacer para después de la etapa en que estamos los destinatarios sigan creciendo?  

 

III Encuentro con catequistas  11/04/2024               

1.  Catequesis de Iniciación

“Jesús dijo: Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”. (Mt 28, 18-20)

Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristianos se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: a)El anuncio de la Palabra, b) la acogida del evangelio que lo lleva a la conversión,                        c) la profesión de fe,  d)el Bautismo,  e) la efusión del Espíritu Santo, f) el acceso a la comunión eucarística” (Catecismo de la I.C., 1229)

Ø  La misión de engendrar los hijos de Dios

Jesús resucitado a sus discípulos los envió para que continuaran la misma misión que el Padre le había encomendado en su Pascua (cf. Jn. 20,21-23): reconciliar a los hombres con Dios, hacerles partícipes de la relación filial que él tiene con el Padre y construir una familia de hermanos sonde rija la ley del amor.

Jesús le dio dos indicaciones bien claras: enseñar y bautizar. Nueva vida de fe por la acogida de la palabra y participación en su Pascua a través de la celebración de los sacramentos de iniciación.

Ø  La iniciación cristiana, núcleo central de la misión evangelizadora

La Iglesia siempre ha considerado que el núcleo esencial de su misión es proclamar la Buena Noticia: Jesucristo, con él y en él. Los hombres llegamos a ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros y esto la Iglesia lo realiza a través de la “iniciación cristiana”.

La iglesia a través de la historia ha iniciado  a sus hijos de múltiples modos, pero siempre presentes estos elementos: el servicio a la Palabra divina, con la consiguiente respuesta de fe y la celebración de los sacramentos de iniciación.

Nos preguntamos

a.      El que utilicemos la expresión “iniciación cristina” ¿qué aporta esto a nuestra a nuestra catequesis, cambia en algo nuestro modo de concebir la catequesis?

b.     ¿Nuestras celebraciones litúrgicas- sacramentales están integradas en la catequesis, qué pasos deberíamos dar para favorecer esa integración?

2. La articulación de la iniciación cristina

En la iniciación, catequesis, liturgia y experiencia cristiana caminan juntas hacia un mismo objetivo. Podemos añadir que las dos primeras están al servicio de la dimensión espiritual, de la vida cristiana, donde se fundamenta el proceso de conversión, el encuentro y la adhesión a Jesucristo. (Cf. Custodiar, alentar y promover la memoria de Jesucristo, 8)

Ø  La iniciación cristiana, don de Dios

A veces estamos tan atareados en preparar la catequesis que olvidamos que quien hace fructificar nuestra labor no somos nosotros, sino es el propio Dios. Llegar a ser cristiano solo es posible por la acción del Espíritu. La iglesia y, los que nos dedicamos a labor catequística somos colaboradores.

“La originalidad esencial de la iniciación cristiana consiste en que Dios tiene la iniciativa y la primacía en la transformación interior de la persona y su integración en la Iglesia, haciéndolo participe de la muerte y resurrección de Cristo” (Cf. Custodiar, alentar y promover la memoria de Jesucristo,9)

Ø  La función maternal de la Iglesia

Dios ha querido que la Iglesia fuera su colaboradora; es decir, que ella, a través de la actividad iniciática, sea la que engendre en su propio seno.

Vamos como se articulan en la iniciación cristiana la paternidad de Dios y la maternidad de la Iglesia; así comprenderemos mejor cuál es nuestra contribución particular como catequistas.

Ø  El Espíritu va por delante

Las tres dimensiones de la iniciación cristiana, hemos dicho, son: la catequética, la sacramental y la espiritual. La catequesis y las celebraciones

El Espíritu Santo es el que mueve a los que se inician a abrirse al Evangelio, eligen el estilo de vida de Jesús de Nazaret, quieren participar como Jesús de su relación filial con el Padre, a disfrutar de la vida fraterna de la comunidad.

Necesitamos los catequistas estar muy atentos a esos movimientos espirituales, los acompañemos, los apoyemos sus decisiones libres a los que desean entrar en comunión de vida con Jesús.

Ø  El servicio de la catequesis y la liturgia

La catequesis es un servicio a la palabra divina. Las celebraciones son el ámbito privilegiado en el que entran en contacto con el misterio de Jesús, ese que les ha comunicado la Palabra, y donde reciben la gracia necesaria para responder en la línea de la fe. Las comunidades cristianas deben entrelazar las catequesis y las celebraciones litúrgica al  proceso  espiritual de conversión y de fe  que siguen los que se inician, es el ámbito en que los discípulos de Jesús  entran en contacto con el <misterio de Dios y son transformados  en hijos suyos.

Claves pedagógicas

 La sensibilidad espiritual de los catequistas es la que les permite reconocer los discípulos llegan a ser hijos de Dios, por la gracia del Espíritu y la actividad iniciática de la Iglesia.

El grupo catequístico es importante para el proceso iniciático, pero es necesario el acompañamiento personalizado que permite reconocer la acción de la gracia y la respuesta personal de fe.

Nos preguntamos

 Conocemos que la iniciación cristina es una gracia de Dios ¿De qué modo nuestra catequesis lo tiene en cuenta?

 ¿El reconocer la importancia de la iniciación cristiana cambia en algo nuestras catequesis? ¿En qué?






lunes, diciembre 18, 2023

Catequesis de Iniciación

      

 Catequesis de iniciación        
Introducir en el discipulado de Jesús

Un libro de Juan Carlos Carvajal Ediciones.  CCS, Madrid 2023

INTRODUCCIÓN 

    “Id y haced discípulos míos…” Mt 28,19 Esta es la misión encomendada a la Iglesia. Hacer que las personas se encuentren con Cristo y acepten participar de su vida; esa vida que, por la gracia del Espíritu, brota de su Pascua y nos introduce en la relación filial con el Padre. Esto es ser discípulo de Jesús: participar ende su vida filial, que se traduce en fraternidad en la Iglesia y en misión se servicio en medio del mundo.

    La Iglesia ha iniciado en el discipulado a través de la catequesis, la celebración de los sacramentos de iniciación.

Iniciar a los discípulos de Jesús: Catequesis y sacramentos

    En el mandato misionero hay algo más. Jesús señala dos elementos para hacer discípulos: “Bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñar a guarda todo lo que les he mandado” (cf. Mt 28, 19-20) .

    La Iglesia inicia en el discipulado a través de la catequesis: enseñando a guardar ...y la celebración de los sacramentos de iniciación.

    Es por el servicio de la Palabra y celebración de los Misterios de Cristo que la comunidad cristiana ayuda a la persona que otorgue su fe al Evangelio a cambiar de mentalidad, a transformarse a semejanza de Jesucristo y a participar en la vida divina.

Unas catequesis insuficientes 

    En una época pasada, que llamamos tiempos de cristiandad, se suponía que por medio de la participación en el ambiente, se hacían cristianos por “osmosis", a penas sin tomar conciencia de la novedad que trae Jesucristo y sin sentirse incitado a hacer una opción personal.

    La Iglesia daba por su puesto que los bautizados ya estaban iniciados; consideraban la catequesis como una mera preparación para la recepción de los sacramentos y la centraba en dar contenidos para ilustrar esa identidad que se suponía que las personas traían consigo.

    La catequesis fundamentalmente era enseñar las verdades de la fe, dar a conocer los mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, memorizar las oraciones del cristiano y preparar para recibir los sacramentos.

    Pareciera que debería ser evidente, para la mayoría de los agentes pastorales de la Iglesia, que una catequesis como la que acabamos de describir no podrá afrontar el reto que supone hacer discípulos de Jesús en nuestros días. 

    De hecho, se vine trabajando en ampliar y renovar la acción catequística. Se habló de “La catequesis de la experiencia”, por supuesto ¨la experiencia humana es constitutiva de la catequesis¨ (DC 197), pero tiene un límite, el subjetivismo, en la que el grupo de catequesis y sus miembros se convierten en la medida del Evangelio. 

    Este tipo de catequesis es atractivo, pues las dinámicas y metodologías adquieren un protagonismo especial, y corren el peligro de convertir las propias experiencias en auto referencia, lejos de abrirse a la novedad de Jesucristo que media la Iglesia, cerrando se a una actitud discipular. 

    Es verdad que hoy cada vez más se hace consciente que la referencia fundamental a la Palabra es totalmente necesaria. Tener contacto directo con el evangelio, lo que llamamos momento de iluminación, y con la comunidad. Todo ello favorece el priorizar el Kerigma en el proceso catequístico. Pero es fácil de percibir que algo falta, pues pareciera que no se lograr favorecer el encuentro personal con Jesucristo, el Maestro y el Señor, frenando el proceso discipular. 

    Un apunte para nuestro ambiente es afirmar que la llamada “Catequesis familiar” no puede referirse exclusivamente a la relación con la experiencia familiar, sería quedarnos en lo puramente metodológico y no llegar al fondo de la cuestión, que es el ser cristiano y vivir como cristiano.

No se nace cristiano, se hace

    Fue Tertuliano – siglo II-III – quien ya no s alerto sobre esta realidad. Hoy la Iglesia, una vez más, se esfuerza en encontrar la manera de promover una catequesis que, en verdad, sea capaz de hacer cristianos para la vida. La Iglesia es madre y maestra. Ella engendra a sus hijos a los misterios de la fe y por medio de la catequesis y los sacramentos los engendra como hijos de Dios e hijos suyos y así crece la vida de Jesucristo para la salvación.


    En este momento la Iglesia ya tiene una clara visión de lo que es necesario para que la catequesis cumpla su misión engendradora de vida en Cristo.

    Una catequesis inspirada en el catecumenado bautismal. Práctica que en el pasado pagano alumbraba la fe e iniciaba a la vida cristiana a aquellos que optaban por seguir a Cristo.

    Dadas las condiciones actuales de las comunidades cristianas, los Papas han asumido la propuesta nacida entre los animadores de la tarea catequística, que consiste en que la catequesis inspirada en el catecumenado fuera utilizada en la formación para la vida cristiana de los ya bautizados.

    Por eso hoy hablamos de inspiración catecumenal de la catequesis o de catecumenado postbautismal o de catequesis para la iniciación la vida cristiana o, simplemente, de catequesis de iniciación o catequesis iniciática (cf. 61.65)

    Si te acercas al pórtico de una de nuestras Iglesias encontrarás el aviso de que se han abierto las inscripciones para la catequesis de iniciación cristina. Pero la realidad es que se trata de una preparación doctrinal para la recepción de los sacramentos, ni más ni menos de lo que sea hecho toda la vida.

La catequesis la debemos ver en el contexto del proceso de evangelización e iniciación a la vida cristiana en la misión de la Iglesia, tenemos que señalar que la catequesis no es tanto un proceso de conocimiento, como una relación personal que nos conduce al encuentro con Cristo, que nos hace discípulos suyos y por la gracia del Espíritu nos identifica con él, Maestro y Señor, nos hace participes de su relación filial con el Padre. Siguiendo el estilo de Jesús en su ministerio palabra y obra -signos- están estrechamente unidos, en la catequesis pedagogía de la fe y contenido del mensaje cristiano están íntimamente articulados

I ° PARTE 

Catequesis de iniciación en, el corazón de la misión evangelizadora

1.     El proceso evangelizador 

    El proceso evangelizador está estructurado de la siguiente manera: la acción misionera para los no creyentes y para los que viven la indiferencia religiosa; la acción catequético-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o restructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. (DGC 49)

La misión de la Iglesia
    Situar la tarea catequística en el conjunto de la misión de la Iglesia. Encajar la catequesis entre las actividades de nuestra comunidad, y conocer nuestra misión propia dentro de la misión evangelizadora de la Iglesia.

La Iglesia existe para evangelizar

    Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar (EN 14).

Evangelizar es llevar el Evangelio a todos los hombres para, con la fuerza del Espíritu que actúa en él, renovar a las personas y a sus ambientes según el plan que Dios tiene sobre la humanidad y el conjunto de la creación.

¿Qué es evangelizar?

    El Evangelio es el propio Jesucristo. Por tanto, evangelizar es dar testimonio con obras y palabras de Jesús, manifestar su gracia en los sacramentos y la vida fraterna, de tal modo que quien se encuentre con Él acoja la misericordia divina, se reconozca hijo de Dios y se convierta en fermento de fraternidad.

La Iglesia ha de ser presencia viva de Cristo Resucitado, que por la acción del Espiritusanto engendra hijos para Dios.

La gradualidad de la evangelización 

    Si es verdad que Jesús dotó a su Iglesia de los medios para cumplir su misión: con el don del Espíritu le concedió el anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos, la vida de caridad que se expresa por el servicio y la fraternidad.

Pero ella sabe adaptarse a la situación de fe las personas, los grupos y los pueblos a los que se acerca. A todos revela el Amor de Dios, a unos con su servicio y atendiendo sus necesidades; a otros les revela la presencia de Cristo por el anuncio del Evangelio; a los que desean ser sus discípulos les inicia en la vida de fe por la catequesis y los sacramentos; y a los que ya están iniciados, les sostiene en la vida fraterna y en la misión de proclamar la Palabra, en la participación de las celebraciones litúrgico-sacramentales.

Etapas del proceso evangelizador

    Esta hermosa tarea lo podemos recoger en tres etapas diferentes, pero estrechamente relacionadas:
La etapa misionera dirige su acción a los no creyentes para suscitar en ellos su conversión o fe inicial, atraídos por el amor de Dios al encuentro con Jesús, para ser sus discípulos y participes del pueblo de los hijos de Dios.
La etapa catequética – iniciatoria mediante el itinerario y acompañamiento llevar al discípulo a confesar la fe en Dios Trinidad, participe en loso sacramentos de iniciación o, cuando los haya recibido, acoja la gracia que en ellos se le otorgó. La mistagogia es momento importante del proceso catequético, pues esta referido a que el neófito vaya asimilando la vivencia del Misterio de Cristo a través de la oración y los sacramentos.

 


La etapa pastoral que se desarrolla en la comunidad cristiana con los ya iniciados en la fe tiene como objetivo asegurar la vida fraterna y misionera de la propia comunidad, asumiendo su vocación y misión particular en la Iglesia y en el mundo. 

La catequesis no se confunde con la misión evangelizadora de la Iglesia, pero sí es una acción fundamental de la misma. Sin una buena actividad catequística, la misión eclesial no engendraría en la fe a los discípulos de Jesús y, por tanto, no habría verdaderos testigos del Evangelio en medio del mundo.

Claves  pedagógicas:

  • Los catequistas debemos tener flexibilidad para echar una mano a todo el que llega a la catequesis, aceptar su condición actual y con la gracia de Cristo y el apoyo de toda comunidad ayudar a todos a ser verdaderos discípulos de Jesús.
  • La preocupación principal de los catequistas, al inicio de los encuentros, es hacer que los que ya han recibido la fe inicial y entran a la catequesis, alcancen una disposición de querer alcanzar el encuentro personal con Jesucristo y participar de su relación filial con el Padre la comunidad.
  • Nos preguntamos
  • ¿Qué tanto, como catequista, me siento participe de la misión evangelizadora de mi comunidad y de qué modo nuestras actividades catequísticas están articuladas con el resto delas actividades de la comunidad?
  • No vienen preparados de la etapa anterior, podemos decir, pero ¿nos preocupa que podemos hacer para después de la etapa en que estamos?  

 

2.     Catequesis de Iniciación

“Jesús dijo: Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”. (Mt 28, 18-20)

 Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristianos se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: El anuncio de la Palabra, la acogida del evangelio que lo lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística” (Catecismo de la I.C., 1229)

La misión de engendrar los hijos de Dios

Jesús resucitado a sus discípulos los envió para que continuaran la misma misión que el Padre le había encomendado en su Pascua (cf. Jn 20,21-23): reconciliar a los hombres con Dios, hacerles partícipes de la relación filial que él tiene con el Padre y construir una familia de hermanos sonde rija la ley del amor.

Jesús le dio dos indicaciones bien claras: enseñar y bautizar. Nueva vida de fe por la acogida de la palabra y participación en su Pascua a través de la celebración de los sacramentos de iniciación.

La iniciación cristiana, núcleo central de la misión evangelizadora

La Iglesia siempre ha considerado que el núcleo esencial de su misión es proclamar la Buena Noticia: Jesucristo, con él y en él. Los hombres llegamos a ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros y esto la Iglesia lo realiza a través de la “iniciación cristiana”.

La iglesia a través de la historia a iniciado  a sus hijos de múltiples modos, pero siempre presentes estos elementos: el servicio a la Palabra divina, con la consiguiente respuesta de fe y la celebración de los sacramentos de iniciación.

Nos preguntamos

El que utilicemos la expresión “iniciación cristina” ¿qué aporta esto a nuestra a nuestra catequesis, cambia en algo nuestro modo de concebir la catequesis?

¿Nuestras celebraciones litúrgicas- sacramentales están integradas en la catequesis, qué pasos deberíamos dar para favorecer esa integración?

 

3.      La articulación de la iniciación cristina

En la iniciación, catequesis, liturgia y experiencia cristiana caminan juntas hacia un mismo objetivo. Podemos añadir que las dos primeras están al servicio de la dimensión espiritual, de la vida cristiana, donde se fundamenta el proceso de conversión, el encuentro y la adhesión a Jesucristo. (Cf. Custodiar, alentar y promover la memoria de Jesucristo,8)

 

 

La iniciación cristiana, don de Dios

A veces estamos tan atareados en preparar la catequesis que olvidamos que quien hace fructificar nuestra labor no somos nosotros, sino es el propio Dios. Llegar a ser cristiano solo es posible por la acción del Espíritu. La iglesia y, los que nos dedicamos a labor catequística somos colaboradores.

“La originalidad esencial de la iniciación cristiana consiste en que Dios tiene la iniciativa y la primacía en la transformación interior de la persona y su integración en la Iglesia, haciéndolo participe de la muerte y resurrección de Cristo” (Cf. Custodiar, alentar y promover la memoria de Jesucristo,9)

La función maternal de la Iglesia

Dios ha querido que la Iglesia fuera su colaboradora; es decir, que ella, a través de la actividad iniciática, sea la que engendre en su propio seno.

Vamos como se articulan en la iniciación cristiana la paternidad de Dios y la maternidad de la Iglesia; así comprenderemos mejor cuál es nuestra contribución particular como catequistas.

El Espíritu va por delante

Las tres dimensiones de la iniciación cristiana, hemos dicho, son: la catequética, la sacramental y la espiritual. La catequesis y las celebraciones

El Espíritu Santo es el que mueve a los que se inician a abrirse al Evangelio, eligen el estilo de vida de Jesús de Nazaret, quieren participar como Jesús de su relación filial con el Padre, a disfrutar de la vida fraterna de la comunidad.

Necesitamos los catequistas estar muy atentos a esos movimientos espirituales, los acompañemos, los apoyemos sus decisiones libres a los que desean entrar en comunión de vida con Jesús.

El servicio de la catequesis y la liturgia

La catequesis es un servicio a la palabra divina. Las celebraciones son el ámbito privilegiado en el que entran en contacto con el misterio de Jesús, ese que les ha comunicado la Palabra, y donde reciben la gracia necesaria para responder en la línea de la fe. Las comunidades cristianas deben entrelazar las catequesis y las celebraciones litúrgica al  proceso  espiritual de conversión y de fe  que siguen los que se inician, es el ámbito en que los discípulos de Jesús  entran en contacto con el <misterio de Dios y son transformados  en hijos suyos.

Claves pedagógicas

La sensibilidad espiritual de los catequistas es la que les permite reconocer los discípulos llegan a ser hijos de Dios, por la gracia del Espíritu y la actividad iniciática de la Iglesia.

El grupo catequístico es importante para el proceso iniciático, pero es necesario el acompañamiento personalizado que permite reconocer la acción de la gracia y la respuesta personal de fe.

Nos preguntamos

Conocemos que la iniciación cristina es una gracia de Dios ¿De qué modo nuestra catequesis lo tiene en cuenta?

¿El reconocer la importancia de la iniciación cristiana cambia en algo nuestras catequesis? ¿En qué?

4.     La catequesis, elemento esencial de la iniciación cristiana.

“La profesión de fe es elemento interior del sacramento y meta de la catequesis. El proceso catequístico pretende propiciar, una viva, explicita y operante profesión de fe.” (DGC 66)

Al servicio de la profesión de fe

Nuestra compleja actividad catequística no nos debe alejar de su finalidad última: “propiciar una viva, explicita y operante profesión de fe”.

La experiencia de vida de los nuevos cristianos se configure con la experiencia del Evangelio que tiene la Iglesia, la cual está compendiada y articulada en el credo de los apóstoles.

En el corazón de los sacramentos de iniciación

La finalidad de la catequesis tiene su expresión explicita cuando un cristiano confiesa la fe en la asamblea litúrgica, y de este modo, se dispone a recibir la gracia que le otorgan los sacramentos para que pueda hacer operativa esa misma fe en la vida cotidiana.

La necesaria fe

La fe es un elemento interior a la celebración de los sacramentos, por fe nos referimos no solo a los conocimientos de las cosas de fe, sino también a esa actitud de entrega por la cual el discípulo de Jesús se pone en las manos del Padre. Para ello es básico que os catequizando o catecúmenos se confronten con la <palabra de Dios, para que en ellos se creen las disposiciones que les abran a la divina acción.

Sin la catequesis que alienta la fe, los sacramentos quedarían reducidos a meros ritos y los cristianos quedarían ciegos para observar como Dios actúa en sus vidas y cual es su voluntad para colaborar con la venida del Reino.

La catequesis es un elemento fundamental de la iniciación cristiana, sin la que es difícil que un cristiano llegue a configurarse con quien es su maestro y Señor.

Ni distribuir los sacramentos sin un verdadero itinerario catequístico, ni procesos catequísticos que no valoren los sacramentos – y los demás ritos litúrgicos de la Iglesia, y casi los reduzcan a un premio…

Claves pedagógicas

ü  Para animarnos y animar a los catequizados, nunca podemos olvidar que la finalidad de la catequesis es propiciar una vida auténticamente cristiana.

ü  La profesión de fe conlleva un conocimiento de la historia de la salvación y del Dios Trinidad que se ha revelado en esa historia, con el logro de actitudes necesarias para que Dios pueda realizar su obra en los que inician.

ü  Las celebraciones de la fe no pueden ser ajenas a la catequesis y los que animan estas celebraciones tan poco deben ignorar la actividad que desarrollan los catequistas.

Nos preguntamos

¿Qué entendemos por “la profesión de fe” tenemos una visión acorde a la enseñanza de la Iglesia?

¿En concreto, qué esperamos de una “viva y , explícita y  operante profesión de fe?

5.     Las características de la catequesis de iniciación

Iniciación, educación e instrucción, características del catecumenado que ha de inspirar a las demás formas de catequesis” (DGC,68).

La referencia al catecumenado Bautismal.

El concepto catequesis debe revisarse pues a veces lo usamos de manera muy superficial. Por lo tanto, tener en cuenta que una catequesis de iniciación a la vida cristiana debe inspirarse y tener presente las características del catecumenado bautismal de adultos.

Tanto para los que van a ser bautizados como los que quieren reiniciar y crecer en su fe bautismal, teniendo en cuenta las edades y circunstancias diversas, las catequesis tienen rasgos comunes que las identifican.

La catequesis da forma al cristiano

La catequesis de iniciación es una formación para que el discípulo de Cristo vaya adquiriendo el estilo de vida de su Maestro y Señor.

Hacer madurar la conversión inicial y ayudar a los cristianos a dar pleno sentido a sus vidas, educándolos en una mentalidad de fe conforme al Evangelio (EN 44), hasta que gradualmente lleguen a sentir, pensar y actuar como Cristo. (DC 77)

Esto no quita que haya también que dar instrucción para comunicar conocimientos: historia de la salvación, la revelación divina, los compromisos morales y religiosos…

Al servicio de la comunión eclesial

La catequesis  tiene como objetivo hacer que los bautizado vivan una autentica vida cristiana, para ello el proceso catequístico debe ser orgánica y sistemática, esencial e integral, básica y común.

Ello se diferencia de otras actividades también catequéticas: escuela bíblica, catequesis ocasionales en los diversos tiempos litúrgicos y para la celebración- recepción de  los sacramentos, la educación religiosa escolar, estas actividades complementarias son importantes  para el buen desarrollo tanto de la comunidad cristiana  como la vida de sus miembros.

Claves pedagógicas

-       ¿Conoces el RICA?: el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos? Recuerda que en el debe inspirarse toda la catequesis, adaptándola convenientemente.

-       En torno a la catequesis se articulan muchas iniciativas de formación e instrucción y acompañamiento.

-       La tare catequística es la base para introducir a  la vida cristiana de la Iglesia.

 Nos preguntamos

·       ¿Qué elementos iniciáticos descubrimos en nuestra catequesis y cuales nos faltan?

·       ¿Tenemos en cuenta el aspecto formativo, no sólo el vivencial?

·       ¿Sabes de qué se trata el principio de “correlación” del que habla el número 196 Del directorio para la Catequesis?

6.     La pedagogía de la catequesis iniciática

“Para realizar sus tareas, la catequesis se vale de dos grandes medios: la transmisión del mensaje del Evangelio y la experiencia de la vida cristiana”

La vida de la Iglesia, mediación de la vida de Cristo

La hermosa tarea de la catequesis no es presentar un personaje histórico excepcional sino sobre todo poner en comunión, en intimidad de vida con Jesucristo vivo y resucitado.

Este objetivo ambicioso no debe desanimarnos es toda la Iglesia la que debe ayuda a que todas las dimensione de la fe sean tomadas en cuenta.

No olvidemos la Iglesia es sacramento de Cristo; mediación de la cane y la vida del Señor.

Las tareas de la catequesis

La vida en la fe requiere que ella sea conocida, celebrada, vivida y hecha oración; más aún, necesita ser compartida en comunidad y ser proyectada a través del testimonio misionero. La catequesis debe ayudar a vivir la vida de Jesucristo y al mismo tiempo vincular al catequizando en las dimensiones por las que la comunidad vive la fe en Jesús.

Una pedagogía de entrenamiento

Explicar el sentido doctrinal de las dimensiones de la vida cristina no es suficiente, la escritura junto con el catecismos es importante pero hay que introducirse dentro de ellas, para ello la práctica de los escrutinios catequísticos nos permitan tomar en serio  la vivencia de las dimensiones de la vida cristina.

Trasmisión del mensaje cristiano y el entrenamiento de las dimensiones de la fe que nos permiten avanzar, poco a poco, conformándola vida en Cristo, son propuestas de una tarea conjunta.

Claves pedagógicas

·       Tener presente este orden: introducir en la vida de Cristo enla medida  en que introduce en la vida de la Iglesia.

·       Iniciar en la vida cristiana toma en cuenta las experiencias que propone el itinerario con el mensaje cristiano que anuncia la Palabra divina profundizada por la Iglesia.

Nos preguntamos la formación del discípulo de Jesús.

¿Cuándo planificamos nuestra catequesis tomamos en cuenta la vida de Cristo, la vida de la Iglesia y la vida cristiana (del cristiano)?

¿Concebimos nuestra catequesis como un espacio de entrenamiento en la vida cristina? 

II Parte

Catequesis de iniciación, la formación del discípulo de Jesús

7.     La catequesis como iniciación en el discipulado

Del primer anuncio en la evangelización brotan la fe y la conversión inicial. Este es el tiempo del precatecumenado, para que madure la verdadera voluntad de seguir a Cristo y de pedir el Bautismo.

Mas allá de nosotros mismos

La autoestima, el lograr una autonomía de pensamiento y acción son valores positivos, pero esconden el peligro de encerrarnos al otro, y, en evangelio y la actitud discipular que exige seguir los pasos de Jesucristo.

No podemos caer en la trampa de encerrarnos sobre nosotros mismos y convertirnos en autorreferencia, somos el centro del mundo.

Podemos, sin darnos cuenta, caer en un individualismo. Las personas nos realizamos cuando vamos más allá de nosotros mismos.

El encuentro con Jesús

La actitud de apertura es fundamental para encontrarnos con Jesús y ser receptores de su Palabra. Los evangelios dan noticia de los múltiples encuentros con Jesús.

El encuentro con la hemorroisa (cf. Mc 5,21-34). La multitud apretuja a Jesús, pero solo la mujer enferma tiene un encuentro personal con Jesús: ella lo toca, queda curada de su mal y escucha de labios de Cristo, unas palabras de vida.

El encuentro con Jesús es algo personal, para que las personas puedan recibir el amor de Jesús deben estar en disposición de apertura, salir de ellos mismos y acoger la Presencia y el don de vida que les regala. 

Anuncio al servicio del encuentro

Nos solemos preguntar por que nuestras catequesis no logran los frutos que esperamos. Quizá, en definitiva, se trata de que los que siguen nuestros procesos no desarrollan la actitud que les permita reconocer en sus vidas la presencia de Jesús y la humildad para acoger sus dones. Esta actitud es lo que llamamos fe y conversión inicial.   or eso la importancia de promover el precatecumenado o la precatequesis que tiene que ver con el desarrollo de una catequesis kerigma tica. Es te tiempo es importante y no se ha de prescindir de él. Consiste en poner en relación las experiencias fundamentales en la vida (alegría, dolor, fracaso, esperanza…) con el anuncio del kerigma. Recordemos el kerigma: que Dios los ama, que envió a Jesús, que dio su vida por ellos y que ahora está vivo a su lado, para iluminarlos, fortalecerlos, para liberarlos… (Francisco, EG 264)

El deseo de ser discípulo de Jesús

El anuncio no es algo mágico, automático, necesita su tiempo y espacio, el precatecumenado y la precatequesis, permiten abrirse al amor de Dios en su Hijo, Jesús, entonces sienten que algo dentro de sí cambia.

-       Experimentan ese amor gratuito que les valoriza como personas y que su verdadere tima nace de la estima de Dios. Esto es el paso a la fe.

-       Los lazos de autosuficiencia; el orgullo y egoísmo pierden su poder y descubren que la comunidad cristina no es una carga sino un don. En definitiva, experimentan que el amor de Jesús le libera y fortalece y le vuelve hacia Dios. Eso es conversión.

El verdadero punto de partida de la catequesis es este, cuando los que reciben el anuncio, habiendo aceptado la fe y optando por un camino de conversión, surge el deseo de estar unido a Jesús y a los que profesan su fe. Querer ser discípulo de Jesús, entregarle la propia libertad para, junto con el resto de los cristianos, ir detrás de él siguiendo su caminos.

Claves pedagógicas

La catequesis introduce en la relación personal con Jesús. La persona debe implicarse y responder a la invitación, que le hace la comunidad cristina, por medio de una catequesis kerigmática, a promover la fe y la conversión inicial.

Antes de introducir a alguien en el proceso de catequesis, es necesario a ayudarle a hacer un discernimiento de sus posiciones personales. De alguna manera debemos percibir si se siente atraído por el amor de Dios, si reconoce que su autosuficiencia se debilita y si desea entrar en comunidad cristina y entregar su libertad a Jesucristo  hasta llegar a participar de su relación filial con el Padre.

Nos preguntamos

·       Ante de iniciar la catequesis, propiamente dicha; ¿sus temas y procesos, ayudamos a las personas a hacer discernimiento sobre su situación persona frente a Jesús y el evangelio?

·       En nuestros procesos de iniciación cristiana, ¿de qué modo implementamos ese tiempo previo a la catequesis, ¿cómo lo programamos para que sea auténticamente un momento kerigmático?

8.     Discípulos en seguimiento de Jesucristo

La Iniciación cristiana requiere que en nuestras comunidades se active un camino que nos ayude a experimentar el encuentro con el Señor. La mistagogia nos puede ayudar a al crecimiento en su conocimiento y el amor por su seguimiento. No olvidemos en nuestra catequesis la contemporaneidad de Cristo en la Liturgia. (Francisco)

Jesús llama a sus discípulos

Somos conscientes que muchos de los que se acercan a la catequesis lo hacen pese “pensando que el origen de su interés es su propia decisión, otros por costumbre, por obedecer a sus padres cumpliendo unos ritos propios de su religión y no faltan los que se animan para compartir y relacionarse con amigos, pero la realdad es que nadie se “apunta “a ser cristiano, sino que es el propio Jesús que llama a hace e alguien su discípulo.

(Mc 1,16-20) Jesús pasa a su lado, les llama a su seguimiento y ellos, inmediatamente lo dejan todo y le siguen.

(Mc 2, 13-17) Jesús pasa por delante de del mostrador de cobros, le dice: sígueme, el se levanta y le sigue sin condiciones.

Para estar con Jesús y caminar con él (cf. Mc3,13-15).

“Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios . Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15). “Y él antes e nada, se rodea de discípulos para darles a conocer y participar de los misterios del Reino” (cf. Mc 4,11). Convocarles a la filiación divina, a la familia de Dios por la obediencia a su Palabra (cf.3,31-35). El les llama para estar con él e implicarlos en su misión.

Querer ser cristiano es querer estar con Jesús y tratar de imitar su estilo de vida. Ser cristiano es caminar detrás de Jesús.

Una catequesis que introduzca en el seguimiento

El proceso catequético que la Iglesia ofrece a los que se inician es un camino articulado con infinidad de encuentros con Jesús, el Maestro.

La catequesis es, atentos, el ámbito que la comunidad cristiana crea para que los nuevos cristianos puedan crecer en el conocimiento de Cristo y profundizar en el amor por su seguimiento.

Quizá a los catequistas nos cuesta creer que este propuesta la podemos favorecer, pero, de todos modos, recordemos: “Donde dos  o tres están reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20)

Una catequesis con sensibilidad mistagógica

En verdad, necesitamos una mirada de fe que nos ayude a pasar de lo visible a lo invisible.  Jesucristo está presente de mil maneras, pero de una manera especial en la Iglesia y en las celebraciones litúrgicas.

Por eso hablamos de una sensibilidad mistagógica, para que los que se inician o se ha alejado y quieren encontrarse con Jesús, reconozcan su presencia y puedan relacionarse con él personalmente.

Los catequistas hemos e ser mistagogos e la vida cristiana, ayudando a cultivar una mirada e fe que sepa pasar de lo visible de las mediaciones eclesiales al Misterio divino en el que se hace presente.

Claves pedagógicas

·       La catequesis e iniciación supone un proceso de vinculación y seguimiento con Jesucristo vivo y resucitado, que se hace el encontradizo en la vida de sus discípulos y en la vida de la comunidad cristiana.

·       Esta es tarea del Espíritu y de la dimensión mistagógica de la fe, pasar de lo visible a lo invisible haciendo que los iniciados reconozcan la presencia de Cristo en sus vidas.

Nos preguntamos

            ¿Cómo catequista reconocemos la presencia viva de Jesucristo en la historia de nuestros catequizandos? ¿De qué modo?

            Como catequistas, ¿cómo podemos desarrollar, en nosotros mismos, una sensibilidad mistagógica, que nos permita fundirnos  en el            Misterio de Cristo?

 

9.     Discípulos que libran el combate de la fe

Necesitamos consentir jubilosamente que nuestra realidad es dádiva, y aceptar nuestra liberta como gracia.

“Examinadlo todo; quedaos con lo bueno” (1Tes 5,21)

Ir detrás de Jesús

Tenemos la experiencia de que cuando se inicia la catequesis todo sucede con una normalidad rutinaria: reunión tras reunión, se aprenden y repiten cosas de Jesús, a veces se va a Misa, se aprenden oraciones … Al final, tristemente, da la sensación de que los participantes pasan por la catequesis, pero la catequesis no pasa por ellos, es decir, La Palabra divina no parece hacer huella en ellos.

Los catequistas, a veces, le tenemos miedo de plantear una mayor exigencia porque le tenemos miedo a que abandonen, por eso, permitimos  la monotonía, y solo expresamos nuestro empeño en exigir puntualidad, memorización y rutinas.

El discípulo de Jesús siempre es discípulo, y así debe se desde el principio, siempre detrás del Señor. De nada vale conocer a Dios si no seguimos obedientemente su voluntad, como lo hizo Jesús, aunque a  eces nos cuesta y es difícil.

 

 

La entrega de la propia libertad

Quien comienza la iniciación cristiana confía en Jesús. En su relación personal con él le anima a seguir y a dominar su autosuficiencia para y ha esperar.

Aceptar la primacía de Dios y entregar su voluntad en el seguimiento de Jesús le obliga a aceptar el intercambio que Jesús propone a sus discípulos: cargar sobre sus hombros los cansancio y agobio y tomar sobre sí el yugo filial que el ofrece (cf. Mt 11, 28-30)

Es el combate de la fe, es fuerte pero siempre seguros de quién está con nosotros. Por eso la verdadera la libertad se recibe como gracia y no como conquista de la propia cosecha.  

Llamados a la libertad

Hay que prevenir contra el prejuicio que puede condicionar la actitud de lo catequizando pensando que los compromisos del seguimiento de <Jesús cohíben nuestra libertad. Al contrario, esos compromisos de la vida cristiana buscan promover, en todo momento, un verdadero proceso de liberación, condición para el seguimiento discipular de Jesús. Ser cristiano es ser libres con la libertad de Jesucristo. Libres para cumplir la voluntad del Padre que es servir.

Dóciles a la acción el Espíritu

Los deseos, angustias, temores, búsquedas, y todo lo que conlleva estar atentos a los signos de los tiempos, nos piden entrenarnos para firmemente para el combate de la fe, recorrer con Jesús los caminos de la libertad plena.

La catequesis, de alguna manera, nos tiene que facilitar la ejercitación en la vida cristiana para que tengamos una vida espiritual activa, acogiendo  y secundando la acción del Espíritu Santo, el maestro interior  que nos permite adquirir la libertad de Cristo, para gloría de Dios.

Claves pedagógicas

Ayudar a los discípulos de Jesús a reconocer sus triunfos y caídas, pero siempre contando con la necesidad de contar con el auxilio de la gracia.

 Dios mismo, por medio por medio de la acción interior de su Espíritu y la intervención de la comunidad, alumbra a los discípulos de su hijo Jesús, como hijos suyos.

Nos preguntamos

            ¿Nuestros procesos catequísticos son verdadero entrenamiento para sostener el combate de la fe o se estancan en doctrinas y exigencias morales?

¿Cómo ayudamos a catequizandos a reconocer el protagonismo extraordinario de la gracia del Espíritu de los que inician? ¿Alguna propuesta concreta?

10.  Discípulos que aprenden a vivir de un modo nuevo

[En el catecumenado- catequesis] con la formación de la vida cristiana en su integridad y el adiestramiento debidamente prolongado, los catecúmenos [catequizando] son introducidos a la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del Pueblo de Dios. (RICA)

Iniciar en “el arte de vivir”

Solemos tener una imagen de la catequesis que consiste en conocer cosas de Dios, para ser buenos, para formar parte de la Iglesia…Lo que la catequesis ofrece es el arte e vivir, por que nos vincula con Aquel que ha venido a darnos vida y vida en abundancia (cf. Jn 10, 10) Jesús el viviente

Como transmite la catequesis la vida de Jesús: les da a conocer las dimensiones del reino de Dios (Mt 13, 11), les enseña a orar (Mt 13,11), inculca las actitudes evangélicas (Mt,11,29), les iniciaba en la misión (Lc 10,1)

La catequesis entrega la nueva vida de Cristo formando un estilo de vida, lo cual lo realiza en la medida en que inicia en la vida que vive la comunidad de los seguidores de Jesús.

Una iniciación por entrenamiento

La catequesis tiene el objetivo iniciar en la vida cristiana, pero lo hace no solo enseñando doctrina que desentraña su significado, sino entrenando en las diferentes dimensiones que la articulan.

Ello requiere un proceso de conversión hasta identificarse con el estilo de vida de Cristo. Esto es, ante todo, obra de la gracia del Espíritu, sin embargo, la verdadera conversión requiere que los iniciados vayan adquiriendo libremente una serie de comportamientos y actitudes por los que les sea transferida la vida de Jesús.

Unos entrenamientos que abren la experiencia

La vida cristiana es una realidad muy rica que pasa por conocer el Misterio de Cristo en diferentes dimensiones, vivirlo en comunidad y dar razón sus de ello en medio del mundo, todo ello enraizado en la propia experiencia humana.

 

Don y tarea

Pareciera que al insistir en “ejercitación – entrenamiento” para la vida cristiana estamos hablando de actividades de la catequesis, esto siempre es necesario, pero no podemos olvidar que la vida cristiana es siempre obra de la gracia y que debemos recibir con humildad y agradecimiento.

Los entrenamientos, el conocimiento de la relación entre este obrar con los misterios de Jesucristo [enseñanza del mensaje] y la acogida de las mociones del Espíritu que es el que varadamente transfieres  la vida de Cristo a los discípulo, deben estar plenamente articuladas.

Claves pedagógicas

·       Al evaluar nuestras veamos si en ellas se transmite la vida de Cristo.

·       Nunca pasar por alto, si nuestras propuestas inciden de un modo efectivo en la experiencia humana de nuestros de nuestros catequizandos

·       Nuestras catequesis deben superar el ambiente de aula verdaderos momentos ricos de un clima espiritual, que reconoce la primacía de la gracia.

Nos preguntamos

¿Qué criterios utilizamos para evaluar  si la transformación de vida de los que inician?

¿Qué nos ayuda a permitir que en nuestros encuentros los destinatarios descubran la relación entre su actuar y los significados y mociones espirituales que el Espíritu produce en ellos?  

11.  Discípulos formados en comunidad

“La comunidad está llamada a crear ese espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado. Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y misionera. (G et E, 142)

Llamados ala fraternidad

Nadie puede ser cristiano por libre y hay muchos que consideran que la fe es algo privado e intimo y nadie puede mediar en esa relación personal con Dios.

En la catequesis también puede suceder que algunos consideren la invitación comunitaria como algo secundario.

Cristo reunió a sus discípulos en torno suyo para construir una fraternidad. Haciendo que de su persona el centro y de su Palabra la orientación de sus vidas. Así formo a sus discípulos y les hizo experimentar el amor del Padre.

Una nueva familia

Capitulo18 del Evangelio de San Mateo Escuchamos a Jesús hablando de la comunidad que sueña, y como coloca a los pequeños y vulnerables como los primeros destinatarios en el servicio a Dios. Una familia en la que se experimente el misterio de amor que es el Dios - Trinidad.

Comunidad como espacio teologal  

Al introducir en la vida de la Iglesia se introduce en la vida de Cristo, medidor de la vida que Dios quiere dar. Que sus hijos se amen a la medida de su Hijo (Jn 15,12-17) para que Dios more en ellos. (Jn 14,23)

El valor de las pequeñas cosas

En la comunidad hay cosas esenciales: la acogida de la Palabra compartida, la celebración de la Eucaristía, la vida de servicio y caridad, esto no es negociable. Pero el Papa Francisco nos dice que esa vida esta hecha  de muchos pequeños detalles cotidianos.

Que bueno es recordar y permitir que en la catequesis se tome conciencia de estos pequeños detalles, regalos de Dios: La fidelidad y constancia de los que rezan el rosario todos los días, los servicios de limpieza y mantenimiento, la atención a los enfermos, los animadores y ministros, los que atienden a los más necesitado, y los que son capaces de hacer presente una serena sonrisa en medios de los conflictos… La comunidad ideal no existe y real tiene una carga de desencuentros y pecados, de limites y debilidades que pueden desconcertar a los que se acercan , pero  es rica de dones . Los catequistas debeos ser testigos-mistagogos, hemos e ser mediadores de esa experiencia para que los que se inician deseen incorporarse a la familia de Dios.

Claves pedagógicas

La comunidad es la generadora de fraternidad y del servicio donde los iniciados experimentan la belleza de la comunión con Dios.

La catequesis es un campo donde deben privilegiarse los detalles pequeños que a través del trato fraterno y la atención a todos se experimenta la misericordia de Dios.

Nos preguntamos

¿Cómo es la calidad de nuestra actividad catequizadora con la comunidad cristiana?

¿Qué dificultades encontramos para valorar los pequeños detalles de fraternidad de la comunidad? ¿Tenemos verdadera sensibilidad? mistagógica?

 

12.  Discípulos en misión

“En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero. (Mt 28,19)

Es un llamado a cada cristiano, en la medida de que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús. (EG, 120)

Jesús es para todos

El relativismo y la intolerancia conviven en nuestra época con un individualismo exacerbado y un afán de autonomía impulsivo. Este ambiente no es propicio para que se dé el impulso misionero en nuestras comunidades.

Para los que inician y buscan a Jesús, debe crecer en convicción de que Jesús es único y es para todos. Jesús el Hijo de Dios, que el Padre nos da para poder participar de su amor, formar la familia que quiere reunir entre los pueblos y llevarnos a la plenitud de su vida en su Reino.

Jesús llama a la misión

Jesús llama para hacer a sus seguidores “pescadores de hombres” (Mc 1, 17) y lo concreta en el “Id y haced discípulos de todos los pueblos... (Mt  28,18) Él los forma a través del seguimiento, para hacerles apóstoles suyos.

En el capitulo 10 de su evangelio, Mateo recoge algunos elementos. La confianza, su capacidad de servicio aun en medio de dificultades y rechazos debe estar presente, como signo de su presencia.

Los discípulos llegan a ser apóstoles no tanto por lo que hacen  como por lo que son, es decir, por la transformación  que en ellos ha operado la fe y los sacramentos de iniciación.

Capacitados para la misión

No podemos mantener una propuesta que primero somos discípulos y después misioneros, somos siempre discípulos misioneros. Es el mismo Jesús que capacita a los que llama y la catequesis tiene que alentar un dinamismo propio de la fe.

Una catequesis con perspectiva misionera

Tenemos que tener cuidado en no reducir la perspectiva a la propia comunidad., hay que tener presente que el Evangelio está destinado a todos los hombres.

“Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) Una clara exhortación que nos debe liberar de cualquier temor y prejudicio y superar la tendencia de considerar la fe como algo privado, individual sin transcendencia para los otros.

Claves pedagógicas

Prestar atención a dimensión misionera de la fe supone un cuidado en nuestros dispositivos catequísticos y limitar la planitud que Cristo ofrece a los que llama.

Compartir la vida de los que se inician  con aquellos que son enviados son una manera de llegar a ser verdaderos misioneros.

Nos preguntamos

¿Los qué concluyen nuestros itinerarios catequísticos se siente enviados por Jesús?

¿Qué iniciativa, se nos ocurren para que los iniciados  vivan su fe con actitud de salida, y puedan  hacer anuncio del evangelio  gozosos y lleno de sentido?

Parte III

CATEQUESIS DE INICIACION, AL SERVICIO DE LA PEDAGOGIA DIVINA 

13.  En la catequesis mensaje y pedagogía van de la mano

“El camino e Dios que se revela y salva, junto con la respuesta de fe de la Iglesia en la historia, se convierte en fuente y modelo de la pedagogía de la fe”

La catequesis, por lo tanto, pedagogía de un acto de fe que simultáneamente realiza una tarea de iniciación, educación y de enseñanza, teniendo siempre presente la unidad entre el contenido y la forma de transmitirlo. La Iglesia es consciente que el Espíritu Santo actúa de forma eficaz. (DPC ,166)

La contraposición entre contenido y método

Podemos transmitir con claridad unos contenidos sin atender el dinamismo pedagógico que se requiere para ser asimilados de manera personal. Otras veces, para hacer más llevadera la catequesis, abundamos en dinámicas y juegos dejando de lado el mensaje. Este es un punto en permanente revisión.

Miremos la obra educativa de Dios

Dios educa a su pueblo con obras y palabras. Actúa a través de circunstancias, acontecimientos históricos y personajes y ofrece una palabra inspirada. La palabra de los profetas Dios las confirmaba con sus acciones.

En Jesús se manifiesta este modo de revelar el misterio y formar a los discípulos. El evangelio recoge la Palabra de Jesús , pero , al mimo tiempo, presenta el testimonio de sus acciones: ora, cuida a los enfermos, hace signos, perdona los pecados…

Dios sigue actuando por medio de su Espíritu

Sabemos como Dios educó a su pueblo. Pero hoy podemos observar que nuestro Dios sigue actuando en la vida de aquellos a los que acompañamos en la fe. Quien desea servir a Dios y promover la fe, debe saber discernir como el Señor actúa, para humildemente cooperar con la acción misteriosa, pero real de su Espíritu y así ponerse a disposición de los que buscan ser discípulos de Jesús.

Pedagogía en acto de fe

Los catequistas somos personas de fe y podemos reconocer como Dios actúa en la vida de los que acompañamos. El modo de actuar de Jesús que acompaña a sus discípulos podemos nosotros explicitarlo con nuestra palabra y testimonio.

Esto nos reafirma lo que ya hemos dicho con frecuencia: que la catequesis es simultáneamente una tarea de iniciación, de educación y de enseñanza en lo que estamos implicados no solo los catequistas, sino toda la comunidad. Una palabra puede desvelar este misterio divino que vive la comunidad con el mensaje cristiano y el testimonio de vida.

Claves pedagógicas

La catequesis es un servicio que la comunidad presta almagisterio que Jesús desarrolla con sus discípulos. Mensaje cristiano y pedagogía de la fe van de la mano

Dios, por medio de su Espíritu y a través de personas y acontecimientos, sigue acompañando a los discípulos de su Hijo, Jesús, y él es el que suscita palabras llenas de fuerza y significado que mueven a la fe. El catequista es un servidor de la acción del Espíritu y, a la luz de la fe de la Iglesia, busca acciones y palabras que testimonian esa acción misterios.

Nos preguntamos

¿Hemos pensado alguna vez que nuestro ser catequista es un servicio a la propia acción que Dios lleva con los que acompañamos? ¿Cómo nos afecta y a que nos obliga?

¿Cuál es el centro de nuestra catequesis? ¿La transmisión de contenidos doctrinales? ¿las dinámicas y actividades?

14.  Jesucristo el camino que nos conduce al misterio de Dios

“La catequesis es necesariamente trinitaria y cristológica. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Cristo es el camino que conduce al misterio íntimo de Dios. Jesucristo no solo transmite la Palabra de Dios: Él es Palabra de Dios.” (DC,168)

Llamados a participar de la vida de Dios

En los que nos dedicamos a la catequesis nos cuesta de acuerdo sobre cuál es su finalidad. Los pare de los niños quieren que sus hijos reciban el sacramento y punto. Los adolescentes y jóvenes les interesa tener un buen ambiente y encontrarse con amigos y pasarlo bien. Los catequistas, unos se centra en que los nuevos cristianos aprendan la doctrina y oraciones, otros desean hacer un buen trabajo y que los muchachos se sientan bien. No faltan quienes quieren que los que van a nuestras catequesis sientan a Jesús como un amigo y participen en las actividades de la comunidad.

Pero es difícil tener presente que el fin ultimo de la catequesis es que los cristianos -junto a la recepción de los sacramentos- participen de la vida del Dios-Trinidad. El catequista cree que el ser humano, amenazado del mal, y abocado a la muerte, está destinado a disfrutar de la intimidad de Dios.

Dios cumple la vocación del hombre

Esta vocación divina nadie puede cumplirla por sí mismo. Tampoco la Iglesia puede por si sola. Es Dios mismo el que a través de su Hijo, Jesucristo, y bajo la gracia de su Espíritu, cumple por medio de la  Iglesia esta llamada que ha puesto en el corazón del hombre.

Debemos encontrarnos con Cristo vivo , y confesarlo con nuestra palabra y nuestra vida. Si nonos hacemos uno con el Hijo de Dios y de María, no podemos cumplir nuestra vocación.

Encontrarse con Jesús debe considerarse como acción del Espíritu Santo. Nadie va a Jesús si el Espíritu no mueve su corazón y conciencia hacia Él. Es el Espíritu quien no lo entrega en los sacramentos de la Iglesia y hace que lo encontremos en los hermanos.

Jesús, el camino hacia la intimidad con Dios

El cristocentrismo es el corazón de la catequesis, es decir, “el centro de la catequesis es la persona de Jesucristo vivo, presente y operante.” (DC 169) Este es el verdadero contenido, encontrarse con Cristo, en virtud de la acción de su Espíritu, para que los que desean ser discípulos suyos, él les proponga un camino concreto de seguimiento, un proyecto de vida, que les permita participar de la intimidad filial que él mantiene con el Padre.

Toda la acción catequética, la vida de la comunidad, el acompañamiento de fe, la oración constante todo ha de ser vehículo del Espíritu para  llevar a los iniciados a reconocerle como el Maestro y Señor y avancen  por las sendas eclesiales que les introduce en el misterio amoroso de Dios.

Entrar en contacto con Jesucristo

En la catequesis debe ocurrir algo, no se trata de cumplir un programa. En un momento el iniciado debe reconocer ese encuentro con Jesús en algo ha cambiado su vida.

Las celebraciones litúrgicas deben ser auténticas celebraciones no simple ritos litúrgicos. Lo que la Palabra proclama, la gracia del Espíritu lo hace presente y permite ser reconocido en la fe de la comunidad el Misterio de Jesucristo. De alguna manera quien participa en la liturgia, especialmente la Eucaristía, y lo hace una manera plena, experimenta la presencia del Espíritu actuando, que nos permite reconocer Cristo vivo y resucitado y nos hace uno con Él.

Llegar a ser Hijo y hermano es el contenido de la iniciación cristina, ello solo puede suceder si estamos unidos a Jesucristo (Rom 8,2).

Claves pedagógicas

Nunca olvidar que la catequesis no pue ser reducida a una actividad meramente humana, es un servicio que la Iglesia presta para que Dios actúe por medio de su Espíritu para que cumpla la vocación divina en los que desean ser sus discípulos.

 

Jesucristo es a la vez contenido y método de la catequesis. Solo siguiendo sus pasos se conoce su Misterio y sus discípulos pueden semejarse a él y con él  sean hijos  de Dios y hermanos de los demás .

Nos preguntamos

¿A la luz de estas enseñanzas ¿cuál es la finalidad que persigue el dispositivo catequético en tu parroquia?

¿En el itinerario catequístico piensas que los que participan reconocen que Jesucristo es una persona real?

15. Nuestra vida forma parte de la historia de la salvación

La historia de la humanidad, por la presencia del Espíritu Santo, es también historia de salvación.

El mensaje cristiano, por tanto, siempre debe ser presentado en relación con el significado de la vida, de la verdad y de la dignidad de las personas. Cristo vino para nuestra salvación, para que tengamos vida en abundancia (Jn10,10)

No sabemos conjugar los tiempos de Dios

A veces, cuando nos acercamos a la Biblia nos quedamos estancados en el pasado, y cuando estamos en el trajín de cada día, todo lo que sucede, los mayores dicen: todo está en la Biblia.

Hay una tercera forma de conjugar los tiempos de Dios. Un día para Dios es como mil años para nosotros, nos dice Pedro. Procuremos en la catequesis ayude a nuestros destinatarios a que sepan conjugar le voluntad de Dios con nuestro quehacer de cada día, dejémonos arropar por su misericordia y su gracia,. Que imagen más bella; como el águila revolotea sobre sus polluelos, así Dios es con sus hijos.

La actualidad de la Pascua

La Pascua del Señor Jesús recreó el mundo. En su encarnación no solo se hizo uno de nosotros, sino que nos hizo a todos participas de su vida inmortal. Toda la historia de la salvación, desde los orígenes de mundo hasta el final de la historia terrena, se ha concentrado en la Pascua de Cristo y, por el don del Espíritu, ahora está activa en todo tiempo y lugar.

En el surco de la Historia de la salvación

La catequesis tiene la hermosa tarea de mostrar como las hazañas que hizo Dios en el pasado y los signos de Jesús siguen presentes, los sigue realizando ahora  en aquellos que buscan liberarse  e cualquier atadora de pecado  y aspiran a la plenitud de vida más allá de la muerte.

Esta realidad no puede ser activada por la exposición de la sola doctrina, debe ser presentada en relación con el significado de la vida, de la verdad de la dignidad y el servicio a la persona.

A través de la celebración litúrgica, en los sacramentos especialmente, esta extraordinaria gracia de salvación se hace presente. La Pascua, misterio de gracia y salvación se actualiza por el Espíritu que nos permite decir:” Abba, Padre”

La obra de Dios se hace vida por medio del seguimiento de Cristo. Al vivir según el evangelio, el cristiano y no solo es receptor de la salvación divina, sino que también se convierte en un servidor de esa historia que Dios quiere seguir realizando con todos los hombres que vienen a este mundo.

Vivir con esperanza

La historia es salvación porque tiene un horizonte de plenitud. Los que se inician pueden experimentar la libertad y la confianza que brotan de las palabras de Jesús en la cruz: “hoy estarás conmigo en el paraíso”, y esta esperanza que surge de estas palabras es más fuerte que cualquier infortunio o decepción.

Esta característica escatología de la fe debe estar, de alguna manera en nuestra catequesis, sino le fallamos a el don total de Dios y al anhelo más profundo del hombre.

Por la acción del Espíritu y el testimonio como horizonte integrarla en el plan de salvación de la Iglesia los cristianos puedan vivir una esperanza libre y luminosa. En realidad, para quien tiene fe “el Señor no tarda en cumplir sus promesas…” (2Pe 3,9)

Claves pedagógicas

Dios, aunque sea de un modo misterioso, sigue obrando la salvación. La fe es histórica porque dirigida a la vida tiene como horizonte integrarla en el plan salvador de Dios.

La catequesis ha de presentar los grandes momentos de la historia de la salvación, y a través de la Pascua de Cristo, ha de manifestar su correspondencia con los acontecimientos y vida de los que inician. No es teoría, ni doctrina, es salvación de dios que, por su Hijo, Jesús, y en virtud de la gracia del Espíritu, actúa en la vida.

No debe faltar el horizonte escatológico en el anuncio del evangelio, porque fallaríamos al plan de pleno de Dios. Por eso, decimos: Ven Señor, Jesús, y anunciamos su muerte hasta que vuelva.

Nos preguntamos

¿Qué valor damos al carácter histórico de nuestra fe? ¿Estamos convencidos que Dios ya está actuando de aun antes de que nosotros lo anunciemos?

¿En nuestra catequesis, ¿ponemos en relación liberación y vida después de la muerte? ¿Pero, también estamos atentos a relacionar salvación eterna y liberación histórica del ser humano?

 

16. El Espíritu “nos primerea” con su gracia

“Toda la catequesis debe ser “una catequesis e la gracia, pues por la gracia somo salvados, y también por la gracia nuestras obras pued dar fruto para la vida eterna”. “La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomo la iniciativa, la ha primereado en el amor (1Jn 1,10); y, por eso, ella sabe adelantarse” (EG 24) (DC,174)

El Señor toma la iniciativa

Tenemos que cuidarnos de creer que los resultados dependen exclusivamente de nuestro buen hacer y de las capacidades de aquellos a quienes atendemos. Nuestra tentación es la de querer servir a Dios, pero sin contar con Dios. Nos esforzamos por acompañar a nuestros catequizandos para que encuentren a Jesús, y que nuestros comentarios sean significativos, pero, a veces, olvidamos que el encuentro con Jesús es pura gracia, y sólo el Espíritu puede hacer que nuestra palabra proponga la Palabra de Dios.

La primacía de la gracia

El Espíritu Santo es el don que el Resucitado nos envía desde la gloria del Padre. Olvidar la acción precedente del Espíritu, y la primacía de su gracia, puede hacer que nuestras catequesis se reducirán a unas actividades didácticas, incluso educativas, pero que no ayudan a reconocer ni a recorrer la senda que el Espíritu abre a cada cristiano en Jesucristo.

La verdadera catequesis siempre se ha de concebir como un servicio a la gracia del Espíritu. Él es el verdadero protagonista de la misión eclesial, general, y de la catequesis de modo particular. Es su gracia la que abre el corazón de los creyentes y les da el don de aceptar y creer el Evangelio. Y ella, también, tiene el poder para transformar a los discípulos e Jesús a semejanza de su maestro y Señor.

Colaboradores del Espíritu

Dios ha querido contar con la colaboración de la comunidad que su Hijo ha reunido en torno a sí. Los catequistas como miembros de la comunidad tenemos l tarea de servir la Palabra de Dios y procurar que encuentre eco en la vida de los que se forman como cristianos.

El servicio que la catequesis presta a la Palabra es el mismo servicio que presta esa acción misteriosa de la gracia. Lo que parece oculto se revela cuando el anuncio del evangelio lo saca a la luz. Cuando ese anuncio encuentra eco en la vida de los que se inician y los mueve a la fe, respondiendo a esa gracia que les precede. Así el creyente reconoce a Jesús, en su propia vida, se encuentra con Él, y puede recorrer el camino de conversión y fe propio de un cristiano.

La belleza del evangelio

Que alegría y que belleza cuando descubrimos que nuestro humilde servicio a favorecido el encuentro con Jesús y los miembros de nuestro grupo se han llenado de gozo y han sentido una mayor libertad. Cuando nos dejamos invadir por la alegría e encontrarnos con <Jesús vivo, salvador, amigo, Maestro y Señor, experimentamos que el Evangelio es cierto y que posee una fuerza de gracia que transforma la mentalidad y aun la vida.

Claves pedagógicas

El secreto una buena catequesis es que sea considerada como una sencilla colaboración con el maestro interior que abre los ojos de la fe y da el gusto de aceptar a Jesús como Maestro y Señor.

El Evangelio de Jesucristo mueve a la fe y a la conversión más por su belleza que por las ideas o normas que emanan de él. Esta belleza se va descubriendo cuando dejamos actuar al Espíritu que con la luz de la Palabra revela la presencia de Jesús en la vida d los iniciados y da testimonio del amor misericordioso del Padre.

Nos preguntamos

¿Reconocemos el protagonismo del Espíritu en nuestras catequesis? ¿Es motivo de diálogo en nuestras reuniones de catequistas?

¿Sabemos facilitar la acción del Espíritu y los misterios de Cristo que propone la Palabra de Dios? ¿Nos esforzamos en avanzar en una catequesis más espiritual y kerigmática? ¿Qué formación deberíamos tener?

 

17. La comunidad eclesial nos introduce en la comunión trinitaria

“La fe tiene una configuración necesariamente eclesial, se confiesa dentro del cuerpo de Cristo, como comunión< real de los creyentes” (LF 22) Esa es la afirmación de dentro de nuestra comunión cristiana.  La comunión vivida con el Padre, por Cristo y en el Espíritu y también con la con la comunidad de los creyentes por obra del mismo Espíritu. Educando en la comunión, la catequesis nos educa a vivir en la   Iglesia y como Iglesia (Cf. DC,176)

Catequesis en la Iglesia

Somos catequistas por ser miembros de la comunidad cristiana y por estar al servicio de una tarea esencial para la misma comunidad, la de alumbrar en la fe a los hijos de Dios.

Al ser llamados a ser catequistas y dar testimonio de amor, tenemos la convicción de que solo podemos hacerlo unidos a la Iglesia y que el éxito de nuestra labor pasa por ayudar a los nuevos discípulos de Jesús a entrar en contacto con la comunidad eclesial, hasta que lleguen a ser y sentirse miembros de la familia de Dios.

Un misterio envuelve la comunidad cristiana

Debemos cuidar no presentar la Iglesia como un grupo más ni como una asociación internacional, una ONG humanitaria o un grupo ideológico o de amistad y, de este modo, el misterio que envuelve a la comunidad cristiana les pasa inadvertido.

Lo extraordinario de la Iglesia es el misterio que la envuelve. Ella es signo o sacramento que Dios Trinidad ofrece al mendo para revelar el misterio de amor y hacer partícipe de él. Cada comunidad cristiana es una porción de la familia de Dios que el Padre, por medio de su Espíritu de amor, reúne en torno a su Hijo, Jesús. Y aquellos que participan en de la vida eclesial son los que, por la fe, han respondido a la convocatoria de la Palabra divina, se reúnen en torno a la Eucaristía y, al comulgar el Cuerpo de Cristo, son hechos hijos en el Hijo y hermanos en el Hermano para colaborar con l a venida del Reino de dios.

La comunidad cristiana es catequesis viviente

“La comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Siendo lo que es, celebra, vive y permanece siempre como espacio vital indispensable y primario de la catequesis” (DGC 141). Al ser lo que es y al realizar las tareas que el Señor le ha encomendado: predicar la Palabra, celebrar los sacramentos vivir la vida como servicio y fraternidad, orar al Padre por el bien del mundo…, ella se ofrece como mediación de esa vida que Dios otorga como gracia a los discípulos de su Hijo, Jesús.

Poner en relación con la comunidad eclesial

Poner en contacto con la vida real de la comunidad es el contenido y el método de la catequesis. Hemos de esforzarnos para que los que se inician se sienta convocaos a la comunidad.

Nuestros encuentro de catequesis ha de ser reflejo, con sus luces y sus sombras, de como la comunidad cristina media la gracia divina y permite  entrar en contacto con el misterio del Dios -Trinidad que revela a Jesús.

Los encuentros han de poner en relación la vida eclesial con los anhelos más profundos y con las experiencias humanas fundamentales que portan los que se inician, para que así puedan experimentar, de un modo encarnado, la novedad del Evangelio.

Los que se inician deben superar el racionalismo y sus propias experiencias subjetivas, por muy intensas que sean. La catequesis les ha e ayudar a que su experiencia sea eclesial, es decir, fundada en la fe y en el testimonio de la Iglesia, lo que les responsabiliza de participar de una manera activa en la vida dela propia.

 Los catequistas somo mistagogos que desvelan el misterio divino – mediado por Jesucristo - que se hace presente en la vida de la comunidad cristiana. Como la vida Cristian tiene un carácter sacramental, el catequista debe acompañar al iniciado con un diálogo mistagógico que ayude a pasar de su realidad visible al misterio que en ella se hace presente.

Claves pedagógicas

La Iglesia tiene un carácter sacramental. Ella media el misterio de Dios-Trinidad. La comunidad eclesial testimonia que Jesús sigue vivo y que, por medio de su Palabra y la acción del Espíritu, reúne a sus discípulos en torno a sí para que participen de su relación filial con el Padre y fraternal con los hermanos.

La comunidad cristina es el método y el contenido de la catequesis. Los catequistas deben favorecer la relación de los que se inician entren en relación y participación de la vida de la comunidad. Ayudarles a pasar, por la fe, de lo visible de la vida eclesial al misterio de Jesucristo, puerta de acceso a la comunión trinitaria.

Nos preguntamos

¿Nos reconocemos y nos sentimos llamaos y enviados por nuestra comunidad? ¿Cómo es la calidad de nuestra participación en la vida comunidad, de la parroquia?

¿Qué dificultados encontramos para poner a nuestros destinatarios en contacto con la comunidad? ¿Qué pasos para facilitar que los que se inician reconozcan el misterio que habita en la Iglesia?”

 

18. El kerigma, germen de unidad e integridad de la fe

“Todas las verdades reveladas proceden de la misma fuente divina y son creídas con la misma fe, pero algunas de ellas son más importantes por expresar más directamente el corazón del Evangelio.” (EG 36) La unidad orgánica de la fe da testimonio de su esencia, última y permite anunciarla y enseñarla en su inmediatez, sin omisiones o recortes. La enseñanza, aunque sea gradual y con adaptaciones a las personas y a las circunstancias, no tiene por qué afectar a su unidad y organicidad. (DC, 178)

Sensación de complejidad

Los catequistas cuando preparamos nuestras programaciones tenemos la impresión de que tenemos “mucha materia que dar”. Los que se acercan a la catequesis piensan que par ser cristiano hay que saber muchas cosas, cumplir muchos preceptos y participar en muchas actividades eclesiales. Ello puede fomentar una idea de que lo complejo de nuestra fe y de los difícil de vivirla. Esto puede afectar a nuestra labor y pensar que no logramos introducir en toda la verdad cristiana ni articular todas las dimensiones de la vida de fe.

A partir del kerigma

Para superar esta sensación debemos encontrar un centro, un elemento del que brote toda la vida cristiana, articule todas sus dimensiones y les dé su último sentido. Ese centro es el kerigma, el primer anuncio.

El kerigma es como ese grano de mostaza del que os habla el Evangelio (cf. Mt 13, 31-32) El kerigma es trinitario. Por su medio, el Espíritu revela a Jesucristo vivo y mueve a ofrecer que, a través de su  Pascua, la misericordia  de Dios nos alcanza y nos convierte en hijos suyos. El anuncio es un aconteciendo por el que Jesús se hace presente. El anuncio nunca se agota, al contrario, late en todas las tareas de la catequesis.

Organicidad de a fe

La catequesis no se reduce a puro anuncio y propuesta. Es preciso que la catequesis desarrolle toda la potencia de vida de ese núcleo germinal y lo ofrezca como la luz de Cristo que se proyecta sobre todas las dimensiones de la vida cristiana. El misterio de Jesús se reconoce en la fe cristina, se entra en comunión con él al participar en la vida litúrgica y sacramental

De la Iglesia; se logra ser discípulo suyo cuando se sigue sus huellas; se comparte su relación filial con el Padre al hacer propia su oración.

La vida cristiana encuentra en el kerigma su fuente y articulación. A partir del anuncio kerigmático la catequesis articula  y da coherencia  a toda la actividad iniciática  y es la condición para que  los creyentes conozcan a Cristo y se llenen de gozo y admiración por su misterio salvador.

Al servicio de la unidad y la integridad

Los cristianos estamos unidos por una misma fe. Y nadie puede prescindir de algún elemento de la confesión apostólica sin dar la espala a la comunión eclesial. No obstante, a la fe común e integra se accede de un modo gradual. La catequesis debe acomodarse a los pasos que van dando los que se inician.

Proponerles los misterios de la fe y las mediaciones eclesiales, acompañándolos con paciencia para que los nuevos discípulos hagan su propia confesión apostólica.

La receptividad de los iniciados permite que la gracia de divina mueva su libertad y, por una fe cada vez más madura, logren insertarse en la comunidad eclesial y tener acceso a los misterios de Cristo que en ella se actualizan.

Claves pedagógicas

La confesión de la fe es principio de unidad y se realiza en comunión con la Iglesia. No es algo teórico, sino lleno de vida, que exige a la catequesis en su dinamismo iniciático,  integridad y completa conforme  con su organicidad .

Sobre la fe que los discípulos de Jesús han dado al anuncio del Kerigma, la catequesis trabaja. Y Ella adapta su actividad al proceso  de conversión y de fe  que el Espíritu provoca  en ellos, y de un modo gradual,  les introduce en todas las dimensiones de la vida de fe que les permite entrar en comunión con el misterio  de Cristo.

Nos preguntamos

¿Cómo es nuestra fe, es integra y plena? ¿Qué aspectos subrayamos y con cuáles tenemos más dificultades en vivirlos?

¿Nuestra catequesis están al servicio de la comunión eclesial, dando prioridad al kerigma y utilizarlo a través de todo el proceso de iniciación?

 

 

 


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