Estamos concluyendo un año litúrgico.
La Iglesia nos invita, siguiendo la Palabra de Jesús de Nazaret, a dirigir una mirada de esperanza a este mundo de tantas catástrofes, guerras, migraciones, hambrunas y convulsiones sociales y eclesiales.
Frente a una realidad que pareciera que nos invita a pensar en el fin del mundo, como expresión reivindicativa contra los que favorecen tanta injusticia y oprobio, la Iglesia nos llama a mantener la capacidad de escucha en el actuar de Dios, en los signos de los tiempos.
Una mirada desde una presencia activa, desde un actuar esperanzado. La Palabra nos recuerda que Dios hace todas las cosas nuevas.
Siendo conscientes de nuestros problemas, dificultades e inquietudes, busquemos en Jesús la luz y la fuerza necesarias para que el momento histórico que nos toca vivir lo afrontemos de manera lúcida y sensata.
Vivamos con dignidad y fe, como verdaderos discípulos de quien entregó su vida por nosotros y nos reveló el inmenso amor de Dios por este mundo, obra de su amor y providencia.
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