En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar,
y pasó la noche orando a Dios Lucas (6,12-19)
El domingo pasado escuchamos el llamamiento de Jesús a
orar siempre y sin desfallecer, hoy nos alerta de que no es suficiente con orar
siempre.
Hay que orar bien, de la forma correcta. Todos sabemos que no podemos desear mal a nadie y es
una blasfemia pedir a Dios el mal para alguien. Pero puede haber oraciones
“equivocadas”, que no sirven para escuchar a Dios, sino para gloriarnos de nosotros
mismos.
Los piadosos corremos el riesgo de
utilizar la oración para justificarnos a
nosotros mismos, aunque sea con el desprecio al prójimo y ofensa al Dios que
escucha la oración del oprimido y acepta la plegaria de quien le sirven de
buena gana.
Nos hemos acostumbrado a que se nos
reconozcan los méritos. “Hemos trabajado y estudiado tanto que me lo merezco”, solemos
decir. Esta es la mentalidad del mundo, lo he conseguido por mi mismo, en el Reino
de Dios todo es gracia, don de Dios
“El
Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.” Ante Dios no
hay diferencia entre pobres y ricos, humildes y poderosos. La justicia de Dios,
si por algo se caracteriza, es por estar siempre del lado de los más pobres, que
escucha la oración del oprimido y acepta la plegaria de quien le sirven con
humildad y de buena gana.
El fariseo satisfecho de sí mismo no reconoce la bondad
de Dios, solo reconoce sus obras, pero lo que le perdió fue el considerarse
superior a los demás. Ser bueno implica también ser humilde.
A los ojos de los
hombres, el publicano era un ser despreciable, pero Dios, que no ve las cosas
como los hombres, lo ama y escucha. Y le concede la justificación,
la gracia, porque fue sincero para con Dios. El afligido invocó al Señor, y
él lo escuchó.
Se trata de ponernos en nuestro lugar, de ser humildes
de corazón, y reconocer que estamos necesitados de la gracia de Dios, para
poder alcanzar la salvación. Nuestros méritos ante Dios no son las muchas obras
buenas, sino el querer ser mejor, convertirnos, reconocer nuestra debilidad y
caminar en presencia del Señor.
Agradecidos por que hemos hecho lo que teníamos que
hacer nos consideramos siervos
inútiles (Lc 17,-10). Como un niño pequeño que busca con la
mirada a su madre, y, al verla, se duerme tranquilo. El reino de Dios pertenece
a los que son como ellos y confían en el Señor. (Lc18,16).
Si reconocemos que Él nos ama, y nos ofrece su mano
para seguir adelante, entonces estaremos por buen camino. Y todo lo que
hagamos, será por Dios y para Dios. Lo dice san Pablo: “He peleado el buen
combate, he terminado la carrera, he mantenido la fe.” El Señor estuvo a mi
lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el
mensaje y lo oyeran todas las naciones. Ojalá nosotros podamos decir lo mismo y
nos sentiremos justificados, como el
publicano, nunca es tarde para volver a empezar.
Señor,
reconocemos nuestras dudas y debilidades, perdona nuestros pecados y
concédenos: que no nos acomodemos a la justicia del mundo, sino a tu justicia: que
reconozcamos tu amor único y tu misericordia infinita. Amén
Ya no son, como antes , solo las estructuras externas las que nos oprimen; ahora es el propio sujeto quien se exige cada vez más, en nombre de la eficacia, la realización personal, las exigencias institucionales , la productividad y el éxito.
Solo seremos testigos de Dios si nos dejamos amar y amamos. "Siempre trabajas y moviéndote de un lado al otro sin parar , nunca te has detenido y me has mirado a los ojos".
El descanso verdadero sólo lo puedo encontrarlo cuando soy capaz de poner nombre a mi insatisfacción, a mis molestias corporales, mi desgaste, no dormir bien y mi desaliento , aquello que me hace pasarlo mal, delante de Dios, de mi mismo y a las personas que en verdad pueden ayudarme.
Si me esfuerzo, en verdad, por encontrar caminos seremos, sobrios y novedosos de paz: una relación de amistad, un silencio orante prolongado, hacer gestos que transformen lo ordinario en comunión, dibujar, tocar la guitarra, escribir dando voz a los que está dentro, un filme interesante, una visita a un familiar, un cafe entre amigos, simplemente parparse , respirar profundo y mirar alrededor viendo los detalles que el amor me regala y el descanso nos envuelve.(Mt 6,28)
Dejémonos conducir por el buen pastor que nos hace descansar (Sal 23)
DESCANSO EN TIEMPOS DE PRISA Y PRODUCCIÓN
Salmo 139 – "Tú me sondeas y me conoces" Eclesiastés 3,1-11 "Hay un tiempo para todo, Tiempo de dar gracias."
Descanso y confianza en la providencia están estrechamente unidas. Vamos a reflexionar sobre el descanso sabático.
En el relato del génesis, recogido en el Exodo20,11 como el mandato del Sabbat, es día para contemplar, gozar, para bendecir. No es sólo un alivio para el cuerpo , es un acto espiritual.
El descanso nos hace recordar que “somos criaturas, no dioses, y nuestra identidad no se juega en el hacer constante, sino en el sabernos amados.”
El descanso es un signo de una libertad conquistada y regalada.
En Deuteronomio 5,15 se nos
recuerda: “Acuérdate de que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí a con mano fuerte y brazo extendido. Por eso el Señor tu Dios te manda guarda el sábado”.
Descanso un acto de memoria y justicia. No se ha hecho para la opresión y el trabajo sin alma.
Esta segunda visión añade la dimensión social del descanso. La dignidad del ser humano exige un ritmo justo y liberador en nuestro trabajo. El Sabbat debe ser visto como un acto de solidaridad, de inclusión, de protección frente a la lógica del rendimiento y la obsesión por la norma que aplasta a los más débiles. [ Entendemos la actitud de Jesús rente al Sabbat]
Descansar no puede ser visto como parrar cuando me apetece o buscar una excusa para eludir responsabilidades. El descanso ha de ser la coronación de una tarea, no una sustitución. Hay un cansancio bueno, el de quien ha sembrado y ahora deja que la tierra haga su trabajo.
Creo que pocas veces nos damos cuenta que descansar exige también delegar, confiar en que los otros continuaran la obra. Es un acto de humildad: reconocer que no somos imprescindibles
La vida no es una empresa que nos deba absorbe, sino un don que se construye entre muchos. “Señor, he hecho lo que he me fue mandado, somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.(Lc 17,10)
Nuestro descanso debe ser inclusivo. Procurar hacer de nuestro descanso en un gesto de fraternidad, en espacio compartido, en responsabilidad por el descanso ajeno.
Jesús, el descanso que renueva la vida
Resulta llamativo que uno de los motivos que más tensiones provocó entre Jesús y las autoridades religiosas de su tiempo fuera precisamente el sábado. Luego podemos pensar que no es un tema baladí.
Jesús no rompe e sábado sino que quiere devolverle su sentido originario. “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt,5,17)
Lo que era un signo de comunión, de libertad y de confianza se había transformado en un precepto inflexible que generaba miedo, culpa o exclusión. “El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27)
“Vengan ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco” (Mc 6,31) El descanso no es absoluto, la compasión es prioritaria y Jesús interrumpe el descanso para ir a donde la gente el busca como ovejas sin pastor. (Mc 6,34). El descanso en Dios no es evasivo, sino regenerador, un descanso desde la escucha, desde la oración, desde estar con el Padre.
El descanso creyente como un gesto profético de resistencia contra una forma de vida que quiere hacernos creer que solo somos en la medida que hacemos cosas, que producimos.
Defender el descanso para todos; pobres, enfermos, ancianos, explotados, es defender la dignidad humana y la justicia.
El activismo nos hace confundir entrega con agotamiento. La entrega cristiana es un camino de vida abundante en la que cuidamos la gracia recibida y servimos desde la plenitud, no desde la carencia.
Cuando reconocemos nuestra necesidad legítima nos volvemos más compasivos con quienes caminan a nuestro lado.
“En la conversión y en la calma está vuestra salvación, en la serenidad y en l confianza está vuestra fuerza” (Is 30,15)
El descanso como experiencia de oración y contemplación
Encontrar un ritmo que nos reconcilia con lo que somos, dejamos de huir de nosotros mismos y nos dejamos habitar por Dios.
Nuestra oración puede convertirse en un descanso de Dios.
Salmos 62 –