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jueves, diciembre 28, 2023

Familia

 

Sagrada familia

Hace apenas unos días celebrábamos el nacimiento de un niño, en el humilde pesebre de Belem. Toda una extraordinaria oportunidad de contemplar el don de la vida humana engendrada y acogida en la familia. No una familia tradicional, sino la familia que Dios quiere.

Este domingo lo dedicamos a la sagrada familia de Nazaret. Es como reconocer que el acontecimiento único, Dios que se hace hombre, no se agota en al misterio de la encarnación. Dios se va haciendo plenamente hombre en la medida que forma parte de una familia. La familia es escuela de la vida, donde se aprende a ser auténticamente humanos,

En el libro de Sirácides (Si 3,2-6) se no presenta el modelo de familia patriarcal, el respeto, la obediencia y los deberes hacia los padres son el fundamento de la familia. La relación de padres e hijos está basada en la autoridad y en el cuidado y la solicitud de los unos por los otros.

En la segunda lectura, es como un proyecto de vida familiar; la comunión es el centro vital de la familia, desde donde brota la convivencia y la paz. Hoy la Palabra de Dios nos dice: “sobrellevaos mutuamente y perdonaos, sed también agradecidos; y por encima de todo esto, el amor. 

La vida en convivencia, respeto y progreso, que todos deseamos, no es un sueño, y es a través de un camino de esfuerzo y crecimiento es que nos hacemos adultos y con la sabiduría de Dios: cristianos.

Hagamos de nuestras parroquias, de nuestras familias, de nuestros colegios, de los centros juveniles; de nuestra patria entera, una casa y escuela de comunión.

“Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.”  (Col 3,12-21)

En el Evangelio, Lucas nos habla de la familia evangélica. Maria y José no sólo tendrán las alegrías y goces propios de su maternidad y paternidad, y la profunda satisfacción de realizar la misión admirable de ser educadores de la vida; soportaron el dolor y la pena incomparable de quien experimentarán la injusticia, el abandono y abuso de los poderosos; sabrán de exilios, pobreza, persecución y la muerte injusta de su hijo. Por eso a María se le anuncia que “a ti misma una espada te atravesará el alma”. (Lc 2,22-40)

Nosotros debemos tener la convicción de que los sufrimientos y luchas presentes no son en vano, sino la buena tierra donde ya crece, la familia que Dios quiere. 

Señor que seamos buenos cristianos para llegar a ser honestos adultos.

 El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría;                   y la gracia de Dios estaba con él.



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