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sábado, noviembre 01, 2025

DIA DE TODOS LOS SANTOS

 


Amigos fuertes de Dios

Miré y había una muchedumbre inmensa , que nadie podría contar, de toda raza, nación, pueblos y lenguas. Son los que vienen de la gran tribulación, es decir, que han sufrido lo indecible. Pero vienen triunfantes. 
Somos unos pobres humanos pero tenemos la enorme dignidad de ser hijos. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.
En la fiesta de Todos los Santos, la Iglesia nos recuerda que todos los bautizados estamos llamados a la santidad, a vivir una vida plena, llena de sentido , una vida que permanecerá para siempre en el encuentro con Dios, lo veremos cara a cara.
Podemos acercarnos a esta llamada a la santidad acogiendo Palabra no presenta que nos dice : Ser santos es  aceptar una y otra vez el perdón y la reconciliación que solamente nos puede alcanzar la sangre de Cristo.
Son los que pasan por las tribulaciones cotidianas con  entereza, paz .
Son los que mantienen su dignidad y defienden la de los demás como hijos de Dios.
Son los que han descubierto la enorme riqueza de Dios Padre por la que pueden estar desprendidos de todo con la más absoluta confianza; son los que reconocen que la su fuerza viene de la alegría inacabable de Dios.
Los mansos que, como coherederos con Cristo, heredarán la tierra. Son los amigos fuertes de Dios, herederos del Reino. Y son una enorme, universal y perfecta multitud entre la que esperamos contarnos.


Dios,  padre y amigo nuestro, gracias por tu llamada, danos tu gracia para poder corresponde a tanto amor y en nuestra vida de cada día ser testigo de tu inmenso amor por todos y poder acércanos a los que necesiten descubrir ese amor  que les ofreces. Amén


jueves, octubre 30, 2025

Me refugio en Ti.

 "Cuantas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pañuelos bajo sus alas, y no habéis querido".      (Lc 13, 34)



Guárdame, oh Dios, pues me refugio en ti. Yo le he dicho: 'Tú eres mi Señor, no hay dicha para mí fuera de ti."
Por eso está alegre mi corazón, mis sentidos rebosan de júbilo y aún mi carne descansa segura:
pues tú librarás mi alma de la muerte, ni dejarás que se pudra tu amigo.
Me enseñarás la senda de la vida, gozos y plenitud en tu presencia, delicias para siempre a tu derecha. Del Salmo 16)

miércoles, octubre 29, 2025

...todo les sirve para bien.

 "A los que aman a Dios todo les sirve para bien: a los que ha llamado conforme a su designio "(Rom 8, 28) 

Evangelio 

"Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas... No sé de donde son . Aléjense de mi todos los que obran la maldad" (Lc 13, 22-30).

                                                 


      Padre mío, me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
                           con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre.                           

martes, octubre 28, 2025

Orando a Dios

 



En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, 

y pasó la noche orando a Dios  Lucas (6,12-19)






viernes, octubre 24, 2025

El que se humilla será enaltecido

 


Dios mío, ten piedad de mi que soy un pecador         

Saludos hermanos:

El domingo pasado escuchamos el llamamiento de Jesús a orar siempre y sin desfallecer, hoy nos alerta de que no es suficiente con orar siempre.

Hay que orar bien, de la forma correcta. Todos  sabemos que no podemos desear mal a nadie y es una blasfemia pedir a Dios el mal para alguien. Pero puede haber oraciones “equivocadas”, que no sirven para escuchar a Dios, sino para gloriarnos de nosotros mismos.

Los piadosos corremos el riesgo de utilizar la oración para  justificarnos a nosotros mismos, aunque sea con el desprecio al prójimo y ofensa al Dios que escucha la oración del oprimido y acepta la plegaria de quien le sirven de buena gana.

Nos hemos acostumbrado a que se nos reconozcan los méritos. “Hemos trabajado y estudiado tanto que me lo merezco”, solemos decir. Esta es la mentalidad del mundo, lo he conseguido por mi mismo, en el Reino de Dios todo es gracia, don de Dios

 “El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.” Ante Dios no hay diferencia entre pobres y ricos, humildes y poderosos. La justicia de Dios, si por algo se caracteriza, es por estar siempre del lado de los más pobres, que escucha la oración del oprimido y acepta la plegaria de quien le sirven con humildad y de buena gana.

El fariseo satisfecho de sí mismo no reconoce la bondad de Dios, solo reconoce sus obras, pero lo que le perdió fue el considerarse superior a los demás. Ser bueno implica también ser humilde.

A los ojos de los hombres, el publicano era un ser despreciable, pero Dios, que no ve las cosas como los hombres,  lo  ama y escucha. Y le concede la justificación, la gracia, porque fue sincero para con Dios. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

 

Se trata de ponernos en nuestro lugar, de ser humildes de corazón, y reconocer que estamos necesitados de la gracia de Dios, para poder alcanzar la salvación. Nuestros méritos ante Dios no son las muchas obras buenas, sino el querer ser mejor, convertirnos, reconocer nuestra debilidad y caminar en presencia del Señor.

Agradecidos por que hemos hecho lo que teníamos que hacer nos consideramos siervos inútiles (Lc 17,-10). Como un niño pequeño que busca con la mirada a su madre, y, al verla, se duerme tranquilo. El reino de Dios pertenece a los que son como ellos y confían en el Señor. (Lc18,16).

Si reconocemos que Él nos ama, y nos ofrece su mano para seguir adelante, entonces estaremos por buen camino. Y todo lo que hagamos, será por Dios y para Dios. Lo dice san Pablo: “He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he mantenido la fe.” El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Ojalá nosotros podamos decir lo mismo y nos sentiremos  justificados, como el publicano,   nunca es tarde para volver a empezar.

      Señor, reconocemos nuestras dudas y debilidades, perdona nuestros pecados y concédenos: que no nos acomodemos a la justicia del mundo, sino a tu justicia: que reconozcamos tu amor único y tu misericordia infinita. Amén

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