Desde un artículo de Koldo Gutiérrez en la revista Misión Joven, mayo 2023
Pastoral juvenil
El sínodo sobre los jóvenes y la Christus vivit son el
hoy de la pastoral juvenil a nivel de propuesta y reflexión.
El panorama actual de la pastoral juvenil
transcurre en procesos, de mediaciones
educativas y de formación. Educar y evangelizar están muy relacionadas aunque
diferentes. La educación nos sitúa en la cultura y en la necesidad de procesos.
La evangelización prioriza el anuncio y el testimonio pero también debe darse
en un proceso personalizado.
Ver, juzgar y actuar con una definida opción
kerigmatica y catequética. Valorar la experiencias de primer anuncio, dentro de
una pastoral directa, esto produce un gran impacto en los jóvenes, y grupos como Emaús y Éfeta y algún otro
utilizan esta propuesta. Esta ultima propuesta a veces desconfía de los
procesos por un exceso de reglamentación, pero olvidan que la vida cristiana es
ante todo cotidianidad, crecimiento y compromiso con la justicia.
Valorización de la espiritualidad . Entre los jóvenes
hay muchos buscadores y estos se acercan a
las personas que ya han encontrado y tienen algo que contar y compartir.
Hay que ofrecer a los jóvenes ilusión , estilo y aliento. Encontrarse con los
buscadores es encontrar puentes de comunicación que nos permitan hacer
propuesta y nos permitan superar las imposiciones y estilos directivos.
Entre los elementos presentes en el nuevo compromiso
con la pastoral juvenil destacamos la
conversión que toca a las personas en todas sus dimensiones: una conversión
personal, espiritual y pastoral. Por eso, hablar de conversión pastoral implica
implica una actitud plena de fe y amor a nuestro tiempo y a las diferentes situaciones y experiencias presentes en el
mundo actual y con la profunda convicción de que lo que hoy sembramos dibuja el
futuro.
Los cambios que los jóvenes piden a la Iglesia va más
allá de unos retoques y actividades novedosas, toca el corazón mismo de la
comunidad eclesial favoreciendo procesos fuerte de discernimiento en función de
la misión evangelizadora.
Necesitamos mantenernos cercanos a los jóvenes, no
solo físicamente sino sobre todo emocionalmente. Superar el sindrome de Jonás que
sigue siendo una meta.
Jonás no comparte la intención de Dios en su
misericordia para todo el pueblo de Nínive. Necesitamos la evangelización
permanente de los evangelizadores, la calidad cristina de la comunidad ,
manifestada en la compasión, cercania y misericordia para con todos. Sólo una comunidad
evangelizada puede evangelizar.
En un
clima sinodal como el que la iglesia intenta vivir,
1. debemos asumir urgentemente la necesidad de
aprender unos de otros.
Hemos de superar una actitud completiva y una susceptibilidad enfermiza a toda
crítica u observación, eso permitiría aceptar las buena prácticas metodologías, lenguajes y motivaciones que han resultado atractivas en la
pastoral juvenil y eficaces para comunicar la alegría del evangelio. Yendo más allá de las etiquetas que solemos colocar
a las iniciativas de los demás.(ChV 205)
2,
Otro elemento de la sinodalidad es el caminar juntos que nos lleva a
valorar los carismas que el Espíritu concede según la vocación
recibida, y convertir los movimientos y grupos en instrumentos de participación
y corresponsabilidad en la Iglesia. No hay que excluir a nadie, ni dejar que
nadie se autoexcluya. (ChV 206 )
3,
La centralidad de Jesucristo es el fundamento de nuestra vida personal,
comunitaria, y de nuestra pastoral. Lo que piden los jóvenes no es tanto una
Iglesia que les instruya sino una Iglesia que les acompañe hasta Jesús.
4.
No somos un mercado de productos religiosos, ni una organización para
entretener. Somos ante todo una comunidad que acoge la llamada del Señor y se
compromete en la construcción del Reino. Tenemos el reto de formar comunidades
vivas y alegres, gracias a nustra dignidad bautismal y a la amistad con Cristo..
En
la Iglesia nace nuestra fe, recibimos el
anuncio, celebramos el misterio de Dios, nos comprometemos con la misión, en
definitiva somos engendrados como hijos en la Iglesia. Si perdemos la Iglesia
perdemos nuestras raíces.
Todo
esto lo podemos expresar a través de nuestro esfuerzo por descubrir nuestra auténtica
identidad de hijos amados y nuestra pertenencia a la comunidad de Jesús. La vida
en Cristo no vincula en comunión y fraternidad y nos hace testigos de vida inmortal
en fidelidad al amar y la gracia recibida.
Este
tiempo nuestro nos proporciona una experiencia, no despreciable, que nos
facilita a volver a Galilea, al origen de nuestro encuentro con el Señor, es el
sentido de pequeñez y de vulnerabilidad
que nos envuelve, pero que nos permite poner a Dios primero, que sigue
actuando y, gracias a su acción, la cosecha será un regalo suyo.
“La
pedagogía divina se caracteriza entre otros por los rasgos de la generosidad, la paciencia y la
confianza. Hoy más que nunca son necesarios
educadores-pastores generosos, pacientes y dignos de confianza”. María
es el icono de estas virtudes que la hicieron madre de la Iglesia, signo de la
ternura de Dios , de su generosidad, paciencia y confianza.