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miércoles, noviembre 22, 2023

El nuevo paradigma de la Catequesis

 El nuevo paradigma de la catequesis: Un itinerario válido en el camino del anuncio y de la proposición de la fe, como también de la respuesta libre y gozosa de los fieles.

·       La palabra de Dios tiene la primacía en toda la labor evangelizadora; en la catequesis es el eje y el camino para el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que constituye el objeto fundamental de todo el itinerario catecumenal que se encuentra a la base de todo proceso iniciático.

“Toda la evangelización está fundada sobre la Palabra de Dios, escuchada, meditada, vivida y testimoniada” (DC283).

·       Proclamar con parresia el primer anuncio, el kerigma, que “es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre” (EG 164).

Todo cristiano debe “dejarse llevar por el Espíritu en el camino del amor, de apasionarse por comunicar la hermosura y la alegría del Evangelio y de buscar a los perdidos en esas inmensas multitudes sedientas de Cristo” (GE 57).

·       El encuentro con Jesucristo, que realizamos a través de las Escrituras, nos lleva a la Eucaristía donde el Señor nos reclama que pongamos en acto el mandamiento del amor. Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de nuestra vida, que viene a nuestro encuentro y camina nuestro lado alimentándonos con el Pan de vida. De ahí la importancia de la participación activa en la celebración dominical de la Eucaristía, que ha de convertirse en el centro de la vida cristiana.

  •       La participación directa y permanente en la comunidad cristiana, que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, transmite, da razón, anima y fortalece la fe. La comunidad constituye la forma visible de la Iglesia, pueblo santo de Dios, que actúa en nombre de Cristo que es su cabeza. La comunidad cristiana recibió el mandato misionero, de tal manera que todos sus miembros: obispos, sacerdotes, miembros de la vida consagrada y fieles laicos, son responsables de su cumplimiento.

El mensaje que debemos transmitir es el kerigma, la buena noticia: el amor de Dios que nos cubre permanentemente con su misericordia y nos concede el perdón de nuestras faltas, para librarnos de la muerte eterna, se mostró en toda su grandeza en la encarnación, vida predicación, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Señor.

·       Siempre atentos, nunca olvidar que, en nuestra misión, en el mensaje que transmitimos no estamos solos, puesto que contamos con la luz y la presencia del Espíritu Santo, “verdadero protagonista de toda acción eclesial” (DC 23), que nos guía para que responsamos al amor de Dios y colaboremos con nuestra salvación.

 ·       Mucho de los que decimos sobre nuestra misión de discípulos misioneros exige una auténtica conversión pastoral a nivel personal y comunitario, y así nos lo recuerda continuamente el ministerio del papa Francisco. Debemos poner en marcha con profundo ardor misionero el nuevo paradigma de la catequesis, con el fin de que podamos formar auténticas comunidades, donde todos los fieles puedan participar, se sientan acogidos y sean alimentados por la Palabra y la Eucaristía.

·       Esta es la meta que debe alentar y alegrar nuestra entrega y generosidad: empeñarnos con entusiasmo a formar pequeñas comunidades, en donde se viva la comunión y la participación con profundo sentido de sinodalidad.

Queremos construir una sociedad justa y solidaria donde se defienda y se cuide la dignidad de todo ser humano, se deje de lado la injusticia, la desigualdad, y cualquier manifestación de corrupción e igualmente se respete la casa común y haya una justa y equitativa distribución de los bienes que Dios ha puesto a la responsabilidad de cada uno de nosotros. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de catequizar para la vida para que todo actuar cristiano sea una expresión de su amor al Señor y de una auténtica opción referencial por los pobres.

·       Toda esta extraordinaria esperanza y realidad, de alguna manera, ya está presente en la Iglesia y es recogida por el nuevo Directorio para la Catequesis. Allí se habla de la catequesis en clave kerigmática y misionera y del impulso que va tomando en las iglesias la catequesis de iniciación a la vida cristiana (Cf. DC 65).

 Se sugiere que para lograr una coordinación de la catequesis con las demás actividades pastorales evangelizadoras sería oportuno que en las diócesis se establezca una Comisión de iniciación a la vida cristiana en la que confluyan la pastoral del primer anuncio y la catequesis, la pastoral litúrgica y la Caritas, las asociaciones y los movimientos laicales. Sugiere, además,

La pastoral diocesana deberá ofrecer orientaciones comunes para la iniciación a la vida cristiana, ya sea en forma de catecumenado para los no bautizados, ya sea como inspiración catecumenal de la catequesis para quienes ya han recibido los sacramentos, pero se encuentran alejados de la fe, pero sin dejar de lado el constante y necesario acompañamiento de quienes viven con alegría su compromiso bautismal.

·       La renovación de la catequesis apunta a procesos que  marquen toda nuestra existencia , con itinerarios catequísticos bien definidos, pues la vida cristiana no puede reducirse  a determinados momentos, por importantes que sean como es la recepción de los sacramentos, sino que involucra a todo nuestro ser, nuestra libertas, nuestra voluntad, nuestra inteligencia, nuestras actividades, de tal manera que  la fe, nos transmite la comunidad cristiana, nos exige  un comportamiento y una coherencia de vida  que se traduzca  luego en participación activa en la sagrada liturgia y el amor sincero al Señor, vivido y expresado  a través del ejercicio de la caridad. El gran reto que se nos presenta al realizar la misión eclesial es precisamente la de catequizar para la vida.

·       Todo esto exige una verdadera formación de catequistas para que vivan su vocación de discípulos misioneros y puedan acompañar con su testimonio de vida a todos aquellos que les confía la Iglesia. Necesitamos procesos de formación permanente que refuercen la labor catequística.

La figura de María madre de Jesús y madre de la Iglesia nos inspira y acompaña. Escuchemos su invitación: “hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).

María la perfecta discípula como la presentó Jesús: “¡Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan!” (Lc11,27-28)!

María estrella de la nueva evangelización: “Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste el Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregad al Eterno, ayúdanos a decir nuestro “sí” (DC 288).



viernes, julio 28, 2023

Implantación del Ministerio de catequista


 

Ministerio de catequista.

Momento de implantación en las Iglesias particulares

Artículo de Vida Nueva 15/07/2023 por Miguel López Valera a raíz de la publicación de la CEE del documento “Orientaciones sobre de los ministerios de lector, acolito y catequista. “Ad exsperientum” por 5 años. Madrid 2023

https://evangelizacion.conferenciaepiscopal.es/orientaciones-sobre-la-institucion-de-los-ministerios

                 1.  Por dónde empezar?

Ante todo, definir el perfil, el papel y las formas más coherentes para el ejercicio del ministerio de los catequistas, así llegar a diversos tipos de catequistas instituidos. Fijar los criterios para los procesos de discernimiento sobre posibles candidatos y adecuados planes de formación.

Los ministerios son servicios y las necesidades pastorales son necesariamente puntos de referencia para la tarea de estos ministerios. Por tanto, se ha de identificar adecuadamente las exigencias y carencias de la catequesis hoy para establecer las formas del ejercicio de este ministerio; definir los tipos de catequistas y definir sus funciones y competencias específicas. Definir en primer lugar el “para qué” de la institución ministerial de la catequesis es fundamental.

La prioridad no consiste en establecer unos parámetros o medidas de tipo práctico e instrumental ante la escasez de ministros ordenados, no caigamos en la clericalización de la catequesis. No se debe caer en generalización irresponsable, no se puede extender el ministerio a todos los catequistas existentes, y hay que valorar la riqueza y aportación específica a la pastoral catequística de cada catequista y su idoneidad.

El pasaje de Hecho el cap.6, versículos del 1-6 nos permite conocer como fue la institución del diaconado en la comunidad apostólica. La institución hoy del ministerio de la catequesis tiene nace de la necesidad de asumir una nueva etapa evangelizadora con sus nuevos paradigmas.

    Algunos de sus rasgos son estos:

·         La alegría de evangelizar y el dinamismo misionero, para ello es imprescindible la conversión misionera de la entera pastoral,

·         Tener presente los nuevos escenarios donde se lleva a cabo la nueva evangelización, particularmente en los ámbitos del ambiente socio-cultural propio de este tiempo,

·         Reconocerse miembro de una Iglesia Pueblo de Dios en “salida” misionera y sinodal. Una Iglesia corresponsable y ministerial, con una presencia misericordiosa y transformadora en el mundo.

 

 

2.      Las quejas y decepciones en la pastoral catequística actual

Un elemento que debemos asumir y resolver preventivamente a la par que la implementación del ministerio de la catequesis es la situación de mucha preocupación y decepciones en torno a la pastoral catequética, el temor a considerar demasiado exigentes los nuevos paradigmas de la catequesis y, el peor, el desaliento y el descuido que lleva a la indiferencia encubierta en el “siempre se ha hecho así” y no debemos caer en novedades innecesarias de implementar el ministerio del catequista,

Algunas de las razones de este malestar en la catequesis pastoral:

·         La creciente descristianización y secularización en las familias cristianas;

·         Los grandes desafíos para la catequesis asociado al mundo socio-cultural y del mundo digital en particular;

·         Sensible disminución del número de catequistas, su alta edad, cansancio, decepción acumulada en tantos años de servicio sin acompañamiento;

·         La situación en muchas comunidades donde se ha distanciado las celebraciones dominicales, lo cual aleja de la mesa de la Palabra y la Eucaristía.

     Si nos dejamos amedrentar por estas razones, la catequesis desaparece y no hay evangelización, ni transmisión de la fe, ni vida cristiana; y entonces tampoco hay Iglesia, aunque permanezcan algunas estructuras e instituciones y prácticas religiosas. Mantener viva la Palabra y acompañar a los catequistas es el antídoto contra esta situación en que la catequesis queda relegada a un simple adoctrinamiento y memorización de oraciones para niños, para recibir un sacramento, sin acompañar la vida de los creyentes, sin fortalecer su fe y su encuentro con el Señor en la celebración de la Pascua, en el servicio a los hermanos.

La catequesis ha de ser una de las diferentes formas del ministerio de la Palabra (DC 36-37) y tiene como objetivo hacer resonar continuamente en el corazón de cada hombre el anuncio de su Pascua, para que su vida sea transformada. (DC55)

Para ello, la catequesis ha de desarrollar tareas de “iniciación” , de educación  y enseñanza de la fe y dada la situación de muchas comunidades sacramentadas pero no evangelizadas, también tara de anuncio, por eso debe ser misionera y kerigmática. (DC 65)

 

3.      La institución

La Iglesia con valentía y humildad ha reconocido que ante la actual situación que se está viviendo en nuestras comunidades cristiana, para asegurar el servicio esencial y prioritario de la misión evangelizadora, para la transmisión de la fe, ha visto necesario instituir para toda la Iglesia el ministerio laical de catequistas, juntamente con los ministerios de lector y acolito para varones y mujeres.

Instituir un ministerio quiere decir “dispensar formas de servicio que se reconocen públicamente y se ponen a disposición de la comunidad y de la misión en forma estable”; con ello se reconoce públicamente y se establece que la persona investida de este carisma está realizando un auténtico servicio eclesial a la comunidad, el cual es esencial y prioritario para la vida de la Iglesia y de su misión. Así pues, el catequista es instituido ministro de la catequesis “como una misión estable al servicio de la comunidad”.

   Característica del ministerio laical de la catequesis: 

     ·         reconocimiento público de la Iglesia y su estabilidad, 

·         en cuanto laical, su origen y fundamento está en la gracia bautismal,  

        el ser instituido precisa de una encomienda o mandato oficial el cual es “conferido por el obispo diocesano, o por el sacerdote encargado, con un rito litúrgico promulgado por la Sede Apostólica (no es sacramento),

·         el ministerio sólo se puede recibir una vez en la vida, pero esto no quiere decir que sea permanente. El ministro instituido es estable, por un periodo de tiempo establecido o determinado, y no lo es de manera indefinida. Compite al Obispo los periodos por los que ejercerá el ministerio y podrá ser con una dedicación a tiempo completo o parcial, y se podrá dispensar de manera temporal o definitiva del ejercicio del ministerio recibido o “cesar de sus funciones” a los ministros instituidos.

               4.      Discernimiento

Instituir significa reconocer identificando o distinguiendo a una persona, y también            admitir o aceptar a una persona elegida que tiene una determinada cualidad o condición. Por lo tanto, el catequista instituido es escogido y llamado por la autoridad eclesial entre el colectivo de catequistas para confiarle un servicio público de la Iglesia y dotarle de carácter oficial.

No se trata de instituir a todos; tampoco hay obligación de instituir a alguien si no hay necesidad. Queda claro que los elegidos deben poseer “una previa experiencia madura de catequesis”. Pero hay que tener sumo cuidado en crear divisiones y diferencias. Parece oportuno que los ministros catequistas se les llame simplemente catequista instituidos.

El momento del discernimiento es importante, nos exige tener varios aspectos en el candidato:   

       ·       la presencia del carisma específico de la catequesis, que debe determinar su vocación, su idoneidad para realizar el ministerio con sus responsabilidades y funciones, valorar las cualidades humano-personales, cristiano-espiritual, eclesiales y pastoral-ministerial, ser considerados digno de confianza.                 

                   Los rasgos del perfil del catequista instruido contienen:

  •           Laico o laica, los religiosos y religiosas en casos excepcionales como referentes de la comunidad parroquial o coordinadores de la actividad catequética. 
  •        También “aquellos que llevan a cabo un servicio dirigido exclusivamente a un movimiento eclesial”, quienes se dedican exclusivamente a enseñar religión católica en las escuelas, a menos que desempeñen otras tareas eclesiales al servicio de la parroquia o de la diócesis.

·         Madurez humana conforme a su edad. Tener una edad media ( 21-60), con buena salud, equilibrio emocional, sin delitos de cualquier género, nivel medio de formación intelectual, moral. Personas con motivación y apertura, generosas, libres y capaces de dejarse interpelar por la realidad, con docilidad para dejarse acompañar y formar; con suficientes medios de vida (¿?).

·         Madurez cristiana. Que hayan recibido los sacramentos de iniciación, que sean consciente de su condición de laicos; honradez en la vida personal; buena fama entre los fieles y una trayectoria de vida cristiana, responsable en sus obligaciones de estgo, con una vivencia del evangelio  según los criterios de la Iglesia hoy; con una formación cristiana fundamenta y una adhesión  sincera y cordial a la enseñanza y disciplina de la Iglesia, basada en la oración, meditación de la palabra, y vida sacramental y compromiso social.

·         Pertenencia e inserción eclesial y comunitaria, “en situación canónica regular” (*), con identidad y sentido de pertenencia cristiana, en comunión con la comunidad parroquial y diocesana. Llevar algunos años integrado como miembro estable, participación habitual en la vida de la comunidad, buena relación con todos lo miembros activos de la parroquia, colaboración activa y estable en los diversos servicios, actividades y proyectos parroquiales y diocesanos. Dotada de un espíritu generoso, cercano y fraterno, de misericordia para todos los que se acerca, independientemente de su situación personal.

·         Actividades y cualidades misioneras y ministeriales específicas. Una experiencia madura previa de catequesis, de no menos de 5 años, animados con un verdadero y dispuesto responsabilidad para el servicio humilde, dispuesto a ejercer el ministerio también fuera de su comunidad si fuera necesario o lo pidiese el Obispo. Capaces de crear lazos de acogida y vida de comunión fraterna, de escucha y diálogo, buen comunicador, dispuesto al acompañamiento, con dotes de liderazgo, de dirección y coordinación, con gran capacidad para el trabajo en común y en equipo.

 

5.      Reconocimiento e identificación de los aspirantes y candidato.

En el proceso de identificación y selección de los catequistas a instituir exige un itinerario con diversas etapas.

·         Un primer discernimiento sobre los posibles candidatos entre los catequistas existentes en parroquia, asociaciones y movimientos.

·         Un catequista pude presentar su candidatura, como también el Obispo o la autoridad competente pude sugerir el nombre de catequistas idóneos.

·         El catequista escogido deberá presentar libremente al Obispo diocesano una petición escrita y firmada.

·         El Obispo debe discernir sobre la llamada al ministerio del catequista valorando las necesidades de la comunidad y las capacidades del candidato. Parece oportuno que en la diócesis haya una comisión para los ministerios laicales o específicamente para el ministerio laical del catequista.

·         Comunicada al aspirante la admisión se iniciará la formación de los catequistas candidatos con planes y programas oportunamente aprobados por la autoridad competente. Algunos aspectos de la formación se podrán conjuntamente con el resto de candidatos a otros ministerios instituidos. Hacer la formación no asegura el derecho a que un catequista sea instituido, es uno más de los elementos de discernimiento.

·         Siempre es importante el acompañamiento personal y espiritual durante todo el proceso. Esto puede ser realizado por otro catequista que posea competente con conocimiento de la vocación y espiritualidad laical, en general, y la especifica de catequista.

 

6.      Para encargarles estas tareas

De acuerdo a las tareas que se les confíen habrá tipos o formas diversas de ejercicio del ministerio, siempre que sean coherentes con las exigencias catequísticas. Tres formas de ejercicio del ministerio con ámbitos muy concretos de actuación en la pastoral catequística, con un papel específico y definido con tares, competencias y funciones propias.

Primero, el catequista misionero atento a las necesidades catequísticas de todo el territorio, sectores , diversas situaciones personales; discapacitados, enfermos, niños, cárceles, hospitales,

Segundo, el catequista catecumenal, se dirige a los procesos de fe de algunos colectivos relevantes para la catequesis de hoy; jóvenes adultos, sacramentados no evangelizados, apartados por mucho tiempo de la vivencia de fe, padres que piden el bautismo o los sacramentos para sus hijos y están confundidos, alejados de la fe. También sería oportuno en los movimientos y grupos apostólicos apoyar la iniciación completa sacramental y vivencial.

Tercero, el catequista de catequistas orienta su ministerios los agentes de la pastoral catequística, atendiendo a diversas necesidades personales, vocacionales, espirituales y formativas.

7.      Catequista misionero

Constituye la figura más novedosa y versátil de las tres. Se inspira en las “jóvenes iglesias”, ya en práctica en algunos lugares de América Latina, África y Asia.   

Importante colaborar con los ministros ordenados en las diversas formas de apostolado. Su ministerio no se reduce estrictamente a la actividad catequizadora; y no se circunscribe al espacio parroquial. (arciprestazgos, agrupaciones interparroquiales, allá donde el Obispo lo considere más cualificado y considere necesaria la presencia del catequista.

Sus múltiples y diversas competencias y funciones:

a)      Tareas organizativas en torno a la catequesis: coordinar, planificar, programar, animar la catequesis en una parroquia en una zona y acompañar la implantación del ministerio y los planes y proyectos catequísticos y pastorales

b)      Atención a las periferias territoriales y existenciales de la catequesis: por medio del anuncio y la educación en todos los urgentes nuevos ámbitos de la pastoral catequística: Con los jóvenes en la universidad o centros educativos (en los ámbitos del tiempo libre, el deporte, etc.); en las familias , especialmente las que pasan por crisis o dificultades: los hospitales, con los migrantes, los encarcelados y personas en riesgo de exclusión; en los ámbitos de la comunicación y especialmente en el continente digital.

c)      Competencias celebrativas: como animadores de las celebraciones de la Palabra en las comunidades cristianas, guía de la oración comunitaria, especialmente de la liturgia dominical en ausencia del presbítero y el diacono, con la asistencia a los enfermos; guía de las celebraciones de exequias.

d)      Otras funciones: “Proción humano según la doctrina social de la Iglesia: la ayuda a los pobres, el fomento de las relaciones entre la comunidad y los ministros ordenados.

8.      Catequistas de catecúmenos y de adultos de otros catecumenados.

El catequista catecumenal está fundamentalmente orientado al desarrollo de su ministerio en el catecumenado bautismal de adultos, que es modelo de inspiración

 De la entera acción catequizadora de la Iglesia. Este segundo modelo constituye hoy constituyen una figura fundamental para la transmisión de la fe y los procesos de iniciación cristiana, pero es también un ministro referente para para el resto de los catequistas.

El Obispo podría confiar a estos catequistas durante el catecumenado la celebración de los exorcismos menores y otras celebraciones.

Pero no olvidar que están llamados a colaborar en los diversos procesos de iniciación cristiana de adultos:

·         Los que no han concluido su iniciación durante su infancia y adolescencia.

·         Los que retoman la fe tras años alejados de la vida de la Iglesia y la práctica cristiana.

·         Los fieles cristianos que necesitan revitalizar su fe cristiana.

·         Los alejados de la Iglesia por diversos motivos experienciales, ideológicos o circunstanciales.

·         Los apóstata, los que provienen de otras confesiones, religiones, sectas o movimientos agnósticos.

·         No descuidar a los que quieren seguir creciendo en la fe.

·         También está en su tarea ocuparse de otros adultos que necesitan el apoyo y acompañamiento en momentos especiales y significativos de la vida: prematrimoniales, catecumenados juveniles y familiares, itinerarios catequísticos para divorciados y separados, con personas en riesgo de exclusión.

       9.  Catequista animador, guía, acompañante y formador de otros catequistas.

Es una figura que esta al servicio directo de otros catequistas, también de los instituidos, así como en general de todos los agentes de pastoral catequística: obispos, presbíteros, diácono, consagrados, padres, padrinos abuelos, etc. (cf. DC 114-129)

Siempre dispuesto a atender las necesidades de los catequistas: apoyo anímico-emocional, de animación y orientación vocacional y ministerial; de formsción y capacitación ministerial de diverso tipo.

Este servicio es muy importante en este momento eclesial por muchos motivos: complejidad de la pastoral catequística, tantos retos, desafíos, a la soledad e incomprensión de la tarea del ministro catequista; las dificultades sociales , el secularismo, la indiferencia religiosa, el cansancio y burnout de mucho ministros ordenados, etc.

                   10.  La puesta en marcha en 7 pasos

1)      Crear una comisión diocesana para los ministros laicales y /o para el ministerio laical de catequista, en la curia diocesana, un Libro de ministros laicales instituidos.

2)      Determinar los tipos de catequistas a instituir según las necesidades; definir su perfil y sus competencias, así como sus responsabilidades y funciones, el periodo de tiempo de su ejercicio ministerial. Establecer procesos de discernimiento. Una vez escogidos presentar los candidatos al Obispo.

3)      Diseñar un plan de formación inicial de al menos dos años, uno de formación básica común y otro específica; una institución responsable con presupuesto, con formadores que sean competentes en la pedagogía propia para el catequista y para el proceso catequístico en general; diseñar temarios calendarios , encuentros celebrativo-oracionales: fijando criterios de progresión y evaluación.

4)      Poner en marcha los itinerarios de formación y acompañamiento personal y espiritual y dándoles seguimiento a tras de la comisión diocesana. Tener en cuenta los momentos celebrativos que encuadre la formación del candidato. Durante este tipo ir discerniendo las modalidades de ejercicio del ministerio que cada catequista está llamado a realizar.

5)      Preparar la celebración de la institución, la carta apostólica “Aperuit illis” señala el Domingo de la palabra de Dios como una fecha apropiada. Al terminar la celebración entregarles la misio, que puede detallar lugar, ámbito de servicio, las funciones, el tiempo de duración y el grado dedicación (parcial o completa)

6)      Tras la celebración inscribir a los ministros catequistas en el Libro de los ministerios laicales y hacerlos públicos en la diócesis.

Los catequistas instituidos que van a dedicarse a tiempo completo, “deberían contar con una remuneración adecuada que permita su sustento y el de las personas que dependen de ellos” tal como lo prescribe el actual derecho canónico (v. CIC-83, c.231.2). Además, será necesario regularizar contractualmente dicha situación en conformidad con las leyes.

7)       Sería conveniente contar con un plan diseñado para formación continua y acompañamiento de los catequistas instituidos los primeros cinco años, luego ya participaría en los programas ordinarios de formación de la diócesis.

 

Comentarios:

Es para las diócesis españolas.

Extremadamente ambicioso el proyecto.

Muy útil como referencia lo que realmente significa en profundidad estos ministerios y sus posibilidades.

Considero que ni los presbíteros tienen, en la práctica, un programa tan exigente.

El temor es que nadie se atreva a intentar lo mejor y se conforme con el mínimo.

El respeto y la aceptación han de ser fruto de la buena capacitación y la plena autenticidad en la vocación de servicio.

Puede expresarte y decir tu opinión en el blog.

Gracias por tu atención.

                                                          

jueves, julio 20, 2023

Catequizar para la vida 2

 I La catequesis al servicio de la iniciación cristina

1.      1. La vocación de la Iglesia es evangelizar

 1.1 Significado de la palabra “evangelio”

Debemos, ante todo, comprender lo que significa la palabra evangelio: es el anuncio gozoso de una victoria, es el anuncio de que Dios sigue presente y no abandona a su pueblo, así lo refleja el profeta Isaías (40,9), y en el Nuevo Testamento, evangelio pude ser interpretado como la buena noticia de Jesús (Mc 1,1) : proviene de Jesús, se refiere a Jesús, el Evangelio consiste en proclamar que Jesús el Cristo, el Hijo de Dios, que nos anuncia que Dios está con nosotros, que nos sana con su misericordia. Esta es la gran noticia, la buena nueva que la Iglesia está llamada a proclamar.

Esta noticia es verdadera, la Iglesia la ha recibido del Espíritu Santo, no es fruto de un proceso racional, sino de un encuentro personal con el Señor. Nuestra seguridad nace de la oración que nos impulsa a pedir que el Espíritu Santo venga y nos ilumine y así descubramos la verdad en el encuentro con Jesucristo.

Benedicto XVI dijo con profunda sabiduría “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello una orientación decisiva” (DCe 1)

Se puede sintetizar: la gran noticia que nosotros tenemos que transmitir es el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús como Salvador, es decir, en proclamar con fuerza y convicción al mundo su gran victoria, la grandeza del Misterio Pascual.

1.2 Evangelización

Evangelización nos dice Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi: “Una clara proclamación de que, Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios”. (EN 27) La evangelización entonces, constituye la tarea esencial y perenne de la Iglesia. (EN,14,17)

La evangelización está íntimamente unida al momento y circunstancia en que se proclama la Buena Noticia, pero siempre debe tener unas características que le son propias:

El mensaje es sintético y kerigmático que ofrece una visión unitaria y orgánica del Misterio Pascual, siendo capaz de tocar la experiencia humana; con calidad narrativa que nos acerca a la Escritura y, en definitiva, nos permite ser partícipes de la misma historia de la salvación; un estilo catequético de los contenidos teológicos, que valoran las condiciones de la vida y a las personas; finalmente, que tenga un sentido apologético que muestre que la fe no se opone a la razón.

El testimonio y el anuncio explicito es el primer medio de evangelización, “si se escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio”. (EN 41) Proclamen (Mc 16,15), “hagan discípulos, bautizándoles y enseñándoles”. (Mt 18,19) Sean mis testigos (Hch 18), hagan esto en memoria mía (Lc 22,19), ámense los unos a los otros (Jn15,12). La Iglesia continua esta tarea dócil a Espíritu Santo.

            1.3 Nueva evangelización

Cuarenta años que escuchamos esta invitación: evangelizar “con nuevo ardor, con nuevos métodos y expresión” nos dijo Juan Pablo II.  El Papa Francisco nos invita a cumplir esta tarea con espíritu misionero. (EG24,150,252)

El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia evangelizadora…No hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo…El sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento, estas son palabras del directorio para la Catequesis. (DC39, cf. EG 280)

Vivir un cristianismo con perseverancia y valentía es la exigencia que nos viene señalada por el magisterio de la Iglesia. Juan XIII nos decía que este impulso no debe caer en el alarmismo, ni en la rutina y en todo momento hacerlo con la intención de sanar con la misericordia.

Otros elementos que sobresalen en la nueva evangelización son:
  • La presencia de los laicos que deben renovar y acentuar su compromiso eclesial, según su propio estado.
  • Darle la debida importancia al lenguaje y los medios adecuados para volver a proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo.
  • Tener una mirada lúcida y valiente hacia la realidad para responder a los desafíos que presenta el mundo actual
  • Una evangelización que nos impulse a la conversión y a la esperanza.
  • Ofrecer una respuesta concreta al alejamiento e indiferencia religiosa en el momento actual.

f)       Estamos en un cambio de época y necesitamos una nueva evangelización que asuma los nuevos paradigmas y que está marcada por un sólido espíritu misionero, impulso misionero que significa acompañar a todos los cristianos:  

los cercanos que viven y se esfuerzan por vivir su vida cristiana, es la pastoral ordinaria;
las personas bautizadas que no vive las exigencias del bautismo, que tienen débil sentido de pertenencia y viven en total indiferencia religiosa, es la pastoral de los alejados;
finalmente llegar a los que no conocen a Jesucristo o lo han rechazado, pero que buscan secretamente a Dios aún en países de antigua traducción cristiana, pastoral   Ad gentes.

El Papa Francisco es una referencia testimonial de lo que significa nueva evangelización su sencillez y cercanía, su lenguaje sencillo y profundo, con una permanente preferencia por los pobres, haciéndose presente en las periferias de todo tipo con coraje y conferencia de vida, al estilo de vida de Jesús.

Será importante suscitar interrogantes que permitan cuestionarse libremente sobre el modo y el sentido de la vida; ¿Quién soy? ¿qué impulsa mi vida? ¿con quién cuento?, son preguntas que conducen al corazón de la evangelización y que nacen ante el testimonio de la fe y la caridad .

                                               Próximo tema: la catequesis en la misión evangelizadora

 

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