Ministerio de
catequista.
Momento de implantación
en las Iglesias particulares
Artículo de Vida Nueva 15/07/2023 por Miguel López Valera a raíz de la
publicación de la CEE del documento “Orientaciones sobre de los ministerios de
lector, acolito y catequista. “Ad exsperientum” por 5 años. Madrid 2023
https://evangelizacion.conferenciaepiscopal.es/orientaciones-sobre-la-institucion-de-los-ministerios
Ante todo, definir el perfil, el papel y las formas más coherentes para el ejercicio del ministerio de los catequistas, así llegar a diversos tipos de catequistas instituidos. Fijar los criterios para los procesos de discernimiento sobre posibles candidatos y adecuados planes de formación.
Los ministerios son servicios y las necesidades pastorales son
necesariamente puntos de referencia para la tarea de estos ministerios. Por
tanto, se ha de identificar adecuadamente las exigencias y carencias de la
catequesis hoy para establecer las formas del ejercicio de este ministerio;
definir los tipos de catequistas y definir sus funciones y competencias
específicas. Definir en primer lugar el “para qué” de la institución
ministerial de la catequesis es fundamental.
La prioridad no consiste en establecer unos parámetros o medidas de tipo
práctico e instrumental ante la escasez de ministros ordenados, no caigamos en
la clericalización de la catequesis. No se debe caer en generalización irresponsable,
no se puede extender el ministerio a todos los catequistas existentes, y hay
que valorar la riqueza y aportación específica a la pastoral catequística de
cada catequista y su idoneidad.
El pasaje de Hecho el cap.6, versículos del 1-6 nos permite conocer como fue la institución del diaconado en la comunidad apostólica. La institución hoy del ministerio de la catequesis tiene nace de la necesidad de asumir una nueva etapa evangelizadora con sus nuevos paradigmas.
Algunos de sus rasgos son estos:
·
La alegría de evangelizar y el dinamismo misionero,
para ello es imprescindible la conversión misionera de la entera pastoral,
·
Tener presente los nuevos escenarios donde se lleva a
cabo la nueva evangelización, particularmente en los ámbitos del ambiente
socio-cultural propio de este tiempo,
·
Reconocerse miembro de una Iglesia Pueblo de Dios en
“salida” misionera y sinodal. Una Iglesia corresponsable y ministerial, con una
presencia misericordiosa y transformadora en el mundo.
2. Las quejas y
decepciones en la pastoral catequística actual
Un elemento que debemos asumir
y resolver preventivamente a la par que la implementación del ministerio de la
catequesis es la situación de mucha preocupación y decepciones en torno a la
pastoral catequética, el temor a considerar demasiado exigentes los nuevos
paradigmas de la catequesis y, el peor, el desaliento y el descuido que lleva a
la indiferencia encubierta en el “siempre se ha hecho así” y no debemos caer en
novedades innecesarias de implementar el ministerio del catequista,
Algunas de las razones de este
malestar en la catequesis pastoral:
·
La creciente descristianización y secularización en
las familias cristianas;
·
Los grandes desafíos para la catequesis asociado al
mundo socio-cultural y del mundo digital en particular;
·
Sensible disminución del número de catequistas, su
alta edad, cansancio, decepción acumulada en tantos años de servicio sin
acompañamiento;
·
La situación en muchas comunidades donde se ha
distanciado las celebraciones dominicales, lo cual aleja de la mesa de la
Palabra y la Eucaristía.
Si nos dejamos amedrentar por
estas razones, la catequesis desaparece y no hay evangelización, ni transmisión
de la fe, ni vida cristiana; y entonces tampoco hay Iglesia, aunque permanezcan
algunas estructuras e instituciones y prácticas religiosas. Mantener viva la
Palabra y acompañar a los catequistas es el antídoto contra esta situación en
que la catequesis queda relegada a un simple adoctrinamiento y memorización de
oraciones para niños, para recibir un sacramento, sin acompañar la vida de los
creyentes, sin fortalecer su fe y su encuentro con el Señor en la celebración
de la Pascua, en el servicio a los hermanos.
La catequesis ha de ser una de las diferentes formas del ministerio de
la Palabra (DC 36-37) y tiene como objetivo hacer resonar continuamente en el
corazón de cada hombre el anuncio de su Pascua, para que su vida sea
transformada. (DC55)
Para ello, la catequesis ha de desarrollar tareas de “iniciación” , de
educación y enseñanza de la fe y dada la
situación de muchas comunidades sacramentadas pero no evangelizadas, también
tara de anuncio, por eso debe ser misionera y kerigmática. (DC 65)
3. La institución
La Iglesia con valentía y humildad ha reconocido que ante la actual
situación que se está viviendo en nuestras comunidades cristiana, para asegurar
el servicio esencial y prioritario de la misión evangelizadora, para la
transmisión de la fe, ha visto necesario instituir para toda la Iglesia el ministerio laical de catequistas, juntamente
con los ministerios de lector y acolito para varones y mujeres.
Instituir un ministerio quiere decir “dispensar formas de servicio que
se reconocen públicamente y se ponen a disposición de la comunidad y de la
misión en forma estable”; con ello se reconoce públicamente y se establece que
la persona investida de este carisma está realizando un auténtico servicio
eclesial a la comunidad, el cual es esencial y prioritario para la vida de la
Iglesia y de su misión. Así pues, el catequista es instituido ministro de la
catequesis “como una misión estable al servicio de la comunidad”.
Característica del ministerio laical de la catequesis:
· reconocimiento público de la Iglesia y su estabilidad,
· en cuanto laical, su origen y fundamento está en la gracia bautismal,
el ser instituido precisa de una encomienda o mandato oficial el cual es “conferido por el obispo diocesano, o por el sacerdote encargado, con un rito litúrgico promulgado por la Sede Apostólica (no es sacramento),
· el ministerio sólo se puede recibir una vez en la vida, pero esto no quiere decir que sea permanente. El ministro instituido es estable, por un periodo de tiempo establecido o determinado, y no lo es de manera indefinida. Compite al Obispo los periodos por los que ejercerá el ministerio y podrá ser con una dedicación a tiempo completo o parcial, y se podrá dispensar de manera temporal o definitiva del ejercicio del ministerio recibido o “cesar de sus funciones” a los ministros instituidos.
4. Discernimiento
Instituir significa reconocer identificando o distinguiendo a una
persona, y también admitir o
aceptar a una persona elegida que tiene una determinada cualidad o condición.
Por lo tanto, el catequista instituido es escogido y llamado por la autoridad
eclesial entre el colectivo de catequistas para confiarle un servicio público
de la Iglesia y dotarle de carácter oficial.
No se trata de instituir a todos; tampoco hay obligación de instituir a
alguien si no hay necesidad. Queda claro que los elegidos deben poseer “una
previa experiencia madura de catequesis”. Pero hay que tener sumo cuidado en
crear divisiones y diferencias. Parece oportuno que los ministros catequistas
se les llame simplemente catequista instituidos.
El momento del discernimiento es importante, nos exige tener varios aspectos en el candidato:
· la presencia del carisma específico de la catequesis, que debe determinar su vocación, su idoneidad para realizar el ministerio con sus responsabilidades y funciones, valorar las cualidades humano-personales, cristiano-espiritual, eclesiales y pastoral-ministerial, ser considerados digno de confianza.
Los rasgos del perfil del catequista instruido contienen:
- Laico o laica, los religiosos y religiosas en casos excepcionales como referentes de la comunidad parroquial o coordinadores de la actividad catequética.
- También “aquellos que llevan a cabo un servicio dirigido
exclusivamente a un movimiento eclesial”, quienes se dedican exclusivamente a
enseñar religión católica en las escuelas, a menos que desempeñen otras tareas
eclesiales al servicio de la parroquia o de la diócesis.
· Madurez humana conforme a su edad. Tener una edad media ( 21-60), con buena salud, equilibrio emocional, sin delitos de cualquier género, nivel medio de formación intelectual, moral. Personas con motivación y apertura, generosas, libres y capaces de dejarse interpelar por la realidad, con docilidad para dejarse acompañar y formar; con suficientes medios de vida (¿?).
· Madurez cristiana. Que hayan recibido los sacramentos de iniciación, que sean consciente de su condición de laicos; honradez en la vida personal; buena fama entre los fieles y una trayectoria de vida cristiana, responsable en sus obligaciones de estgo, con una vivencia del evangelio según los criterios de la Iglesia hoy; con una formación cristiana fundamenta y una adhesión sincera y cordial a la enseñanza y disciplina de la Iglesia, basada en la oración, meditación de la palabra, y vida sacramental y compromiso social.
· Pertenencia e inserción eclesial y comunitaria, “en situación canónica regular” (*), con identidad y sentido de pertenencia cristiana, en comunión con la comunidad parroquial y diocesana. Llevar algunos años integrado como miembro estable, participación habitual en la vida de la comunidad, buena relación con todos lo miembros activos de la parroquia, colaboración activa y estable en los diversos servicios, actividades y proyectos parroquiales y diocesanos. Dotada de un espíritu generoso, cercano y fraterno, de misericordia para todos los que se acerca, independientemente de su situación personal.
· Actividades y cualidades misioneras y ministeriales específicas. Una experiencia madura previa de catequesis, de no menos de 5 años, animados con un verdadero y dispuesto responsabilidad para el servicio humilde, dispuesto a ejercer el ministerio también fuera de su comunidad si fuera necesario o lo pidiese el Obispo. Capaces de crear lazos de acogida y vida de comunión fraterna, de escucha y diálogo, buen comunicador, dispuesto al acompañamiento, con dotes de liderazgo, de dirección y coordinación, con gran capacidad para el trabajo en común y en equipo.
5. Reconocimiento e
identificación de los aspirantes y candidato.
En el proceso de
identificación y selección de los catequistas a instituir exige un itinerario
con diversas etapas.
·
Un primer discernimiento sobre los posibles candidatos
entre los catequistas existentes en parroquia, asociaciones y movimientos.
·
Un catequista pude presentar su candidatura, como
también el Obispo o la autoridad competente pude sugerir el nombre de
catequistas idóneos.
·
El catequista escogido deberá presentar libremente al
Obispo diocesano una petición escrita y firmada.
·
El Obispo debe discernir sobre la llamada al
ministerio del catequista valorando las necesidades de la comunidad y las
capacidades del candidato. Parece oportuno que en la diócesis haya una comisión
para los ministerios laicales o específicamente para el ministerio laical del
catequista.
·
Comunicada al aspirante la admisión se iniciará la
formación de los catequistas candidatos con planes y programas oportunamente
aprobados por la autoridad competente. Algunos aspectos de la formación se
podrán conjuntamente con el resto de candidatos a otros ministerios
instituidos. Hacer la formación no asegura el derecho a que un catequista sea
instituido, es uno más de los elementos de discernimiento.
·
Siempre es importante el acompañamiento personal y
espiritual durante todo el proceso. Esto puede ser realizado por otro
catequista que posea competente con conocimiento de la vocación y
espiritualidad laical, en general, y la especifica de catequista.
6. Para encargarles estas tareas
De acuerdo a las tareas que se les confíen habrá tipos o formas diversas de ejercicio del ministerio, siempre que sean coherentes con las exigencias catequísticas. Tres formas de ejercicio del ministerio con ámbitos muy concretos de actuación en la pastoral catequística, con un papel específico y definido con tares, competencias y funciones propias.
Primero, el catequista misionero atento a las necesidades catequísticas de todo el territorio, sectores , diversas situaciones personales; discapacitados, enfermos, niños, cárceles, hospitales,
Segundo, el catequista catecumenal, se dirige a los procesos de fe de algunos colectivos relevantes para la catequesis de hoy; jóvenes adultos, sacramentados no evangelizados, apartados por mucho tiempo de la vivencia de fe, padres que piden el bautismo o los sacramentos para sus hijos y están confundidos, alejados de la fe. También sería oportuno en los movimientos y grupos apostólicos apoyar la iniciación completa sacramental y vivencial.
Tercero, el catequista de catequistas orienta su ministerios los agentes de la pastoral catequística, atendiendo a diversas necesidades personales, vocacionales, espirituales y formativas.
7. Catequista misionero
Constituye la figura más
novedosa y versátil de las tres. Se inspira en las “jóvenes iglesias”, ya en práctica
en algunos lugares de América Latina, África y Asia.
Importante colaborar con los
ministros ordenados en las diversas formas de apostolado. Su ministerio no se
reduce estrictamente a la actividad catequizadora; y no se circunscribe al
espacio parroquial. (arciprestazgos, agrupaciones interparroquiales, allá donde
el Obispo lo considere más cualificado y considere necesaria la presencia del
catequista.
Sus múltiples y diversas
competencias y funciones:
a) Tareas
organizativas en torno a la catequesis: coordinar, planificar, programar,
animar la catequesis en una parroquia en una zona y acompañar la implantación
del ministerio y los planes y proyectos catequísticos y pastorales
b) Atención a las
periferias territoriales y existenciales de la catequesis: por medio del
anuncio y la educación en todos los urgentes nuevos ámbitos de la pastoral
catequística: Con los jóvenes en la universidad o centros educativos (en los
ámbitos del tiempo libre, el deporte, etc.); en las familias , especialmente
las que pasan por crisis o dificultades: los hospitales, con los migrantes, los
encarcelados y personas en riesgo de exclusión; en los ámbitos de la
comunicación y especialmente en el continente digital.
c) Competencias
celebrativas: como animadores de las celebraciones de la Palabra en las
comunidades cristianas, guía de la oración comunitaria, especialmente de la
liturgia dominical en ausencia del presbítero y el diacono, con la asistencia a
los enfermos; guía de las celebraciones de exequias.
d) Otras funciones:
“Proción humano según la doctrina social de la Iglesia: la ayuda a los pobres,
el fomento de las relaciones entre la comunidad y los ministros ordenados.
8. Catequistas de catecúmenos y de adultos de otros catecumenados.
El catequista catecumenal está fundamentalmente
orientado al desarrollo de su ministerio en el catecumenado bautismal de
adultos, que es modelo de inspiración
De la entera
acción catequizadora de la Iglesia. Este segundo modelo constituye hoy
constituyen una figura fundamental para la transmisión de la fe y los procesos
de iniciación cristiana, pero es también un ministro referente para para el
resto de los catequistas.
El Obispo podría confiar a estos catequistas durante
el catecumenado la celebración de los exorcismos menores y otras celebraciones.
Pero no olvidar que están llamados a colaborar en los
diversos procesos de iniciación cristiana de adultos:
·
Los que no han concluido su iniciación durante su
infancia y adolescencia.
·
Los que retoman la fe tras años alejados de la vida de
la Iglesia y la práctica cristiana.
·
Los fieles cristianos que necesitan revitalizar su fe
cristiana.
·
Los alejados de la Iglesia por diversos motivos experienciales,
ideológicos o circunstanciales.
·
Los apóstata, los que provienen de otras confesiones,
religiones, sectas o movimientos agnósticos.
·
No descuidar a los que quieren seguir creciendo en la
fe.
·
También está en su tarea ocuparse de otros adultos que
necesitan el apoyo y acompañamiento en momentos especiales y significativos de
la vida: prematrimoniales, catecumenados juveniles y familiares, itinerarios
catequísticos para divorciados y separados, con personas en riesgo de
exclusión.
9. Catequista animador, guía, acompañante y formador de otros catequistas.
Es una figura que esta al servicio
directo de otros catequistas, también de los instituidos, así como en general
de todos los agentes de pastoral catequística: obispos, presbíteros, diácono, consagrados,
padres, padrinos abuelos, etc. (cf. DC 114-129)
Siempre dispuesto a atender las
necesidades de los catequistas: apoyo anímico-emocional, de animación y
orientación vocacional y ministerial; de formsción y capacitación ministerial
de diverso tipo.
Este servicio es muy importante
en este momento eclesial por muchos motivos: complejidad de la pastoral catequística,
tantos retos, desafíos, a la soledad e incomprensión de la tarea del ministro
catequista; las dificultades sociales , el secularismo, la indiferencia
religiosa, el cansancio y burnout de mucho ministros ordenados, etc.
10. La puesta en marcha en 7 pasos
1) Crear una comisión
diocesana para los ministros laicales y /o para el ministerio laical de catequista,
en la curia diocesana, un Libro de ministros laicales instituidos.
2) Determinar los
tipos de catequistas a instituir según las necesidades; definir su perfil y sus
competencias, así como sus responsabilidades y funciones, el periodo de tiempo
de su ejercicio ministerial. Establecer procesos de discernimiento. Una vez
escogidos presentar los candidatos al Obispo.
3) Diseñar un plan de
formación inicial de al menos dos años, uno de formación básica común y otro
específica; una institución responsable con presupuesto, con formadores que
sean competentes en la pedagogía propia para el catequista y para el proceso catequístico
en general; diseñar temarios calendarios , encuentros celebrativo-oracionales:
fijando criterios de progresión y evaluación.
4) Poner en marcha
los itinerarios de formación y acompañamiento personal y espiritual y dándoles
seguimiento a tras de la comisión diocesana. Tener en cuenta los momentos
celebrativos que encuadre la formación del candidato. Durante este tipo ir
discerniendo las modalidades de ejercicio del ministerio que cada catequista
está llamado a realizar.
5) Preparar la
celebración de la institución, la carta apostólica “Aperuit illis” señala el
Domingo de la palabra de Dios como una fecha apropiada. Al terminar la
celebración entregarles la misio, que puede detallar lugar, ámbito de servicio,
las funciones, el tiempo de duración y el grado dedicación (parcial o completa)
6) Tras la
celebración inscribir a los ministros catequistas en el Libro de los
ministerios laicales y hacerlos públicos en la diócesis.
Los
catequistas instituidos que van a dedicarse a tiempo completo, “deberían contar
con una remuneración adecuada que permita su sustento y el de las personas que
dependen de ellos” tal como lo prescribe el actual derecho canónico (v. CIC-83,
c.231.2). Además, será necesario regularizar contractualmente dicha situación
en conformidad con las leyes.
7) Sería conveniente contar con un plan diseñado
para formación continua y acompañamiento de los catequistas instituidos los
primeros cinco años, luego ya participaría en los programas ordinarios de
formación de la diócesis.
Comentarios:
Es para las diócesis españolas.
Extremadamente ambicioso el proyecto.
Muy útil como referencia lo que realmente significa en profundidad estos ministerios y sus posibilidades.
Considero que ni los presbíteros tienen, en la práctica, un programa tan exigente.
El temor es que nadie se atreva a intentar lo mejor y se conforme con el mínimo.
El respeto y la aceptación han de ser fruto de la buena capacitación y la plena autenticidad en la vocación de servicio.
Puede expresarte y decir tu opinión en el blog.
Gracias por tu atención.
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