Catequesis de iniciación
Introducir en el discipulado de Jesús
Un libro de Juan Carlos Carvajal Ediciones. CCS, Madrid 2023
INTRODUCCIÓN
“Id y haced discípulos míos…” Mt 28,19 Esta es la misión encomendada a la Iglesia. Hacer que las personas se encuentren con Cristo y acepten participar de su vida; esa vida que, por la gracia del Espíritu, brota de su Pascua y nos introduce en la relación filial con el Padre. Esto es ser discípulo de Jesús: participar ende su vida filial, que se traduce en fraternidad en la Iglesia y en misión se servicio en medio del mundo.
La Iglesia ha iniciado en el discipulado a través de la catequesis, la celebración de los sacramentos de iniciación.
Iniciar a los discípulos de Jesús: Catequesis y sacramentos
En el mandato misionero hay algo más. Jesús señala dos elementos para hacer discípulos: “Bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñar a guarda todo lo que les he mandado” (cf. Mt 28, 19-20) .
La Iglesia inicia en el discipulado a través de la catequesis: enseñando a guardar ...y la celebración de los sacramentos de iniciación.
Es por el servicio de la Palabra y celebración de los Misterios de Cristo que la comunidad cristiana ayuda a la persona que otorgue su fe al Evangelio a cambiar de mentalidad, a transformarse a semejanza de Jesucristo y a participar en la vida divina.
Unas catequesis insuficientes
En una época pasada, que llamamos tiempos de cristiandad, se suponía que por medio de la participación en el ambiente, se hacían cristianos por “osmosis", a penas sin tomar conciencia de la novedad que trae Jesucristo y sin sentirse incitado a hacer una opción personal.
La Iglesia daba por su puesto que los bautizados ya estaban iniciados; consideraban la catequesis como una mera preparación para la recepción de los sacramentos y la centraba en dar contenidos para ilustrar esa identidad que se suponía que las personas traían consigo.
La catequesis fundamentalmente era enseñar las verdades de la fe, dar a conocer los mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, memorizar las oraciones del cristiano y preparar para recibir los sacramentos.
Pareciera que debería ser evidente, para la mayoría de los agentes pastorales de la Iglesia, que una catequesis como la que acabamos de describir no podrá afrontar el reto que supone hacer discípulos de Jesús en nuestros días.
De hecho, se vine trabajando en ampliar y renovar la acción catequística. Se habló de “La catequesis de la experiencia”, por supuesto ¨la experiencia humana es constitutiva de la catequesis¨ (DC 197), pero tiene un límite, el subjetivismo, en la que el grupo de catequesis y sus miembros se convierten en la medida del Evangelio.
Este tipo de catequesis es atractivo, pues las dinámicas y metodologías adquieren un protagonismo especial, y corren el peligro de convertir las propias experiencias en auto referencia, lejos de abrirse a la novedad de Jesucristo que media la Iglesia, cerrando se a una actitud discipular.
Es verdad que hoy cada vez más se hace consciente que la referencia fundamental a la Palabra es totalmente necesaria. Tener contacto directo con el evangelio, lo que llamamos momento de iluminación, y con la comunidad. Todo ello favorece el priorizar el Kerigma en el proceso catequístico. Pero es fácil de percibir que algo falta, pues pareciera que no se lograr favorecer el encuentro personal con Jesucristo, el Maestro y el Señor, frenando el proceso discipular.
Un apunte para nuestro ambiente es afirmar que la llamada “Catequesis familiar” no puede referirse exclusivamente a la relación con la experiencia familiar, sería quedarnos en lo puramente metodológico y no llegar al fondo de la cuestión, que es el ser cristiano y vivir como cristiano.
No se nace cristiano, se hace
Fue Tertuliano – siglo II-III – quien ya no s alerto sobre esta realidad. Hoy la Iglesia, una vez más, se esfuerza en encontrar la manera de promover una catequesis que, en verdad, sea capaz de hacer cristianos para la vida. La Iglesia es madre y maestra. Ella engendra a sus hijos a los misterios de la fe y por medio de la catequesis y los sacramentos los engendra como hijos de Dios e hijos suyos y así crece la vida de Jesucristo para la salvación.
En este momento la Iglesia ya tiene una clara visión de lo
que es necesario para que la catequesis cumpla su misión engendradora de vida
en Cristo.
Una catequesis inspirada en el catecumenado
bautismal. Práctica que en el pasado pagano alumbraba la fe e iniciaba a
la vida cristiana a aquellos que optaban por seguir a Cristo.
Dadas las condiciones actuales de las comunidades
cristianas, los Papas han asumido la propuesta nacida entre los animadores de
la tarea catequística, que consiste en que la catequesis inspirada en el
catecumenado fuera utilizada en la formación para la vida cristiana de los ya
bautizados.
Por eso hoy hablamos de inspiración catecumenal de la
catequesis o de catecumenado postbautismal o de catequesis para la iniciación
la vida cristiana o, simplemente, de catequesis de iniciación o catequesis
iniciática (cf. 61.65)
Si te acercas al pórtico de una de nuestras Iglesias
encontrarás el aviso de que se han abierto las inscripciones para la catequesis
de iniciación cristina. Pero la realidad es que se trata de una preparación
doctrinal para la recepción de los sacramentos, ni más ni menos de lo que sea
hecho toda la vida.
La catequesis la debemos ver en el contexto del proceso de evangelización e
iniciación a la vida cristiana en la misión de la Iglesia, tenemos que
señalar que la catequesis no es tanto un proceso de conocimiento, como una
relación personal que nos conduce al encuentro con Cristo, que nos hace
discípulos suyos y por la gracia del Espíritu nos identifica con él, Maestro y
Señor, nos hace participes de su relación filial con el Padre. Siguiendo el
estilo de Jesús en su ministerio palabra y obra -signos- están estrechamente
unidos, en la catequesis pedagogía de la fe y contenido del mensaje cristiano
están íntimamente articulados
I ° PARTE
Catequesis de iniciación en, el
corazón de la misión evangelizadora
1. El
proceso evangelizador
El
proceso evangelizador está estructurado de la siguiente manera: la acción
misionera para los no creyentes y para los que viven la indiferencia religiosa;
la acción catequético-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para
los que necesitan completar o restructurar su iniciación; y la acción pastoral
para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana.
(DGC 49)
La misión de la Iglesia
Situar la tarea catequística en el conjunto de la misión de
la Iglesia. Encajar la catequesis entre las actividades de nuestra comunidad, y
conocer nuestra misión propia dentro de la misión evangelizadora de la Iglesia.
La Iglesia existe para evangelizar
Evangelizar
constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad
más profunda. Ella existe para evangelizar (EN 14).
Evangelizar es llevar el Evangelio a todos los hombres para, con la fuerza del
Espíritu que actúa en él, renovar a las personas y a sus ambientes según el
plan que Dios tiene sobre la humanidad y el conjunto de la creación.
¿Qué es evangelizar?
El Evangelio
es el propio Jesucristo. Por tanto, evangelizar es dar testimonio con obras y
palabras de Jesús, manifestar su gracia en los sacramentos y la vida fraterna,
de tal modo que quien se encuentre con Él acoja la misericordia divina, se
reconozca hijo de Dios y se convierta en fermento de fraternidad.
La Iglesia ha de ser presencia viva de Cristo Resucitado, que por la acción del
Espiritusanto engendra hijos para Dios.
La gradualidad de la evangelización
Si es verdad
que Jesús dotó a su Iglesia de los medios para cumplir su misión: con el don
del Espíritu le concedió el anuncio de la Palabra, la celebración de los
sacramentos, la vida de caridad que se expresa por el servicio y la
fraternidad.
Pero ella sabe adaptarse a la situación de fe las personas, los grupos y los
pueblos a los que se acerca. A todos revela el Amor de Dios, a unos con su
servicio y atendiendo sus necesidades; a otros les revela la presencia de
Cristo por el anuncio del Evangelio; a los que desean ser sus discípulos les
inicia en la vida de fe por la catequesis y los sacramentos; y a los que ya
están iniciados, les sostiene en la vida fraterna y en la misión de proclamar
la Palabra, en la participación de las celebraciones litúrgico-sacramentales.
Etapas del proceso evangelizador
Esta hermosa
tarea lo podemos recoger en tres etapas diferentes, pero estrechamente relacionadas:
La etapa misionera dirige su acción a los no creyentes para
suscitar en ellos su conversión o fe inicial, atraídos por el amor de Dios al
encuentro con Jesús, para ser sus discípulos y participes del pueblo de los
hijos de Dios.
La etapa catequética – iniciatoria mediante el itinerario y
acompañamiento llevar al discípulo a confesar la fe en Dios Trinidad, participe
en loso sacramentos de iniciación o, cuando los haya recibido, acoja la gracia
que en ellos se le otorgó. La mistagogia es momento importante del proceso catequético,
pues esta referido a que el neófito vaya asimilando la vivencia del Misterio de
Cristo a través de la oración y los sacramentos.
La etapa pastoral que se desarrolla en la comunidad cristiana con
los ya iniciados en la fe tiene como objetivo asegurar la vida fraterna y
misionera de la propia comunidad, asumiendo su vocación y misión particular en
la Iglesia y en el mundo.
La catequesis no se confunde con la misión evangelizadora de la Iglesia, pero
sí es una acción fundamental de la misma. Sin una buena actividad catequística,
la misión eclesial no engendraría en la fe a los discípulos de Jesús y, por
tanto, no habría verdaderos testigos del Evangelio en medio del mundo.
Claves pedagógicas:
- Los
catequistas debemos tener flexibilidad para echar una mano a todo el que
llega a la catequesis, aceptar su condición actual y con la gracia de
Cristo y el apoyo de toda comunidad ayudar a todos a ser verdaderos
discípulos de Jesús.
- La
preocupación principal de los catequistas, al inicio de los encuentros, es
hacer que los que ya han recibido la fe inicial y entran a la catequesis,
alcancen una disposición de querer alcanzar el encuentro personal con
Jesucristo y participar de su relación filial con el Padre la comunidad.
- Nos
preguntamos
- ¿Qué
tanto, como catequista, me siento participe de la misión evangelizadora de
mi comunidad y de qué modo nuestras actividades catequísticas están
articuladas con el resto delas actividades de la comunidad?
- No
vienen preparados de la etapa anterior, podemos decir, pero ¿nos preocupa
que podemos hacer para después de la etapa en que estamos?
2. Catequesis
de Iniciación
“Jesús dijo: Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed
que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”. (Mt
28, 18-20)
Desde
los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristianos se sigue un camino y una
iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida
o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: El anuncio de
la Palabra, la acogida del evangelio que lo lleva a la conversión, la profesión
de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión
eucarística” (Catecismo de la I.C., 1229)
La misión de engendrar los
hijos de Dios
Jesús resucitado a sus
discípulos los envió para que continuaran la misma misión que el Padre le había
encomendado en su Pascua (cf. Jn 20,21-23): reconciliar a los hombres con Dios,
hacerles partícipes de la relación filial que él tiene con el Padre y construir
una familia de hermanos sonde rija la ley del amor.
Jesús le dio dos indicaciones
bien claras: enseñar y bautizar. Nueva vida de fe por la acogida de la palabra
y participación en su Pascua a través de la celebración de los sacramentos de
iniciación.
La iniciación cristiana, núcleo
central de la misión evangelizadora
La Iglesia siempre ha
considerado que el núcleo esencial de su misión es proclamar la Buena Noticia: Jesucristo,
con él y en él. Los hombres llegamos a ser hijos de Dios y hermanos entre
nosotros y esto la Iglesia lo realiza a través de la “iniciación cristiana”.
La iglesia a través de la
historia a iniciado a sus hijos de
múltiples modos, pero siempre presentes estos elementos: el servicio a la
Palabra divina, con la consiguiente respuesta de fe y la celebración de los
sacramentos de iniciación.
Nos preguntamos
El que utilicemos la expresión “iniciación
cristina” ¿qué aporta esto a nuestra a nuestra catequesis, cambia en algo
nuestro modo de concebir la catequesis?
¿Nuestras celebraciones
litúrgicas- sacramentales están integradas en la catequesis, qué pasos
deberíamos dar para favorecer esa integración?
3. La articulación de la iniciación cristina
En la
iniciación, catequesis, liturgia y experiencia cristiana caminan juntas hacia
un mismo objetivo. Podemos añadir que las dos primeras están al servicio de la dimensión
espiritual, de la vida cristiana, donde se fundamenta el proceso de conversión,
el encuentro y la adhesión a Jesucristo. (Cf. Custodiar,
alentar y promover la memoria de Jesucristo,8)
La iniciación cristiana, don de
Dios
A veces estamos tan atareados
en preparar la catequesis que olvidamos que quien hace fructificar nuestra
labor no somos nosotros, sino es el propio Dios. Llegar a ser cristiano solo es
posible por la acción del Espíritu. La iglesia y, los que nos dedicamos a labor
catequística somos colaboradores.
“La originalidad
esencial de la iniciación cristiana consiste en que Dios tiene la iniciativa y
la primacía en la transformación interior de la persona y su integración en la
Iglesia, haciéndolo participe de la muerte y resurrección de Cristo” (Cf.
Custodiar, alentar y promover la memoria de Jesucristo,9)
La función maternal de la
Iglesia
Dios ha querido que la Iglesia
fuera su colaboradora; es decir, que ella, a través de la actividad iniciática,
sea la que engendre en su propio seno.
Vamos como se articulan en la iniciación
cristiana la paternidad de Dios y la maternidad de la Iglesia; así
comprenderemos mejor cuál es nuestra contribución particular como catequistas.
El Espíritu va por delante
Las tres dimensiones de la
iniciación cristiana, hemos dicho, son: la catequética, la sacramental y la
espiritual. La catequesis y las celebraciones
El Espíritu Santo es el que
mueve a los que se inician a abrirse al Evangelio, eligen el estilo de vida de
Jesús de Nazaret, quieren participar como Jesús de su relación filial con el
Padre, a disfrutar de la vida fraterna de la comunidad.
Necesitamos los catequistas
estar muy atentos a esos movimientos espirituales, los acompañemos, los apoyemos
sus decisiones libres a los que desean entrar en comunión de vida con Jesús.
El servicio de la catequesis y
la liturgia
La catequesis es un servicio a
la palabra divina. Las celebraciones son el ámbito privilegiado en el que
entran en contacto con el misterio de Jesús, ese que les ha comunicado la
Palabra, y donde reciben la gracia necesaria para responder en la línea de la
fe. Las comunidades cristianas deben entrelazar las catequesis y las
celebraciones litúrgica al proceso espiritual de conversión y de fe que siguen los que se inician, es el ámbito
en que los discípulos de Jesús entran en
contacto con el <misterio de Dios y son transformados en hijos suyos.
Claves pedagógicas
La sensibilidad espiritual de
los catequistas es la que les permite reconocer los discípulos llegan a ser
hijos de Dios, por la gracia del Espíritu y la actividad iniciática de la
Iglesia.
El grupo catequístico es
importante para el proceso iniciático, pero es necesario el acompañamiento
personalizado que permite reconocer la acción de la gracia y la respuesta
personal de fe.
Nos preguntamos
Conocemos que la iniciación
cristina es una gracia de Dios ¿De qué modo nuestra catequesis lo tiene en
cuenta?
¿El reconocer la importancia de
la iniciación cristiana cambia en algo nuestras catequesis? ¿En qué?
4. La
catequesis, elemento esencial de la iniciación cristiana.
“La profesión de fe es elemento interior del sacramento y meta de la catequesis. El proceso catequístico pretende propiciar, una viva, explicita y operante profesión de fe.” (DGC 66)
Al servicio de la profesión de
fe
Nuestra compleja actividad
catequística no nos debe alejar de su finalidad última: “propiciar una viva,
explicita y operante profesión de fe”.
La experiencia de vida de los
nuevos cristianos se configure con la experiencia del Evangelio que tiene la
Iglesia, la cual está compendiada y articulada en el credo de los apóstoles.
En el corazón de los
sacramentos de iniciación
La finalidad de la catequesis
tiene su expresión explicita cuando un cristiano confiesa la fe en la asamblea litúrgica,
y de este modo, se dispone a recibir la gracia que le otorgan los sacramentos
para que pueda hacer operativa esa misma fe en la vida cotidiana.
La necesaria fe
La fe es un elemento interior a
la celebración de los sacramentos, por fe nos referimos no solo a los
conocimientos de las cosas de fe, sino también a esa actitud de entrega por la
cual el discípulo de Jesús se pone en las manos del Padre. Para ello es básico
que os catequizando o catecúmenos se confronten con la <palabra de Dios,
para que en ellos se creen las disposiciones que les abran a la divina acción.
Sin la catequesis que alienta
la fe, los sacramentos quedarían reducidos a meros ritos y los cristianos quedarían
ciegos para observar como Dios actúa en sus vidas y cual es su voluntad para
colaborar con la venida del Reino.
La catequesis es un elemento
fundamental de la iniciación cristiana, sin la que es difícil que un cristiano
llegue a configurarse con quien es su maestro y Señor.
Ni distribuir los sacramentos
sin un verdadero itinerario catequístico, ni procesos catequísticos que no
valoren los sacramentos – y los demás ritos litúrgicos de la Iglesia, y casi
los reduzcan a un premio…
Claves pedagógicas
ü
Para
animarnos y animar a los catequizados, nunca podemos olvidar que la finalidad
de la catequesis es propiciar una vida auténticamente cristiana.
ü
La
profesión de fe conlleva un conocimiento de la historia de la salvación y del
Dios Trinidad que se ha revelado en esa historia, con el logro de actitudes necesarias
para que Dios pueda realizar su obra en los que inician.
ü
Las
celebraciones de la fe no pueden ser ajenas a la catequesis y los que animan
estas celebraciones tan poco deben ignorar la actividad que desarrollan los catequistas.
Nos preguntamos
¿Qué entendemos por “la
profesión de fe” tenemos una visión acorde a la enseñanza de la Iglesia?
¿En concreto, qué esperamos de una “viva y , explícita y operante profesión de fe?
5. Las
características de la catequesis de iniciación
Iniciación, educación e
instrucción, características del catecumenado que ha de inspirar a las demás formas
de catequesis” (DGC,68).
La referencia al catecumenado
Bautismal.
El concepto catequesis debe
revisarse pues a veces lo usamos de manera muy superficial. Por lo tanto, tener
en cuenta que una catequesis de iniciación a la vida cristiana debe inspirarse y
tener presente las características del catecumenado bautismal de adultos.
Tanto para los que van a ser bautizados
como los que quieren reiniciar y crecer en su fe bautismal, teniendo en cuenta
las edades y circunstancias diversas, las catequesis tienen rasgos comunes que
las identifican.
La catequesis da forma al
cristiano
La catequesis de iniciación es
una formación para que el discípulo de Cristo vaya adquiriendo el estilo de vida
de su Maestro y Señor.
Hacer madurar la conversión
inicial y ayudar a los cristianos a dar pleno sentido a sus vidas, educándolos
en una mentalidad de fe conforme al Evangelio (EN 44), hasta que gradualmente lleguen
a sentir, pensar y actuar como Cristo. (DC 77)
Esto no quita que haya también
que dar instrucción para comunicar conocimientos: historia de la salvación, la
revelación divina, los compromisos morales y religiosos…
Al servicio de la comunión
eclesial
La catequesis tiene como objetivo hacer que los bautizado
vivan una autentica vida cristiana, para ello el proceso catequístico debe ser orgánica
y sistemática, esencial e integral, básica y común.
Ello se diferencia de otras
actividades también catequéticas: escuela bíblica, catequesis ocasionales en
los diversos tiempos litúrgicos y para la celebración- recepción de los sacramentos, la educación religiosa
escolar, estas actividades complementarias son importantes para el buen desarrollo tanto de la comunidad
cristiana como la vida de sus miembros.
Claves pedagógicas
- ¿Conoces
el RICA?: el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos? Recuerda que en el
debe inspirarse toda la catequesis, adaptándola convenientemente.
- En
torno a la catequesis se articulan muchas iniciativas de formación e instrucción
y acompañamiento.
- La tare
catequística es la base para introducir a
la vida cristiana de la Iglesia.
Nos preguntamos
·
¿Qué
elementos iniciáticos descubrimos en nuestra catequesis y cuales nos faltan?
·
¿Tenemos
en cuenta el aspecto formativo, no sólo el vivencial?
· ¿Sabes de qué se trata el principio de “correlación” del que habla el número 196 Del directorio para la Catequesis?
6. La
pedagogía de la catequesis iniciática
“Para
realizar sus tareas, la catequesis se vale de dos grandes medios: la
transmisión del mensaje del Evangelio y la experiencia de la vida cristiana”
La vida de la Iglesia,
mediación de la vida de Cristo
La
hermosa tarea de la catequesis no es presentar un personaje histórico
excepcional sino sobre todo poner en comunión, en intimidad de vida con Jesucristo
vivo y resucitado.
Este
objetivo ambicioso no debe desanimarnos es toda la Iglesia la que debe ayuda a
que todas las dimensione de la fe sean tomadas en cuenta.
No
olvidemos la Iglesia es sacramento de Cristo; mediación de la cane y la vida
del Señor.
Las tareas de la catequesis
La vida en la fe requiere que ella
sea conocida, celebrada, vivida y hecha oración; más aún, necesita ser
compartida en comunidad y ser proyectada a través del testimonio misionero. La
catequesis debe ayudar a vivir la vida de Jesucristo y al mismo tiempo vincular
al catequizando en las dimensiones por las que la comunidad vive la fe en
Jesús.
Una pedagogía de entrenamiento
Explicar el sentido doctrinal
de las dimensiones de la vida cristina no es suficiente, la escritura junto con
el catecismos es importante pero hay que introducirse dentro de ellas, para
ello la práctica de los escrutinios catequísticos nos permitan tomar en serio la vivencia de las dimensiones de la vida
cristina.
Trasmisión del mensaje
cristiano y el entrenamiento de las dimensiones de la fe que nos permiten
avanzar, poco a poco, conformándola vida en Cristo, son propuestas de una tarea
conjunta.
Claves pedagógicas
·
Tener
presente este orden: introducir en la vida de Cristo enla medida en que introduce en la vida de la Iglesia.
· Iniciar en la vida cristiana toma en cuenta las experiencias que propone el itinerario con el mensaje cristiano que anuncia la Palabra divina profundizada por la Iglesia.
Nos preguntamos la formación
del discípulo de Jesús.
¿Cuándo
planificamos nuestra catequesis tomamos en cuenta la vida de Cristo, la vida de
la Iglesia y la vida cristiana (del cristiano)?
¿Concebimos nuestra catequesis como un espacio de entrenamiento en la vida cristina?
II Parte
Catequesis de iniciación, la
formación del discípulo de Jesús
7. La
catequesis como iniciación en el discipulado
Del
primer anuncio en la evangelización brotan la fe y la conversión inicial. Este
es el tiempo del precatecumenado, para que madure la verdadera voluntad de
seguir a Cristo y de pedir el Bautismo.
Mas allá de nosotros mismos
La
autoestima, el lograr una autonomía de pensamiento y acción son valores
positivos, pero esconden el peligro de encerrarnos al otro, y, en evangelio y
la actitud discipular que exige seguir los pasos de Jesucristo.
No
podemos caer en la trampa de encerrarnos sobre nosotros mismos y convertirnos
en autorreferencia, somos el centro del mundo.
Podemos,
sin darnos cuenta, caer en un individualismo. Las personas nos realizamos
cuando vamos más allá de nosotros mismos.
El encuentro con Jesús
La actitud de apertura es
fundamental para encontrarnos con Jesús y ser receptores de su Palabra. Los
evangelios dan noticia de los múltiples encuentros con Jesús.
El encuentro con la hemorroisa
(cf. Mc 5,21-34). La multitud apretuja a Jesús, pero solo la mujer enferma
tiene un encuentro personal con Jesús: ella lo toca, queda curada de su mal y
escucha de labios de Cristo, unas palabras de vida.
El encuentro con Jesús es algo
personal, para que las personas puedan recibir el amor de Jesús deben estar en
disposición de apertura, salir de ellos mismos y acoger la Presencia y el don de
vida que les regala.
Anuncio al servicio del
encuentro
Nos solemos preguntar por que nuestras catequesis no logran los frutos que esperamos. Quizá, en definitiva, se trata de que los que siguen nuestros procesos no desarrollan la actitud que les permita reconocer en sus vidas la presencia de Jesús y la humildad para acoger sus dones. Esta actitud es lo que llamamos fe y conversión inicial. or eso la importancia de promover el precatecumenado o la precatequesis que tiene que ver con el desarrollo de una catequesis kerigma tica. Es te tiempo es importante y no se ha de prescindir de él. Consiste en poner en relación las experiencias fundamentales en la vida (alegría, dolor, fracaso, esperanza…) con el anuncio del kerigma. Recordemos el kerigma: que Dios los ama, que envió a Jesús, que dio su vida por ellos y que ahora está vivo a su lado, para iluminarlos, fortalecerlos, para liberarlos… (Francisco, EG 264)
El deseo de ser discípulo de
Jesús
El anuncio no es algo mágico,
automático, necesita su tiempo y espacio, el precatecumenado y la precatequesis,
permiten abrirse al amor de Dios en su Hijo, Jesús, entonces sienten que algo dentro
de sí cambia.
- Experimentan
ese amor gratuito que les valoriza como personas y que su verdadere tima nace
de la estima de Dios. Esto es el paso a la fe.
- Los
lazos de autosuficiencia; el orgullo y egoísmo pierden su poder y descubren que
la comunidad cristina no es una carga sino un don. En definitiva, experimentan
que el amor de Jesús le libera y fortalece y le vuelve hacia Dios. Eso es
conversión.
El verdadero punto de partida
de la catequesis es este, cuando los que reciben el anuncio, habiendo aceptado
la fe y optando por un camino de conversión, surge el deseo de estar unido a
Jesús y a los que profesan su fe. Querer ser discípulo de Jesús, entregarle la
propia libertad para, junto con el resto de los cristianos, ir detrás de él
siguiendo su caminos.
Claves pedagógicas
La catequesis introduce en la
relación personal con Jesús. La persona debe implicarse y responder a la invitación,
que le hace la comunidad cristina, por medio de una catequesis kerigmática, a
promover la fe y la conversión inicial.
Antes de introducir a alguien
en el proceso de catequesis, es necesario a ayudarle a hacer un discernimiento
de sus posiciones personales. De alguna manera debemos percibir si se siente atraído
por el amor de Dios, si reconoce que su autosuficiencia se debilita y si desea
entrar en comunidad cristina y entregar su libertad a Jesucristo hasta llegar a participar de su relación
filial con el Padre.
Nos preguntamos
·
Ante
de iniciar la catequesis, propiamente dicha; ¿sus temas y procesos, ayudamos a
las personas a hacer discernimiento sobre su situación persona frente a Jesús y
el evangelio?
· En nuestros procesos de iniciación cristiana, ¿de qué modo implementamos ese tiempo previo a la catequesis, ¿cómo lo programamos para que sea auténticamente un momento kerigmático?
8. Discípulos
en seguimiento de Jesucristo
La Iniciación cristiana
requiere que en nuestras comunidades se active un camino que nos ayude a
experimentar el encuentro con el Señor. La mistagogia nos puede ayudar a al
crecimiento en su conocimiento y el amor por su seguimiento. No olvidemos en
nuestra catequesis la contemporaneidad de Cristo en la Liturgia. (Francisco)
Jesús llama a sus discípulos
Somos conscientes que muchos de
los que se acercan a la catequesis lo hacen pese “pensando que el origen de su
interés es su propia decisión, otros por costumbre, por obedecer a sus padres cumpliendo
unos ritos propios de su religión y no faltan los que se animan para compartir y
relacionarse con amigos, pero la realdad es que nadie se “apunta “a ser
cristiano, sino que es el propio Jesús que llama a hace e alguien su discípulo.
(Mc 1,16-20) Jesús pasa a su lado,
les llama a su seguimiento y ellos, inmediatamente lo dejan todo y le siguen.
(Mc 2, 13-17) Jesús pasa por
delante de del mostrador de cobros, le dice: sígueme, el se levanta y le sigue
sin condiciones.
Para estar con Jesús y caminar
con él (cf. Mc3,13-15).
“Se ha cumplido el tiempo y está
cerca el reino de Dios . Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15). “Y él
antes e nada, se rodea de discípulos para darles a conocer y participar de los
misterios del Reino” (cf. Mc 4,11). Convocarles a la filiación divina, a la
familia de Dios por la obediencia a su Palabra (cf.3,31-35). El les llama para
estar con él e implicarlos en su misión.
Querer ser cristiano es querer
estar con Jesús y tratar de imitar su estilo de vida. Ser cristiano es caminar
detrás de Jesús.
Una catequesis que introduzca
en el seguimiento
El proceso catequético que la Iglesia
ofrece a los que se inician es un camino articulado con infinidad de encuentros
con Jesús, el Maestro.
La catequesis es, atentos, el
ámbito que la comunidad cristiana crea para que los nuevos cristianos puedan
crecer en el conocimiento de Cristo y profundizar en el amor por su
seguimiento.
Quizá a los catequistas nos
cuesta creer que este propuesta la podemos favorecer, pero, de todos modos,
recordemos: “Donde dos o tres están
reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20)
Una catequesis con sensibilidad
mistagógica
En verdad, necesitamos una
mirada de fe que nos ayude a pasar de lo visible a lo invisible. Jesucristo está presente de mil maneras, pero
de una manera especial en la Iglesia y en las celebraciones litúrgicas.
Por eso hablamos de una
sensibilidad mistagógica, para que los que se inician o se ha alejado y quieren
encontrarse con Jesús, reconozcan su presencia y puedan relacionarse con él
personalmente.
Los catequistas hemos e ser
mistagogos e la vida cristiana, ayudando a cultivar una mirada e fe que sepa pasar
de lo visible de las mediaciones eclesiales al Misterio divino en el que se
hace presente.
Claves pedagógicas
·
La
catequesis e iniciación supone un proceso de vinculación y seguimiento con Jesucristo
vivo y resucitado, que se hace el encontradizo en la vida de sus discípulos y
en la vida de la comunidad cristiana.
·
Esta
es tarea del Espíritu y de la dimensión mistagógica de la fe, pasar de lo
visible a lo invisible haciendo que los iniciados reconozcan la presencia de
Cristo en sus vidas.
Nos preguntamos
¿Cómo catequista reconocemos la presencia viva de Jesucristo
en la historia de nuestros catequizandos? ¿De qué modo?
Como catequistas, ¿cómo podemos desarrollar, en nosotros
mismos, una sensibilidad mistagógica, que nos permita fundirnos en el Misterio de Cristo?
9. Discípulos
que libran el combate de la fe
Necesitamos
consentir jubilosamente que nuestra realidad es dádiva, y aceptar nuestra liberta
como gracia.
“Examinadlo
todo; quedaos con lo bueno” (1Tes 5,21)
Ir detrás de Jesús
Tenemos la experiencia de que
cuando se inicia la catequesis todo sucede con una normalidad rutinaria: reunión
tras reunión, se aprenden y repiten cosas de Jesús, a veces se va a Misa, se
aprenden oraciones … Al final, tristemente, da la sensación de que los participantes
pasan por la catequesis, pero la catequesis no pasa por ellos, es decir, La
Palabra divina no parece hacer huella en ellos.
Los catequistas, a veces, le
tenemos miedo de plantear una mayor exigencia porque le tenemos miedo a que
abandonen, por eso, permitimos la monotonía,
y solo expresamos nuestro empeño en exigir puntualidad, memorización y rutinas.
El discípulo de Jesús siempre
es discípulo, y así debe se desde el principio, siempre detrás del Señor. De
nada vale conocer a Dios si no seguimos obedientemente su voluntad, como lo
hizo Jesús, aunque a eces nos cuesta y
es difícil.
La entrega de la propia
libertad
Quien comienza la iniciación
cristiana confía en Jesús. En su relación personal con él le anima a seguir y a
dominar su autosuficiencia para y ha esperar.
Aceptar la primacía de Dios y
entregar su voluntad en el seguimiento de Jesús le obliga a aceptar el intercambio
que Jesús propone a sus discípulos: cargar sobre sus hombros los cansancio y agobio
y tomar sobre sí el yugo filial que el ofrece (cf. Mt 11, 28-30)
Es el combate de la fe, es fuerte
pero siempre seguros de quién está con nosotros. Por eso la verdadera la libertad
se recibe como gracia y no como conquista de la propia cosecha.
Llamados a la libertad
Hay que prevenir contra el prejuicio
que puede condicionar la actitud de lo catequizando pensando que los
compromisos del seguimiento de <Jesús cohíben nuestra libertad. Al contrario,
esos compromisos de la vida cristiana buscan promover, en todo momento, un
verdadero proceso de liberación, condición para el seguimiento discipular de
Jesús. Ser cristiano es ser libres con la libertad de Jesucristo. Libres para
cumplir la voluntad del Padre que es servir.
Dóciles a la acción el Espíritu
Los deseos, angustias, temores,
búsquedas, y todo lo que conlleva estar atentos a los signos de los tiempos, nos
piden entrenarnos para firmemente para el combate de la fe, recorrer con Jesús
los caminos de la libertad plena.
La catequesis, de alguna manera,
nos tiene que facilitar la ejercitación en la vida cristiana para que tengamos una
vida espiritual activa, acogiendo y
secundando la acción del Espíritu Santo, el maestro interior que nos permite adquirir la libertad de
Cristo, para gloría de Dios.
Claves pedagógicas
Ayudar
a los discípulos de Jesús a reconocer sus triunfos y caídas, pero siempre
contando con la necesidad de contar con el auxilio de la gracia.
Dios mismo, por medio por medio de la acción
interior de su Espíritu y la intervención de la comunidad, alumbra a los discípulos
de su hijo Jesús, como hijos suyos.
Nos preguntamos
¿Nuestros procesos catequísticos son verdadero entrenamiento
para sostener el combate de la fe o se estancan en doctrinas y exigencias
morales?
¿Cómo ayudamos a catequizandos
a reconocer el protagonismo extraordinario de la gracia del Espíritu de los que
inician? ¿Alguna propuesta concreta?
10. Discípulos que aprenden a vivir de un modo
nuevo
[En el catecumenado-
catequesis] con la formación de la vida cristiana en su integridad y el
adiestramiento debidamente prolongado, los catecúmenos [catequizando] son introducidos
a la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del Pueblo de Dios. (RICA)
Iniciar en “el arte de vivir”
Solemos tener una imagen de la
catequesis que consiste en conocer cosas de Dios, para ser buenos, para formar
parte de la Iglesia…Lo que la catequesis ofrece es el arte e vivir, por que nos
vincula con Aquel que ha venido a darnos vida y vida en abundancia (cf. Jn 10,
10) Jesús el viviente
Como transmite la catequesis la
vida de Jesús: les da a conocer las dimensiones del reino de Dios (Mt 13, 11),
les enseña a orar (Mt 13,11), inculca las actitudes evangélicas (Mt,11,29), les
iniciaba en la misión (Lc 10,1)
·
Nuestras
catequesis deben superar el ambiente de aula verdaderos momentos ricos de un clima
espiritual, que reconoce la primacía de la gracia.
Nos
preguntamos
¿Qué
criterios utilizamos para evaluar si la
transformación de vida de los que inician?
¿Qué
nos ayuda a permitir que en nuestros encuentros los destinatarios descubran la
relación entre su actuar y los significados y mociones espirituales que el
Espíritu produce en ellos?
11. Discípulos formados en comunidad
“La comunidad está
llamada a crear ese espacio teologal en el que se puede experimentar la
presencia mística del Señor resucitado. Compartir la Palabra y celebrar juntos
la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y
misionera. (G et E, 142)
Llamados ala fraternidad
Nadie puede ser cristiano por
libre y hay muchos que consideran que la fe es algo privado e intimo y nadie
puede mediar en esa relación personal con Dios.
En la catequesis también puede
suceder que algunos consideren la invitación comunitaria como algo secundario.
Cristo reunió a sus discípulos en torno suyo para construir una fraternidad. Haciendo que de su persona el centro y de su Palabra la orientación de sus vidas. Así formo a sus discípulos y les hizo experimentar el amor del Padre.
Una nueva familia
Capitulo18 del Evangelio de San
Mateo Escuchamos a Jesús hablando de la comunidad que sueña, y como coloca a
los pequeños y vulnerables como los primeros destinatarios en el servicio a
Dios. Una familia en la que se experimente el misterio de amor que es el Dios -
Trinidad.
Comunidad como espacio teologal
Al introducir en la vida de la
Iglesia se introduce en la vida de Cristo,
medidor de la vida que Dios quiere dar. Que sus hijos se amen a la medida de su
Hijo (Jn 15,12-17) para que Dios more en ellos. (Jn 14,23)
El valor de las pequeñas cosas
En la comunidad hay cosas
esenciales: la acogida de la Palabra compartida, la celebración de la
Eucaristía, la vida de servicio y caridad, esto no es negociable. Pero el Papa
Francisco nos dice que esa vida esta hecha
de muchos pequeños detalles cotidianos.
Que bueno es recordar y permitir que en la catequesis se tome conciencia de estos pequeños detalles, regalos de Dios: La fidelidad y constancia de los que rezan el rosario todos los días, los servicios de limpieza y mantenimiento, la atención a los enfermos, los animadores y ministros, los que atienden a los más necesitado, y los que son capaces de hacer presente una serena sonrisa en medios de los conflictos… La comunidad ideal no existe y real tiene una carga de desencuentros y pecados, de limites y debilidades que pueden desconcertar a los que se acercan , pero es rica de dones . Los catequistas debeos ser testigos-mistagogos, hemos e ser mediadores de esa experiencia para que los que se inician deseen incorporarse a la familia de Dios.
Claves pedagógicas
La comunidad es la generadora
de fraternidad y del servicio donde los iniciados experimentan la belleza de la
comunión con Dios.
La catequesis es un campo donde
deben privilegiarse los detalles pequeños que a través del trato fraterno y la
atención a todos se experimenta la misericordia de Dios.
Nos preguntamos
¿Cómo es la calidad de nuestra
actividad catequizadora con la comunidad cristiana?
¿Qué dificultades encontramos
para valorar los pequeños detalles de fraternidad de la comunidad? ¿Tenemos
verdadera sensibilidad? mistagógica?
12. Discípulos en misión
“En
virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido
en discípulo misionero. (Mt 28,19)
Es un
llamado a cada cristiano, en la medida de que se ha encontrado con el amor de
Dios en Cristo Jesús. (EG, 120)
Jesús es para todos
El relativismo y la
intolerancia conviven en nuestra época con un individualismo exacerbado y un
afán de autonomía impulsivo. Este ambiente no es propicio para que se dé el
impulso misionero en nuestras comunidades.
Para los que inician y buscan a
Jesús, debe crecer en convicción de que Jesús es único y es para todos. Jesús el
Hijo de Dios, que el Padre nos da para poder participar de su amor, formar la
familia que quiere reunir entre los pueblos y llevarnos a la plenitud de su
vida en su Reino.
Jesús llama a la misión
Jesús llama para hacer a sus
seguidores “pescadores de hombres” (Mc 1, 17) y lo concreta en el “Id y haced discípulos
de todos los pueblos... (Mt 28,18) Él
los forma a través del seguimiento, para hacerles apóstoles suyos.
En el capitulo 10 de su
evangelio, Mateo recoge algunos elementos. La confianza, su capacidad de
servicio aun en medio de dificultades y rechazos debe estar presente, como
signo de su presencia.
Los discípulos llegan a ser apóstoles
no tanto por lo que hacen como por lo
que son, es decir, por la transformación que en ellos ha operado la fe y los
sacramentos de iniciación.
Capacitados para la misión
No podemos mantener una propuesta
que primero somos discípulos y después misioneros, somos siempre discípulos
misioneros. Es el mismo Jesús que capacita a los que llama y la catequesis
tiene que alentar un dinamismo propio de la fe.
Una catequesis con perspectiva
misionera
Tenemos que tener cuidado en no
reducir la perspectiva a la propia comunidad., hay que tener presente que el Evangelio
está destinado a todos los hombres.
“Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”
(Mt 10,8) Una clara exhortación que nos debe liberar de cualquier temor y
prejudicio y superar la tendencia de considerar la fe como algo privado,
individual sin transcendencia para los otros.
Claves pedagógicas
Prestar atención a dimensión misionera
de la fe supone un cuidado en nuestros dispositivos catequísticos y limitar la
planitud que Cristo ofrece a los que llama.
Compartir la vida de los que se
inician con aquellos que son enviados
son una manera de llegar a ser verdaderos misioneros.
Nos preguntamos
¿Los qué concluyen nuestros
itinerarios catequísticos se siente enviados por Jesús?
¿Qué iniciativa, se nos ocurren para que los iniciados vivan su fe con actitud de salida, y puedan hacer anuncio del evangelio gozosos y lleno de sentido?
Parte III
CATEQUESIS DE INICIACION, AL
SERVICIO DE LA PEDAGOGIA DIVINA
13. En la catequesis mensaje y pedagogía van de la
mano
“El camino e Dios que se revela
y salva, junto con la respuesta de fe de la Iglesia en la historia, se
convierte en fuente y modelo de la pedagogía de la fe”
La catequesis, por lo tanto,
pedagogía de un acto de fe que simultáneamente realiza una tarea de iniciación,
educación y de enseñanza, teniendo siempre presente la unidad entre el
contenido y la forma de transmitirlo. La Iglesia es consciente que el Espíritu
Santo actúa de forma eficaz. (DPC ,166)
La contraposición entre
contenido y método
Podemos transmitir con claridad
unos contenidos sin atender el dinamismo pedagógico que se requiere para ser
asimilados de manera personal. Otras veces, para hacer más llevadera la
catequesis, abundamos en dinámicas y juegos dejando de lado el mensaje. Este es
un punto en permanente revisión.
Miremos la obra educativa de
Dios
Dios educa a su pueblo con
obras y palabras. Actúa a través de circunstancias, acontecimientos históricos
y personajes y ofrece una palabra inspirada. La palabra de los profetas Dios
las confirmaba con sus acciones.
En Jesús se manifiesta este
modo de revelar el misterio y formar a los discípulos. El evangelio recoge la
Palabra de Jesús , pero , al mimo tiempo, presenta el testimonio de sus
acciones: ora, cuida a los enfermos, hace signos, perdona los pecados…
Dios sigue actuando por medio
de su Espíritu
Sabemos como Dios educó a su
pueblo. Pero hoy podemos observar que nuestro Dios sigue actuando en la vida de
aquellos a los que acompañamos en la fe. Quien desea servir a Dios y promover
la fe, debe saber discernir como el Señor actúa, para humildemente cooperar con
la acción misteriosa, pero real de su Espíritu y así ponerse a disposición de
los que buscan ser discípulos de Jesús.
Pedagogía en acto de fe
Los catequistas somos personas
de fe y podemos reconocer como Dios actúa en la vida de los que acompañamos. El
modo de actuar de Jesús que acompaña a sus discípulos podemos nosotros
explicitarlo con nuestra palabra y testimonio.
Esto nos reafirma lo que ya
hemos dicho con frecuencia: que la catequesis es simultáneamente una tarea de
iniciación, de educación y de enseñanza en lo que estamos implicados no solo
los catequistas, sino toda la comunidad. Una palabra puede desvelar este
misterio divino que vive la comunidad con el mensaje cristiano y el testimonio
de vida.
Claves pedagógicas
La catequesis es un servicio que
la comunidad presta almagisterio que Jesús desarrolla con sus discípulos.
Mensaje cristiano y pedagogía de la fe van de la mano
Dios, por medio de su Espíritu
y a través de personas y acontecimientos, sigue acompañando a los discípulos de
su Hijo, Jesús, y él es el que suscita palabras llenas de fuerza y significado
que mueven a la fe. El catequista es un servidor de la acción del Espíritu y, a
la luz de la fe de la Iglesia, busca acciones y palabras que testimonian esa
acción misterios.
Nos preguntamos
¿Hemos pensado alguna vez que nuestro
ser catequista es un servicio a la propia acción que Dios lleva con los que
acompañamos? ¿Cómo nos afecta y a que nos obliga?
¿Cuál es el centro de nuestra
catequesis? ¿La transmisión de contenidos doctrinales? ¿las dinámicas y
actividades?
14. Jesucristo el camino que nos conduce al
misterio de Dios
“La catequesis es necesariamente
trinitaria y cristológica. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio
central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Cristo
es el camino que conduce al misterio íntimo de Dios. Jesucristo no solo
transmite la Palabra de Dios: Él es Palabra de Dios.” (DC,168)
Llamados
a participar de la vida de Dios
En
los que nos dedicamos a la catequesis nos cuesta de acuerdo sobre cuál es su
finalidad. Los pare de los niños quieren que sus hijos reciban el sacramento y
punto. Los adolescentes y jóvenes les interesa tener un buen ambiente y
encontrarse con amigos y pasarlo bien. Los catequistas, unos se centra en que los
nuevos cristianos aprendan la doctrina y oraciones, otros desean hacer un buen
trabajo y que los muchachos se sientan bien. No faltan quienes quieren que los
que van a nuestras catequesis sientan a Jesús como un amigo y participen en las
actividades de la comunidad.
Pero
es difícil tener presente que el fin ultimo de la catequesis es que los
cristianos -junto a la recepción de los sacramentos- participen de la vida del
Dios-Trinidad. El catequista cree que el ser humano, amenazado del mal, y
abocado a la muerte, está destinado a disfrutar de la intimidad de Dios.
Dios
cumple la vocación del hombre
Esta
vocación divina nadie puede cumplirla por sí mismo. Tampoco la Iglesia puede
por si sola. Es Dios mismo el que a través de su Hijo, Jesucristo, y bajo la
gracia de su Espíritu, cumple por medio de la
Iglesia esta llamada que ha puesto en el corazón del hombre.
Debemos
encontrarnos con Cristo vivo , y confesarlo con nuestra palabra y nuestra vida.
Si nonos hacemos uno con el Hijo de Dios y de María, no podemos cumplir nuestra
vocación.
Encontrarse
con Jesús debe considerarse como acción del Espíritu Santo. Nadie va a Jesús si
el Espíritu no mueve su corazón y conciencia hacia Él. Es el Espíritu quien no
lo entrega en los sacramentos de la Iglesia y hace que lo encontremos en los
hermanos.
Jesús,
el camino hacia la intimidad con Dios
El
cristocentrismo es el corazón de la catequesis, es decir, “el centro de la
catequesis es la persona de Jesucristo vivo, presente y operante.” (DC 169)
Este es el verdadero contenido, encontrarse con Cristo, en virtud de la acción
de su Espíritu, para que los que desean ser discípulos suyos, él les proponga
un camino concreto de seguimiento, un proyecto de vida, que les permita participar
de la intimidad filial que él mantiene con el Padre.
Toda
la acción catequética, la vida de la comunidad, el acompañamiento de fe, la
oración constante todo ha de ser vehículo del Espíritu para llevar a los iniciados a reconocerle como el
Maestro y Señor y avancen por las sendas
eclesiales que les introduce en el misterio amoroso de Dios.
Entrar
en contacto con Jesucristo
En
la catequesis debe ocurrir algo, no se trata de cumplir un programa. En un momento
el iniciado debe reconocer ese encuentro con Jesús en algo ha cambiado su vida.
Las
celebraciones litúrgicas deben ser auténticas celebraciones no simple ritos litúrgicos.
Lo que la Palabra proclama, la gracia del Espíritu lo hace presente y permite
ser reconocido en la fe de la comunidad el Misterio de Jesucristo. De alguna
manera quien participa en la liturgia, especialmente la Eucaristía, y lo hace
una manera plena, experimenta la presencia del Espíritu actuando, que nos
permite reconocer Cristo vivo y resucitado y nos hace uno con Él.
Llegar
a ser Hijo y hermano es el contenido de la iniciación cristina, ello solo puede
suceder si estamos unidos a Jesucristo (Rom 8,2).
Claves
pedagógicas
Nunca
olvidar que la catequesis no pue ser reducida a una actividad meramente humana,
es un servicio que la Iglesia presta para que Dios actúe por medio de su Espíritu
para que cumpla la vocación divina en los que desean ser sus discípulos.
Jesucristo
es a la vez contenido y método de la catequesis. Solo siguiendo sus pasos se
conoce su Misterio y sus discípulos pueden semejarse a él y con él sean hijos
de Dios y hermanos de los demás .
Nos
preguntamos
¿A
la luz de estas enseñanzas ¿cuál es la finalidad que persigue el dispositivo catequético
en tu parroquia?
¿En
el itinerario catequístico piensas que los que participan reconocen que
Jesucristo es una persona real?
15. Nuestra
vida forma parte de la historia de la salvación
La historia de la
humanidad, por la presencia del Espíritu Santo, es también historia de
salvación.
El mensaje cristiano,
por tanto, siempre debe ser presentado en relación con el significado de la
vida, de la verdad y de la dignidad de las personas. Cristo vino para
nuestra salvación, para que tengamos vida en abundancia (Jn10,10)
No
sabemos conjugar los tiempos de Dios
A
veces, cuando nos acercamos a la Biblia nos quedamos estancados en el pasado, y
cuando estamos en el trajín de cada día, todo lo que sucede, los mayores dicen:
todo está en la Biblia.
Hay
una tercera forma de conjugar los tiempos de Dios. Un día para Dios es como mil
años para nosotros, nos dice Pedro. Procuremos en la catequesis ayude a nuestros
destinatarios a que sepan conjugar le voluntad de Dios con nuestro quehacer de
cada día, dejémonos arropar por su misericordia y su gracia,. Que imagen más
bella; como el águila revolotea sobre sus polluelos, así Dios es con sus hijos.
La
actualidad de la Pascua
La
Pascua del Señor Jesús recreó el mundo. En su encarnación no solo se hizo uno
de nosotros, sino que nos hizo a todos participas de su vida inmortal. Toda la
historia de la salvación, desde los orígenes de mundo hasta el final de la
historia terrena, se ha concentrado en la Pascua de Cristo y, por el don del
Espíritu, ahora está activa en todo tiempo y lugar.
En
el surco de la Historia de la salvación
La
catequesis tiene la hermosa tarea de mostrar como las hazañas que hizo Dios en
el pasado y los signos de Jesús siguen presentes, los sigue realizando
ahora en aquellos que buscan
liberarse e cualquier atadora de
pecado y aspiran a la plenitud de vida
más allá de la muerte.
Esta
realidad no puede ser activada por la exposición de la sola doctrina, debe ser presentada
en relación con el significado de la vida, de la verdad de la dignidad y el servicio
a la persona.
A
través de la celebración litúrgica, en los sacramentos especialmente, esta
extraordinaria gracia de salvación se hace presente. La Pascua, misterio de
gracia y salvación se actualiza por el Espíritu que nos permite decir:” Abba,
Padre”
La
obra de Dios se hace vida por medio del seguimiento de Cristo. Al vivir según
el evangelio, el cristiano y no solo es receptor de la salvación divina, sino que
también se convierte en un servidor de esa historia que Dios quiere seguir
realizando con todos los hombres que vienen a este mundo.
Vivir
con esperanza
La
historia es salvación porque tiene un horizonte de plenitud. Los que se inician
pueden experimentar la libertad y la confianza que brotan de las palabras de
Jesús en la cruz: “hoy estarás conmigo en el paraíso”, y esta esperanza que
surge de estas palabras es más fuerte que cualquier infortunio o decepción.
Esta
característica escatología de la fe debe estar, de alguna manera en nuestra
catequesis, sino le fallamos a el don total de Dios y al anhelo más profundo
del hombre.
Por
la acción del Espíritu y el testimonio como horizonte integrarla en el plan de
salvación de la Iglesia los cristianos puedan vivir una esperanza libre y
luminosa. En realidad, para quien tiene fe “el Señor no tarda en cumplir sus promesas…”
(2Pe 3,9)
Claves
pedagógicas
Dios, aunque sea de un
modo misterioso, sigue obrando la salvación. La fe es histórica porque dirigida
a la vida tiene como horizonte integrarla en el plan salvador de Dios.
La catequesis ha de presentar
los grandes momentos de la historia de la salvación, y a través de la Pascua de
Cristo, ha de manifestar su correspondencia con los acontecimientos y vida de
los que inician. No es teoría, ni doctrina, es salvación de dios que, por su
Hijo, Jesús, y en virtud de la gracia del Espíritu, actúa en la vida.
No debe faltar el
horizonte escatológico en el anuncio del evangelio, porque fallaríamos al plan
de pleno de Dios. Por eso, decimos: Ven Señor, Jesús, y anunciamos su muerte
hasta que vuelva.
Nos
preguntamos
¿Qué
valor damos al carácter histórico de nuestra fe? ¿Estamos convencidos que Dios
ya está actuando de aun antes de que nosotros lo anunciemos?
¿En
nuestra catequesis, ¿ponemos en relación liberación y vida después de la
muerte? ¿Pero, también estamos atentos a relacionar salvación eterna y
liberación histórica del ser humano?
16. El Espíritu “nos
primerea” con su gracia
“Toda la catequesis debe
ser “una catequesis e la gracia, pues por la gracia somo salvados, y también
por la gracia nuestras obras pued dar fruto para la vida eterna”. “La comunidad
evangelizadora experimenta que el Señor tomo la iniciativa, la ha primereado en
el amor (1Jn 1,10); y, por eso, ella sabe adelantarse” (EG 24) (DC,174)
El
Señor toma la iniciativa
Tenemos
que cuidarnos de creer que los resultados dependen exclusivamente de nuestro
buen hacer y de las capacidades de aquellos a quienes atendemos. Nuestra
tentación es la de querer servir a Dios, pero sin contar con Dios. Nos
esforzamos por acompañar a nuestros catequizandos para que encuentren a Jesús,
y que nuestros comentarios sean significativos, pero, a veces, olvidamos que el
encuentro con Jesús es pura gracia, y sólo el Espíritu puede hacer que nuestra
palabra proponga la Palabra de Dios.
La
primacía de la gracia
El
Espíritu Santo es el don que el Resucitado nos envía desde la gloria del Padre.
Olvidar la acción precedente del Espíritu, y la primacía de su gracia, puede
hacer que nuestras catequesis se reducirán a unas actividades didácticas,
incluso educativas, pero que no ayudan a reconocer ni a recorrer la senda que
el Espíritu abre a cada cristiano en Jesucristo.
La
verdadera catequesis siempre se ha de concebir como un servicio a la gracia del
Espíritu. Él es el verdadero protagonista de la misión eclesial, general, y de
la catequesis de modo particular. Es su gracia la que abre el corazón de los
creyentes y les da el don de aceptar y creer el Evangelio. Y ella, también,
tiene el poder para transformar a los discípulos e Jesús a semejanza de su
maestro y Señor.
Colaboradores
del Espíritu
Dios
ha querido contar con la colaboración de la comunidad que su Hijo ha reunido en
torno a sí. Los catequistas como miembros de la comunidad tenemos l tarea de
servir la Palabra de Dios y procurar que encuentre eco en la vida de los que se
forman como cristianos.
El
servicio que la catequesis presta a la Palabra es el mismo servicio que presta
esa acción misteriosa de la gracia. Lo que parece oculto se revela cuando el
anuncio del evangelio lo saca a la luz. Cuando ese anuncio encuentra eco en la
vida de los que se inician y los mueve a la fe, respondiendo a esa gracia que
les precede. Así el creyente reconoce a Jesús, en su propia vida, se encuentra
con Él, y puede recorrer el camino de conversión y fe propio de un cristiano.
La
belleza del evangelio
Que
alegría y que belleza cuando descubrimos que nuestro humilde servicio a favorecido
el encuentro con Jesús y los miembros de nuestro grupo se han llenado de gozo y
han sentido una mayor libertad. Cuando nos dejamos invadir por la alegría e
encontrarnos con <Jesús vivo, salvador, amigo, Maestro y Señor,
experimentamos que el Evangelio es cierto y que posee una fuerza de gracia que
transforma la mentalidad y aun la vida.
Claves pedagógicas
El secreto una buena
catequesis es que sea considerada como una sencilla colaboración con el maestro
interior que abre los ojos de la fe y da el gusto de aceptar a Jesús como
Maestro y Señor.
El Evangelio de Jesucristo
mueve a la fe y a la conversión más por su belleza que por las ideas o normas
que emanan de él. Esta belleza se va descubriendo cuando dejamos actuar al
Espíritu que con la luz de la Palabra revela la presencia de Jesús en la vida d
los iniciados y da testimonio del amor misericordioso del Padre.
Nos preguntamos
¿Reconocemos el protagonismo
del Espíritu en nuestras catequesis? ¿Es motivo de diálogo en nuestras
reuniones de catequistas?
¿Sabemos facilitar la acción
del Espíritu y los misterios de Cristo que propone la Palabra de Dios? ¿Nos
esforzamos en avanzar en una catequesis más espiritual y kerigmática? ¿Qué
formación deberíamos tener?
17. La comunidad eclesial
nos introduce en la comunión trinitaria
“La fe
tiene una configuración necesariamente eclesial, se confiesa dentro del cuerpo
de Cristo, como comunión< real de los creyentes” (LF 22) Esa es la afirmación de
dentro de nuestra comunión cristiana. La
comunión vivida con el Padre, por Cristo y en el Espíritu y también con la con
la comunidad de los creyentes por obra del mismo Espíritu. Educando en la
comunión, la catequesis nos educa a vivir en la Iglesia y como Iglesia (Cf. DC,176)
Catequesis
en la Iglesia
Somos
catequistas por ser miembros de la comunidad cristiana y por estar al servicio
de una tarea esencial para la misma comunidad, la de alumbrar en la fe a los
hijos de Dios.
Al
ser llamados a ser catequistas y dar testimonio de amor, tenemos la convicción
de que solo podemos hacerlo unidos a la Iglesia y que el éxito de nuestra labor
pasa por ayudar a los nuevos discípulos de Jesús a entrar en contacto con la comunidad
eclesial, hasta que lleguen a ser y sentirse miembros de la familia de Dios.
Un
misterio envuelve la comunidad cristiana
Debemos
cuidar no presentar la Iglesia como un grupo más ni como una asociación
internacional, una ONG humanitaria o un grupo ideológico o de amistad y, de
este modo, el misterio que envuelve a la comunidad cristiana les pasa
inadvertido.
Lo
extraordinario de la Iglesia es el misterio que la envuelve. Ella es signo o sacramento
que Dios Trinidad ofrece al mendo para revelar el misterio de amor y hacer
partícipe de él. Cada comunidad cristiana es una porción de la familia de Dios
que el Padre, por medio de su Espíritu de amor, reúne en torno a su Hijo,
Jesús. Y aquellos que participan en de la vida eclesial son los que, por la fe,
han respondido a la convocatoria de la Palabra divina, se reúnen en torno a la
Eucaristía y, al comulgar el Cuerpo de Cristo, son hechos hijos en el Hijo y
hermanos en el Hermano para colaborar con l a venida del Reino de dios.
La
comunidad cristiana es catequesis viviente
“La
comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Siendo lo que es,
celebra, vive y permanece siempre como espacio vital indispensable y primario
de la catequesis” (DGC 141). Al ser lo que es y al realizar las tareas que el Señor
le ha encomendado: predicar la Palabra, celebrar los sacramentos vivir
la vida como servicio y fraternidad, orar al Padre por el bien del mundo…, ella
se ofrece como mediación de esa vida que Dios otorga como gracia a los
discípulos de su Hijo, Jesús.
Poner
en relación con la comunidad eclesial
Poner
en contacto con la vida real de la comunidad es el contenido y el método de la
catequesis. Hemos de esforzarnos para que los que se inician se sienta
convocaos a la comunidad.
Nuestros
encuentro de catequesis ha de ser reflejo, con sus luces y sus sombras, de como
la comunidad cristina media la gracia divina y permite entrar en contacto con el misterio del Dios
-Trinidad que revela a Jesús.
Los
encuentros han de poner en relación la vida eclesial con los anhelos más profundos
y con las experiencias humanas fundamentales que portan los que se inician,
para que así puedan experimentar, de un modo encarnado, la novedad del
Evangelio.
Los
que se inician deben superar el racionalismo y sus propias experiencias subjetivas,
por muy intensas que sean. La catequesis les ha e ayudar a que su experiencia
sea eclesial, es decir, fundada en la fe y en el testimonio de la Iglesia, lo
que les responsabiliza de participar de una manera activa en la vida dela
propia.
Los catequistas somo mistagogos que desvelan
el misterio divino – mediado por Jesucristo - que se hace presente en la vida
de la comunidad cristiana. Como la vida Cristian tiene un carácter sacramental,
el catequista debe acompañar al iniciado con un diálogo mistagógico que ayude a
pasar de su realidad visible al misterio que en ella se hace presente.
Claves pedagógicas
La
Iglesia tiene un carácter sacramental. Ella media el misterio de Dios-Trinidad.
La comunidad eclesial testimonia que Jesús sigue vivo y que, por medio de su
Palabra y la acción del Espíritu, reúne a sus discípulos en torno a sí para que
participen de su relación filial con el Padre y fraternal con los hermanos.
La
comunidad cristina es el método y el contenido de la catequesis. Los
catequistas deben favorecer la relación de los que se inician entren en
relación y participación de la vida de la comunidad. Ayudarles a pasar, por la fe,
de lo visible de la vida eclesial al misterio de Jesucristo, puerta de acceso a
la comunión trinitaria.
Nos
preguntamos
¿Nos
reconocemos y nos sentimos llamaos y enviados por nuestra comunidad? ¿Cómo es
la calidad de nuestra participación en la vida comunidad, de la parroquia?
¿Qué
dificultados encontramos para poner a nuestros destinatarios en contacto con la
comunidad? ¿Qué pasos para facilitar que los que se inician reconozcan el misterio
que habita en la Iglesia?”
18. El kerigma, germen de
unidad e integridad de la fe
“Todas las verdades reveladas
proceden de la misma fuente divina y son creídas con la misma fe, pero algunas
de ellas son más importantes por expresar más directamente el corazón del Evangelio.”
(EG 36) La unidad orgánica de la fe da testimonio de su esencia, última y permite
anunciarla y enseñarla en su inmediatez, sin omisiones o recortes. La
enseñanza, aunque sea gradual y con adaptaciones a las personas y a las circunstancias,
no tiene por qué afectar a su unidad y organicidad. (DC, 178)
Sensación
de complejidad
Los
catequistas cuando preparamos nuestras programaciones tenemos la impresión de
que tenemos “mucha materia que dar”. Los que se acercan a la catequesis piensan
que par ser cristiano hay que saber muchas cosas, cumplir muchos preceptos y
participar en muchas actividades eclesiales. Ello puede fomentar una idea de
que lo complejo de nuestra fe y de los difícil de vivirla. Esto puede afectar a
nuestra labor y pensar que no logramos introducir en toda la verdad cristiana ni
articular todas las dimensiones de la vida de fe.
A
partir del kerigma
Para
superar esta sensación debemos encontrar un centro, un elemento del que brote
toda la vida cristiana, articule todas sus dimensiones y les dé su último
sentido. Ese centro es el kerigma, el primer anuncio.
El
kerigma es como ese grano de mostaza del que os habla el Evangelio (cf. Mt 13,
31-32) El kerigma es trinitario. Por su medio, el Espíritu revela a Jesucristo
vivo y mueve a ofrecer que, a través de su
Pascua, la misericordia de Dios
nos alcanza y nos convierte en hijos suyos. El anuncio es un aconteciendo por
el que Jesús se hace presente. El anuncio nunca se agota, al contrario, late en
todas las tareas de la catequesis.
Organicidad
de a fe
La
catequesis no se reduce a puro anuncio y propuesta. Es preciso que la
catequesis desarrolle toda la potencia de vida de ese núcleo germinal y lo
ofrezca como la luz de Cristo que se proyecta sobre todas las dimensiones de la
vida cristiana. El misterio de Jesús se reconoce en la fe cristina, se entra en
comunión con él al participar en la vida litúrgica y sacramental
De
la Iglesia; se logra ser discípulo suyo cuando se sigue sus huellas; se
comparte su relación filial con el Padre al hacer propia su oración.
La
vida cristiana encuentra en el kerigma su fuente y articulación. A partir del
anuncio kerigmático la catequesis articula
y da coherencia a toda la
actividad iniciática y es la condición
para que los creyentes conozcan a Cristo
y se llenen de gozo y admiración por su misterio salvador.
Al
servicio de la unidad y la integridad
Los
cristianos estamos unidos por una misma fe. Y nadie puede prescindir de algún elemento
de la confesión apostólica sin dar la espala a la comunión eclesial. No obstante,
a la fe común e integra se accede de un modo gradual. La catequesis debe
acomodarse a los pasos que van dando los que se inician.
Proponerles
los misterios de la fe y las mediaciones eclesiales, acompañándolos con paciencia
para que los nuevos discípulos hagan su propia confesión apostólica.
La
receptividad de los iniciados permite que la gracia de divina mueva su libertad
y, por una fe cada vez más madura, logren insertarse en la comunidad eclesial y
tener acceso a los misterios de Cristo que en ella se actualizan.
Claves
pedagógicas
La
confesión de la fe es principio de unidad y se realiza en comunión con la Iglesia.
No es algo teórico, sino lleno de vida, que exige a la catequesis en su
dinamismo iniciático, integridad y completa
conforme con su organicidad .
Sobre
la fe que los discípulos de Jesús han dado al anuncio del Kerigma, la
catequesis trabaja. Y Ella adapta su actividad al proceso de conversión y de fe que el Espíritu provoca en ellos, y de un modo gradual, les introduce en todas las dimensiones de la
vida de fe que les permite entrar en comunión con el misterio de Cristo.
Nos
preguntamos
¿Cómo
es nuestra fe, es integra y plena? ¿Qué aspectos subrayamos y con cuáles
tenemos más dificultades en vivirlos?
¿Nuestra
catequesis están al servicio de la comunión eclesial, dando prioridad al
kerigma y utilizarlo a través de todo el proceso de iniciación?