BREVES NOTAS DE LA CARTA APOSTÓLICA
DILEXI TE
1. «Te he amado» (Ap 3,9),
dice el Señor a una comunidad cristiana que, a diferencia de otras, no tenía
ninguna relevancia ni recursos y estaba expuesta a la violencia y al desprecio:
CAPÍTULO PRIMERO
ALGUNAS PALABRAS INDISPENSABLES
«A los pobres los tendrán siempre con ustedes» (Mt 26,11) expresa el mismo concepto que cuando promete a los discípulos: «Yo estaré siempre con ustedes» (Mt 28,20).
El grito de los pobres
«Yo he visto la opresión de mi
pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus
capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo
[…]. Ahora ve, yo te envío» ( Ex 3,7-8.10).
Existen muchas formas de pobreza: aquella de los que no tienen medios
de sustento material, la pobreza del que está marginado socialmente y no tiene
instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades, la pobreza moral y
espiritual, la pobreza cultural, la del que se encuentra en una condición de
debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos,
ni espacio, ni libertad.<
Prejuicios ideológicos
núcleo incandescente de la misión eclesial, me hace pensar que siempre es necesario volver a leer el Evangelio, para no correr el riesgo de sustituirlo con la mentalidad mundana. No es posible olvidar a los pobres si no queremos salir fuera de la corriente viva de la Iglesia que brota del Evangelio y fecunda todo momento histórico.
CAPÍTULO SEGUNDO
DIOS OPTA POR LOS POBRES
La opción por los pobres
Opción preferencial de Dios por los pobres, una expresión nacida en el contexto del continente latinoamericano y en particular en la Asamblea de Puebla, pero que ha sido bien integrada en el magisterio de la Iglesia sucesivo. [12]Esta “preferencia” no indica nunca un exclusivismo o una discriminación hacia otros grupos, que en Dios serían imposibles; esta desea subrayar la acción de Dios que se compadece ante la pobreza y la debilidad de toda la humanidad y, queriendo inaugurar un Reino de justicia, fraternidad y solidaridad, se preocupa particularmente de aquellos que son discriminados y oprimidos, pidiéndonos también a nosotros, su Iglesia, una opción firme y radical en favor de los más débiles. Antiguo Testamento (cf. Sal 34,7).
Jesús, Mesías pobre
Él «se anonadó a sí mismo, tomando
la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose
con aspecto humano» ( Flp 2,7), «Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo
que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su
pobreza» ( 2 Co 8,9).
Los signos que acompañan la
predicación de Jesús son manifestación del amor y de la compasión con la que
Dios mira a los enfermos, a los pobres y a los pecadores que, en virtud de su
condición, eran marginados por la sociedad, pero también por la religión. «¡Felices ustedes, los pobres,
porque el Reino de Dios les pertenece!» (Lc 6,20).
Muchas veces me pregunto por
qué, aun cuando las Sagradas Escrituras son tan precisas a propósito de los
pobres, muchos continúan pensando que pueden excluir a los pobres de sus
atenciones.
La misericordia hacia los pobres en
la Biblia
«¿Cómo puede amar a Dios, a quien
no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?» (1 Jn 4,20).
(Ex 23,4-5). De todo
esto se trasluce el valor intrínseco del respeto a la persona: cualquiera,
incluso el enemigo, si se encuentra en dificultad, merece siempre nuestra
ayuda.
«Nadie ha visto nunca a Dios: si
nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios
ha llegado a su plenitud en nosotros. […] Dios es amor, y el que permanece en
el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él» (1 Jn 4,12.16). «Les aseguro que cada vez que lo
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).
«Cuando des un almuerzo o una
cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los
vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu
recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los
lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen
cómo retribuirte!» (Lc 14,12-14).
¿De qué sirve si uno de ustedes,
al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les
dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su
cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está
completamente muerta» (St 2,14-17).
«Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios?» (1 Jn 3,17).
CAPÍTULO TERCERO
UNA IGLESIA PARA LOS POBRES
«¡Ah, cómo quisiera una Iglesia
pobre y para los pobres!». [19]
Hay que decir sin vueltas que
existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres». [21]
La verdadera riqueza de la Iglesia
En él se unen el testimonio de
vida en la atención a los necesitados y el martirio.
Los Padres de la Iglesia y los
pobres
San Juan Crisóstomo
42. Así pues, la caridad no es una vía opcional, sino el criterio del verdadero culto.
Cuidar a los enfermos
49.
La compasión cristiana se
ha manifestado de manera peculiar en el cuidado de los enfermos y los que
sufren.
50.
En el siglo XVI, san Juan
de Dios, al fundar la Orden Hospitalaria san Camilo de Lelis fundó la Orden de los Ministros de
los
Las Hijas de la Caridad de San
Vicente de Paúl, las Hermanas Hospitalarias, las Pequeñas Siervas de la Divina
Providencia y tantas otras Congregaciones femeninas se convirtieron en una
presencia maternal y discreta en los hospitales, asilos y residencias de
ancianos.
El cuidado de los pobres en la vida
monástica
Liberar a los cautivos
La Orden de la Santísima
Trinidad, Redención de Cautivos (trinitarios), fundada por san Juan de Mata y
san Félix de Valois, y la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced
(mercedarios), fundada por san Pedro Nolasco con el apoyo de san Raimundo de
Peñafort, dominico.
Testigos de la pobreza evangélica
63.
En el siglo XIII, ante el crecimiento de las ciudades, la concentración de
riquezas y la aparición de nuevas formas de pobreza, el Espíritu Santo suscitó
en la Iglesia un nuevo tipo de consagración: las Órdenes mendicantes.
66.
Santo Domingo de Guzmán,
contemporáneo de Francisco, fundó la Orden de Predicadores con otro carisma,
pero con la misma radicalidad.
La Iglesia y la educación de los
pobres
Que la educación ha sido siempre
una de las expresiones más altas de la caridad cristiana: «La vuestra es una
misión llena de obstáculos pero también de alegrías. […] Una misión de amor,
porque no se puede enseñar sin amar». [56]
69.
En el siglo XVI, san José
de Calasanz, impresionado por la falta de instrucción y formación de los
jóvenes pobres de la ciudad de Roma, en unas salas anejas a la iglesia
de Santa Dorotea en el Trastevere, creó la primera escuela pública popular
gratuita de Europala Orden
de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías este valiente sacerdote como «el
verdadero fundador de la escuela católica moderna, que busca la formación
integral del hombre y está abierta a todos». [58] En
el siglo XVII san Juan Bautista de La Salle, dándose cuenta de la injusticia
causada por la exclusión de los hijos de obreros y campesinos del sistema
educativo de Francia en aquel tiempo, fundó los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, con el ideal de ofrecerles educación gratuita, una sólida formación
y un ambiente fraternal. La Salle veía el aula como un lugar para el
desarrollo humano, pero también para la conversión.
70.
Ya en el siglo XIX,
también en Francia, san Marcelino Champagnat fundó el Instituto de los Hermanos
Maristas de las Escuelas, «sensible a las necesidades espirituales y educativas
de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y a las situaciones de
abandono que vivía particularmente la juventud», [59]
Con el mismo espíritu, en Turín, san Juan Bosco inició la obra
salesiana, basada en los tres principios del “sistema preventivo” —razón,
religión y amor— [60]
71.
Muchas Congregaciones femeninas fueron también protagonistas de esta revolución
pedagógica. Las ursulinas,
las monjas de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora, las Maestras
Pías y muchas otras fundadas especialmente en los siglos XVIII y XIX ocuparon
espacios donde el Estado estaba ausente
Por eso, la escuela católica,
cuando es fiel a su nombre, se convierte en un espacio de inclusión, formación
integral y promoción humana. Así, conjugando fe y cultura, se siembra futuro,
se honra la imagen de Dios y se construye una sociedad mejor.
Acompañar a los migrantes
san Juan Bautista Scalabrini y
santa Francisca Javier Cabrini. Scalabrini, obispo de Piacenza, fundó los
Misioneros de San Carlos para acompañar a los migrantes en sus comunidades de
destino, ofreciéndoles asistencia espiritual, jurídica y material.
Al lado de los últimos
Santa Teresa de Calcuta, :”El fruto del silencio es la
oración; el fruto de la oración es la fe; el fruto de la fe es el amor; el
fruto del amor es el servicio; y el fruto del servicio es la paz” [...].
Carlos de Foucauld entre las
comunidades del Sahara;
a santa Katharine Drexel, junto a los grupos más desfavorecidos de Norteamérica;
a la hermana Emmanuelle
con los recolectores de basura en el barrio de Ezbet El Nakhl, en la ciudad de
El Cairo; y a muchísimos más.
Movimientos populares
«Que incluyan a los movimientos populares
y animen las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con
ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en
la construcción del destino común». [73]
CAPÍTULO CUARTO
UNA HISTORIA QUE CONTINÚA
El siglo de la Doctrina Social de la Iglesia
Carta encíclica Rerum novarum (1891), León XIII Con la encíclica Mater et Magistra (1961) san Juan XXIII
84.
El Concilio
Vaticano II :
«La Iglesia se presenta
como es y como quiere ser, como Iglesia de todos, en particular como la Iglesia
de los pobres». [76]
que «el misterio de Cristo
en la Iglesia es siempre, pero sobre todo hoy, el misterio de Cristo en los
pobres», [77]«Esta
es la hora de los pobres, de los millones de pobres que están en toda la
tierra, esta es la hora del misterio de la Iglesia madre de los pobres, esta es
la hora del misterio de Cristo sobre todo en el pobre».
86. En la constitución pastoral Gaudium et spes, actualizando la herencia de los Padres de la Iglesia , el Concilio afirmó con fuerza el destino universal de los bienes de la tierra y la función social de la propiedad que deriva de ello:Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí. […] La misma propiedad privada tiene también, por su misma naturaleza, una índole social, cuyo fundamento reside en el destino común de los bienes. Cuando esta índole social es descuidada, la propiedad muchas veces se convierte en ocasión de ambiciones y graves desórdenes». [82] San Pablo VI en la encíclica Populorum progressio,
En
la encíclica Sollicitudo rei socialis escribe
también que hoy, vista la
dimensión mundial que ha adquirido la cuestión social, «este amor preferencial,
con las decisiones que nos inspira, no puede dejar de abarcar a las inmensas
muchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre
todo, sin esperanza de un futuro mejor: no se puede olvidar la existencia de
esta realidad. Ignorarlo significaría parecernos al “rico epulón” que fingía no
conocer al mendigo Lázaro, postrado a su puerta (cf. Lc 16,19-31)». [86] «el
trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión
social». [87]
Benedicto XVI en
la carta
encíclica Caritas
in veritate afirma que «se ama al prójimo tanto más eficazmente,
cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades
reales». [88]
Las Conferencias del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Puebla,
Santo Domingo y Aparecida constituyen etapas significativas también para toda
la Iglesia.
Estructuras de pecado que causan
pobreza y desigualdades extremas
Los obispos afirmaron con fuerza
que la Iglesia, para ser plenamente fiel a su vocación, no sólo debe compartir
la condición de los pobres, sino también ponerse de su lado, comprometiéndose
diligentemente en su promoción integral.
“dictadura de una economía que mata el pecado social toma la forma de “estructura de pecado” en la sociedad, que «muchas veces […] se inserta en una mentalidad dominante que considera normal o racional lo que no es más que egoísmo e indiferencia. Este fenómeno se puede definir “alienación social”». [95]
La falta de equidad «es raíz de los
males sociales». [98]
El tema de los lugares, los
espacios, las casas y las ciudades donde los pobres viven y transitan.
La propuesta del Evangelio no es
sólo la de una relación individual e íntima con el Señor. La propuesta es más
amplia: «es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de
amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre
nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de
dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana
tienden a provocar consecuencias sociales. Buscamos su Reino». [105]
La preocupación por la pureza de la
fe ha de ir unida a la preocupación por aportar, con una vida teologal
integral, la respuesta de un testimonio eficaz de servicio al prójimo, y
particularmente al pobre y al oprimido». [106]
Los pobres como sujetos
«Las agudas diferencias entre ricos
y pobres nos invitan a trabajar con mayor empeño en ser discípulos que saben
compartir la mesa de la vida, mesa de todos los hijos e hijas del Padre, mesa
abierta, incluyente, en la que no falte nadie. Por eso reafirmamos nuestra
opción preferencial y evangélica por los pobres». [109]
La Iglesia, que debe valorizar positivamente la manera “popular” que ellos tienen de vivir la fe. «Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. [...] Día a día, los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción humana integral: educan a sus hijos en la fe, viven una constante solidaridad entre parientes y vecinos, buscan constantemente a Dios y dan vida al peregrinar de la Iglesia.[…] Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación». [111]
CAPÍTULO QUINTO
UN DESAFÍO PERMANENTE
El amor a los pobres es un elemento
esencial de la historia de Dios con nosotros y, desde el corazón de la Iglesia,
prorrumpe como una llamada continua en los corazones de los creyentes, tanto en
las comunidades como en cada uno de los fieles.De hecho, cada renovación eclesial ha tenido siempre como
prioridad la atención preferencial por los pobres, que se diferencia, tanto en
las motivaciones como en el estilo, de las actividades de cualquier otra
organización humanitaria.
«Se nos pide dedicar tiempo a los
pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés, acompañarlos
en los momentos más difíciles, eligiéndolos para compartir horas, semanas o
años de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformación de su
situación. No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo de
actuar y con sus palabras». [114]
El buen samaritano de nuevo
En
la encíclica Fratelli
tutti el Papa Francisco nos invitaba a reflexionar sobre la parábola del
buen samaritano (cf. Lc 10,25-37),
El hecho es que muchas formas de
indiferencia que hoy encontramos «son signos de un estilo de vida generalizado,
que se manifiesta de diversas maneras, quizás más sutiles.
Un desafío ineludible para la
Iglesia de hoy
Cuando caemos en la cuenta de que
justamente los pobres son quienes nos evangelizan.
La realidad es que los pobres
para los cristianos no son una categoría sociológica, sino la misma carne de
Cristo. «Una
Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo. Si vamos
hacia la carne de Cristo, comenzamos a entender algo, a entender qué es esta
pobreza, la pobreza del Señor. Y esto no es fácil». [122]
Es necesario recordar que la
religión, especialmente la cristiana, no puede limitarse al ámbito privado,
como si los fieles no tuvieran que preocuparse también de los problemas
relativos a la sociedad civil y de los acontecimientos que afectan a los
ciudadanos. [125]
«La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual […]. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria». [127]
El hecho es que «la falta de
trabajo es mucho más que la falta de una fuente de ingresos para poder vivir. El trabajo es también esto, pero
es mucho, mucho más. Trabajando nosotros nos hacemos más persona, nuestra
humanidad florece, los jóvenes se convierten en adultos solamente trabajando.
La Doctrina
Social de la Iglesia ha visto siempre el trabajo humano como participación
en la creación que continúa cada día, también gracias a las manos, a la mente y
al corazón de los trabajadores». [128]
Dice el libro de los Proverbios: «El hombre generoso será
bendecido, porque comparte su pan con el pobre» (Pr 22,9).
«Pero tú sé indulgente con el
humilde y no le hagas esperar tu limosna, […] que el tesoro encerrado en tus
graneros sea la limosna, y ella te preservará de todo mal» (Si 29,8.12).
Y Jesús retoma esta enseñanza: «Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse
bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo» (Lc 12,33).
El amor es ante todo un modo de
concebir la vida, un modo de vivirla.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 4 de octubre, memoria de san Francisco de Asís, del año 2025, primero de mi Pontificado.
LEÓN PP. XIV
