Sobre la Pastoral juvenil y los nuevos movimientos en la
Iglesia
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En otro momento comenté que las críticas, bien intencionadas,
a estos movimientos de jóvenes en Iglesia Católica eran un alerta para la
reflexión profunda sobre nuestra pastoral juvenil actual: ni la nostalgia del
pasado, ni el pesimismo del presente, ni tan poco la euforia de la actualidad. (Los jóvenes católicos vuelven a casa. 23 de febrero 2024)
viernes, febrero 23, 2024
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Mi reflexión personal era que siendo honesto debemos
reconocer que la convocatoria y la llamada extraordinaria en este movimiento, frente
a la precariedad de los movimientos tradicionales, pero el riesgo es la superficialidad,
eligiendo el formato propio del márquetin del siglo XXI frente a los valores y
propuesta del Evangelio del Señor Jesús.
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Harina de otro costal es el intento de solamente
reconocer las debilidades, errores y
posibles abusos de este movimiento. Con
la probada sospecha de desprestigiar todo lo que tenga que ver con la propuesta
cristiana.
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Grupos como EFFETÁ. EMAUS. HAKUNA. Vistos por opinión laicista. Tardó en llegar pero llegó. “Golpe al 'boom' de Effetá y Emaús: disuelta la falsa congregación
detrás de los retiros católicos 'secretos'
Este tipo de encuentros son uno de los máximos exponentes de
este fenómeno creciente y se trata de retiros secretos cuya primera regla es
que nada de lo que en ellos ocurre debe contarse. Personas que han pasado por
ellos hablan de una gran intensidad emocional y hay quienes incluso aseguran
haber experimentado una conversión casi instantánea.
Emaús y su versión
para adolescentes, La llamada de Samuel, la de entre 16 y 18 años, Bartimeo, y
la destinada a adultos mayores de 30. Esta
tendencia que ha surgido con fuerza en los últimos años y que apuesta por un
formato alejado de las propuestas más clásicas de la Iglesia está ocurriendo a
nivel global y ya en 2019 la estadounidense Katherine Dugan lo calificó por
primera vez de “cristianismo guay” en su libro Misioneros millennials: cómo un
grupo de jóvenes intenta poner de moda el catolicismo. En él describe cómo en
un contexto de progresivo abandono de la religión, se ha dado también un
aumento de la devoción entre algunos jóvenes que con “fuerte vocación
evangelizadora” promueven un catolicismo moderno, estéticamente atractivo y
arraigado a la cultura pop.
Así lo califica la prensa laicista: El catolicismo 'cool'
representa un empeño muy claro en cambiar las estrategias para hacerlas más
adaptables y sensibles a un público joven, a sus gustos y sus contextos y
entronca más claramente con sectores religiosos conservadores y de defensa de
la tradición.
El sociólogo y doctor en Ciencia de las Religiones de la
Universidad Complutense de Madrid (UCM) Rafael Ruiz explica que el “catolicismo
cool” engloba “una amplia variedad de fenómenos” que tienen dos rasgos clave:
por un lado, “un empeño muy claro en cambiar las estrategias” con las que atraer
a la población a la religión para “hacerlas más adaptables y sensibles a un
público joven, a sus gustos y sus contextos”. Y, por otro lado, una procedencia
en términos generales de este tipo de movimientos “que entronca más claramente
con sectores religiosos conservadores y de defensa de la tradición”.
En este tipo de fenómenos se pasa de la liturgia y la
doctrina como centro de la religiosidad a otras alternativas más vinculadas a
la vivencia de la religión, la emocionalidad y el encuentro con Dios y no tanto
la rigidez de las ceremonias tradicionales”. La experta cree que este extremo
es “fundamental” para explicar el éxito de estas propuestas, que toman prestado
este modus operandi de las iglesias evangélicas de Estados Unidos, donde “la
experiencia y la conversión rápida han funcionado muy bien.
“Un empeño muy claro en cambiar las estrategias” con las que
arte a la población a la religión para “hacerlas más adaptables y sensibles a
un público joven, a sus gustos y sus contextos”. Y, por otro lado, una procedencia
en términos generales de este tipo de movimientos “que entronca más claramente
con sectores religiosos conservadores y de defensa de la tradición”.
A Hakuna, Ruiz lo define como “un auténtico fenómeno de
masas” que tiene mucho que ver con este “reencantamiento católico de la
juventud” que convive con la secularización española
En Hakuna, esta coolización (hacer algo moderno o popular)
de la religión viene muy mediada por el uso de las redes sociales y por el uso
de una estética y un lenguaje que entronca con la población más joven. “Hay un
dominio claro de la cultura de Internet y el estilismo y la iconografía de los
carteles, los eslóganes o las proclamas están muy adaptados al marketing del
siglo XXI, con narrativas muy cuidadas y sugerentes que conforman una identidad
visual muy instagrameable”, explica el sociólogo, que hace referencia también a
cómo las letras de las canciones del grupo “pueden conectar con cualquiera”
porque aunque “tienen sentido desde la fe”, parecen seculares.
En Effetá la estrategia es diferente, pero también con
elementos que pretenden generar un gran atractivo entre la población a la que
se dirigen. “En este caso es todo lo contrario, no se usa la transparencia en
redes, sino el secretismo, que muestra a los jóvenes en la ceremonia de cierre,
eufóricos y abrazados, entonando el pegadizo himno del movimiento con banderas
e imágenes de Jesús.
En este sentido, Cornejo destaca otro elemento clave del
“catolicismo guay” que es el de la experiencia:
Para los especialistas consultados es difícil evaluar el
éxito de estos fenómenos en términos cuantitativos, pero sí coinciden en
señalar un efecto que tiene que ver con cierto orgullo identitario de mostrarse
como católicos. “Hay mucho trasfondo de ponerlo en valor, de llevarse bien con
esa identidad y de no avergonzarse”, dice Cornejo. “Frente a una tendencia que
veníamos observando de testimonios de jóvenes que veían su religiosidad
percibida como algo extraño o con prejuicio que les llevaba a ocultarla, estos
movimientos con su visibilidad han logrado cierta normalización”, describe también
Ruiz.
El tiempo, cree el sociólogo, será el que acabe dando más
claves sobre estos fenómenos en expansión con los que algunos sectores
eclesiásticos son críticos. “Una de las cuestiones que se observan es que el
exceso de identificación de la propuesta cristiana con la cultura del
marketing, de la alegría o el neoliberalismo puede acabar orillando otra parte
del cristianismo que plantea una crítica al sistema en el que vivimos y tiene
más que ver con la justicia social o las desigualdades”, esgrime Ruiz, que
también advierte de los posibles prejuicios que suelen asociar juventud a
superficialidad y “en lo que hay también que poner el foco”.