Una mirada a Venezuela desde la Esperanza

Lo que se está viviendo en Venezuela, no es algo que atañe sólo a los venezolanos, es también una realidad
que puede orientarnos a todos para prevenir y superar errores que llevan a situaciones como las que le toca vivir a a
los venezolanos en este momento.
Muchos conocen la extraordinaria riqueza de este país de
Latinoamérica. No sólo sus riquezas
naturales; hierro, oro, petróleo , agua etc. , sino también los valores humanos
que lo caracterizan; la hospitalidad , generosidad y magnifica alegría y
vitalidad de su pueblo.
La pregunta que todos nos hacemos al conocer lo que sucede en
este momento en Venezuela, un tiempo aciago,
de miseria, desesperanza y temor para muchos, de desconcierto, incapacidad y
frustración para casi todos:
¿Qué está pasando? ¿Por qué se llegó a esta
situación?
Es lógico pensar que esto no sucedió espontáneamente, sino que es fruto de años de
irresponsabilidad y no saber tener
puesta la mirada en el bien de todos, sino de unos pocos.
El hecho innegable es que muchos concibieron la esperanza de
que se podían hacer las cosas de otra manera, y engendrar una patria nueva y
buena que atendiera a todos sus hijos y abriera caminos de mayor igualdad,
justicia y progreso.
¿En qué nos equivocamos?
Hay tantas explicaciones como
personas pero hay elementos tercamente presentes que no pueden ser ignorados, y
sólo el miedo, la ideologización y la pertinaz incapacidad de querer encontrar un culpable no los permiten tener en cuenta.
Algunos elementos entre otros muchos serían: habernos
acostumbrado al discurso de que los otros, entiéndase políticos, gobernantes,
etc., son los que nos van a facilitar las cosas, hemos renunciado a nuestra responsabilidad y
compromiso en alcanzar los logros que soñamos con nuestra responsabilidad y
trabajo.
Hemos caído en la trampa de confiar en un populismo que nos
prometía el cielo en la tierra a precio de ganga, que solo nos podía que
confiáramos en ellos, y por supuesto que
votáramos por ellos.
Desde hace mucho tiempo algunos, los más sabios, nos venían advirtiendo que en
la riqueza y en los medios materiales no está el bienestar de los pueblos, que
el trabajo, la responsabilidad y el
esfuerzo comunitario orientado al bien común son las herramientas esenciales
para caminar por el camino de la justicia, la igualdad y el progreso.
En Venezuela hay, hoy por hoy, dos grupos muy definidos;
pero ambos tienen el mismo molde de pensamiento: los culpables son los otros.
Por lo general, quitando
pequeñas islas, de un lado y de otro, la inmensa mayoría sufre la escasez, que para algunos es hambre; el miedo que produce
depresión y angustia; la precariedad del día a día que nos lleva a la
inseguridad, no solo en el aspecto más importan de de la propia vida por la
violencia, la dificultad para cuidar la salud, conseguir trabajo, estabilidad
para la convivencia familiar, social y económica, sino también al pánico de que nos van a imponer un modo de vida que
no hemos elegido.
¿Qué se está haciendo?
Las consignas y promesas se mantienen, los hechos siguen siendo pertinazmente desalentadores.
La novedad está en la inmensa cantidad de venezolanos y de
residentes que abandonan el país, la continua zozobra de no saber qué nueva
estupidez sucederá mañana, el aumento descomunal de la inflación, con la consecuencia
de que cada día los precios crecen de tal manera que los productos básicos se
hacen más inalcanzables y nos roban no solo la vida sino hasta la oportunidad
de poner más empeño en encontrar soluciones.
Permanente las tácticas de distracción y entretenimiento,
amenazas, restricciones, cambios permanentes para permanecer en las parcelas
de poder de un lado y de otro. Y todo ello con lenguajes políticos y sociales
de enfrentamiento, falta de reconocimiento e incapacidad de encuentro.
El deseo de una intervención de extranjera, del refuerzo del
apoyo de sus países amigos y con la ilusión del cansancio y agotamiento de los
otros, es en lo que muchos han puesto su esperanza.
Mientras tanto el pueblo continuamente se renueva, vence la desesperación,
despierta y busca maneras de sobrevivir más allá de las ofertas que le
presentan.
El pueblo venezolano es recio y fuerte ante la adversidad,
es capaz de reinventarse ante la tragedia.
Cuando desoye a los lideres y agoreros de falsedades va
encontrando caminos de reencuentro , de acompañamiento y apoyo para reconstruir
un país que en el fondo sabe que su mayor
riqueza es su gente y la generosidad de un Dios que tanto les quiere.
Por Luis Antonio Prieto Garcia
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