El tema de
la teoría de género fue uno de los temas particularmente afrontados por Papa
Bergoglio, quien afirmó que está de acuerdo con su predecesor Benedicto XVI:
«Esta es la época del pecado contra el Creador».
«En Europa, en América, en América
Latina, en África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones
ideológicas -repitió. Y una de estas, lo digo claramente con ‘nombre y
apellido’, es la teoría de género».
El obispo de Roma también reflexionó
sobre la situación de la parroquia, una estructura «siempre válida» pero que
debe ser renovada. «¡El problema -hizo presente Francisco- es cómo planteo la
parroquia! Hay parroquias con secretarías parroquiales que parecen ‘discípulas
de Satanás’, ¡que espantan a la gente!.
Parroquias con las puertas cerradas.
Pero también hay parroquias con las puertas abiertas, parroquias en las que,
cuando alguien va a preguntar, se dice: ‘¿Sí, sí? Pásele, ¿cuál es el
problema?’. Y se escucha con paciencia».
El Papa subrayó que en la actualidad
ser párroco es cansado, pero «el Señor nos ha llamado a nosotros para que nos
cansemos un poquito, para trabajar, no para descansar». Después contó lo que
sucedía en una parroquia de Buenos Aires: «Cuando los novios llegaban:
‘Nosotros queremos casarnos aquí’. ‘Sí -decía la secretaría- estos son los
precios’. Esto no funciona, una parroquia así no funciona», exclamó.
Creo que
nosotros, en este mundo tan secularizado, también tenemos el otro peligro, de
la espiritualización gnóstica. Esta secularización nos da la posibilidad de
hacer crecer una vida espiritual un poco gnóstica».
Francisco
recordó «que fue la primera herejía de la Iglesia: el apóstol Juan dio de palos
a los gnósticos (¡y cómo, y con qué fuerza!), en donde hay una espiritualidad
subjetiva, sin Cristo. El problema más grave, para mí, de esta secularización
es la descristianización: quitar a Cristo, quitar al Hijo. Yo rezo, escucho… y
nada más. Esto es gnosticismo».
Encontrar, observó, «a Dios sin
Cristo, un Dios sin Cristo, un pueblo sin Iglesia. ¿Por qué? Porque la Iglesia
es la Madre, la que te da la vida, y Cristo es el Hermano mayor, el Hijo del
Padre, que te revela el nombre del Padre. Una Iglesia huérfana: el gnosticismo
de hoy, puesto que se trata de una descristianización, sin Cristo, nos lleva a
una Iglesia, digamos mejor, a cristianos, a un pueblo huérfano. Y nosotros
debemos hacer que nuestro pueblo escuche esto».
El consejo del Pontífice: «La
cercanía. Hoy, nosotros, servidores del Señor (obispos, sacerdotes,
consagrados, laicos convencidos), debemos estar cerca del pueblo de Dios. Sin
cercanía solo hay palabra sin carne». Por ello hay que pasar por las obras de
misericordia, «tanto corporales como espirituales».
«‘Pero, usted dice estas cosas
porque está de moda hablar de la misericordia en este año’… ¡No! ¡Es el Evangelio!.
La cercanía es tocar la carne que sufre de Cristo». Y la Iglesia, «la gloria de
la Iglesia -añadió- son los mártires, claro, pero hay también muchos hombres y
mujeres que han dejado todo y han pasado sus vidas en los hospitales, en las
escuelas, con niños, con los enfermos».
Hablando sobre el asesinato del
padre Jacques Hamel, afirmó: «Ideologías, sí, pero ¿ cuál es la ideología de
hoy, que está en el centro y que es la madre de las corrupciones, de las
guerras? La idolatría del dinero. El hombre y la mujer ya no son el ápice de la
creación, allí han puesto al dinero, y todo se compra y se vende por dinero. En
el centro, el dinero».
«Un gran católico me contó,
escandalizado —continuó—, que fue a ver a un amigo empresario: ‘Te voy a
enseñar cómo gano 20 mil dólares sin moverme de mi casa’. Y con la computadora,
desde California, hizo una compra de no sé qué cosa y la vendió en China: en 20
minutos, en menos de 20 minutos, había ganado los 20 mil dólares. ¡Todo es
líquido!».
Sobre los migrantes dijo que, al
hablar con economistas mundiales, «que ven este problema, dicen: ‘Nosotros
tenemos que invertir en aquellos países’», de los que provienen. «Haciendo inversiones
—explicó— tendrán trabajo y no necesitarán migrar.
¡Pero está
la guerra!». La guerra «de las tribus, algunas guerras ideológicas o algunas
guerras artificiales, preparadas por los traficantes de armas que viven de
esto: te dan las armas a ti que estás contra aquellos, y a aquellos que están
contra ti. ¡Y así viven ellos! De verdad, la corrupción es el origen de la
migración».
Entonces, «¿qué hay que hacer? Yo
creo que cada país debe ver cómo y cuándo: no todos los países son iguales; no
todos los países tienen las mismas posibilidades.