“Nos estamos dando cuenta de que algo debe cambiar” y no es algo trivial. Pero "no es fácil dar entendimiento a quien no tiene actitud".
Vencer la pereza e inercia y aventurarse a escuchar la llamada del Espíritu que renueva todas las cosas.
I. Hacia un nuevo paradigma.
Lectura libre de un artículo de Luis A. Gonzalo Diez, cmf , en la revista Vida religiosa .vol 116
Podemos decir
que, por fin, “nos estamos dando cuenta”. Cuando nos damos cuenta de algo puede
ser el inicio de la verdad, sino nos dejamos llevar de la tentación del
“siempre ha sido así.”
Cambio de paradigma, ¿por
dónde empezar? Por una evidencia: que las cosas han cambiado, y, además, de una
manera significativa. Esto no quiere decir que nada del pasado sirve en este
hoy incierto, ni mucho menos. Tiene que ver con la intuición, que se convierte
en convicción de que las cosas deben cambiar, adaptarse o, aún más, reformarse.
Del jesuita
Baltasar Gracián un pensamiento muy útil, más o menos dice así: “es difícil dar
entendimiento a quien no tiene actitud, pero es más difícil dar actitud a quien
no quiere entender, porque son sordos para oír y no abren los ojos para ver.”
Como en la mayoría de las situaciones problemáticas, el principio para salir de
ellas y progresar es darse cuenta de la situación y querer salir de ella.
Tiene que ver
más con constatar que nuestras apreciaciones ya no son útiles y eficaces, que no
llegan a percibir la realidad y sus prioridades; y esto tiene que ver mas con
la convivencia diaria con
responsabilidad que la simple intuición teórica. Pero cuando “empezamos a
darnos cuenta” se inicia la búsqueda de las razones y se encuentran, inevitablemente, con nuevo
rostro de las personas y la realidad que configuran de una manera bien distinta
las razones profundas de las relaciones y las prioridades.
Vamos a recordar
que no queremos acercarnos a este concepto para rendir culto al “dios de la
sociología, queremos dejarnos guiar por un soplo pneumatológico de este tiempo.
En el campo de la vida pastoral de la Iglesia es un “des-funcionar” la misión y
la comunidad para descubrir la libertad de la entrega. Solo desde la sencillez
y limpieza original podemos descubrir su capacidad de ser alternativa.
Educar la actitud
Quizá la
dificultad mayor estriba en hacer caer
en la cuenta de la necesidad, porque si esta no se percibe, estamos ante un
signo de nuestro tiempo que es la autocomplacencia. La dinámica de estímulos y
respuestas, aunque no ofrecen resultados, obligan reconocer que la primera
necesidad que tenemos, para situarnos en este cambio de paradigma, es “dar entendimiento
a quien no tiene actitud.”En palabras más sencillas para nosotros, No es
malgastar el tiempo que se dedica a la formación y el cuidado de las personas de manera que
experimenten actitudes nuevas que las introduzcan a la frontera del Misterio.
Llegar a comprender que cuando se habla de nuevos escenarios o nuevos retos no
se están haciendo formulaciones de galería sino auténticos principios de
espiritualidad y compromiso.
Para nosotros ,
agentes pastorales, catequistas, ministros, etc., debemos comprender que
nuestra entrega y servicio necesita contexto, cultura, oyentes e interpelación
de la sociedad…Necesitamos recrear la vida en una cultura del encuentro, que es
la misma experiencia de donación total de Jesús que con su vida y su pasión por
cumplir la voluntad del Padre, se hizo uno con los suyos, dejándose comprender
y , por ello, también cuestionar.
Abrir lo ojos para ver
Esto nos ayuda a
entender que aquel cambio de paradigma que resulta ambiguo en su definición y
descripción, se llega a descubrir reactivando la visión. Algo tan sencillo y
milagroso como abrir los ojos para ver,
se convierte así, en el primer signo de fidelidad para nuestro tiempo.
Abrir lo ojos
para ver, profundo significado bíblico, nos permite descubrir que la
realidad no es ajena a la misión, y por
supuesto la misión no es ajena a la realidad; que la constatación de minoridad
no es consecuencia del fracaso o de la infidelidad, sino del signo y la
Alianza; o que la vejez, no es el anticipo de lamerte, sino el del milagro que
Dios que se anuncia siempre en la fragilidad.
Abrir los ojos
para ver, nos permite a los creyentes la capacidad teologal de buscar y gozar
la reconciliación, como único camino para ser anuncio en la sociedad
fragmentada y dividida. Finalmente, abrir los ojos, y mirar con los ojos de Dios, conforme a su cálculo,
caeremos en la cuenta de que la misión tiene que cambiar su dirección, nos
sentimos empujados a las márgenes de la debilidad y la pobreza y, así,
abrazaremos, por fin, una desamortización (deseducación) que nos libere de un
peso institucional que está reduciendo la novedad a pura literatura.
Principio inspirador
Desde un
principio inspirador de libertad, y este desde una lectura de la vida en clave
de misión. No partimos de una necesidad de conservación sino desde una llamada a
descubrir ¿de qué manera nos necesita el Espíritu en esta era? Se trata no de
apuntalas sino transformar.
Solemos ofrecer
respuestas que nos ofrecieron en el pasado y nos fueron útiles en nuestra búsqueda, pensando que serán
siendo valiosas para los demás. La realidad no es así. Como constatamos en las
catequesis, en la formación religiosa, sólo se logra una aparente aceptación , que si bien, puede
parecer armónica, en realidad es amorfa, porque los más jóvenes no hacen su propio trayecto como creyentes.
A quienes son nuestros interlocutores debemos
permitirles que expresen quiénes son, qué quieren, que necesitan y qué sueñan.
En sus vidas tenemos la noticia real del
nuevo paradigma, que está ya presente, para que la vida creyente tenga la
pertinente agilidad y necesidad. Así la fe y el mensaje de la comunidad
recuperará el efecto llamada que, en esencia, nunca ha perdido. Aunque en las formas
haya quedado desfasada.
Llamados a “perder para
ganar”
El centro de la vida
es la misión, asumida y entendida como reto y tarea. Como don y tarea debemos
desde esta perspectiva abrazar un tiempo
nuevo donde sea posible realizar la misión. Para ello hablamos de la necesidad de reconocer y aceptar el nuevo
paradigma, esto, ciertamente, nos obligará a tomar decisiones que nos
desconciertan y duelen. Pero sin la asunción de ese cambio estructural notable,
no garantizamos un principio básico de la generosidad de la vida cristiana: ser
testigos y cauce del kerigma para tiempos presentes y venideros.
Es importante
que comprendamos que debemos dejar para que el crezca, que debemos orar
diciendo de corazón: Señor, ya puedes dejar a tu siervo irse en paz. Pero ha de
hacerse con la esperanza gozosa de haber sembrado y facilitado que la nueva semilla encuentre su tierra, su
abono y su sol en los tiempos nuevos. No hay otro camino para sino asumir el de
ese dialogo eterno que vida y muerte
mantienen desde los orígenes de la creación.
Esto significa
en lo más profundo “perder para ganar”. Hay que volver a la vida sencilla,
limpia y austera para reflejar a Dios. Salir de los esquemas del consumo y
poder para ofrecer a Dios a los hermanos, es una autentica necesidad .
El nuevo
paradigma nos invita desde la fe, a vivir en búsqueda. Solo desde la pobreza de
quien lo espera todo de Quien puede hacer nueva las cosas, descubriremos la
promesa de primavera, no tanto en los datos cuantificables, cuanto en la
calidad de las comunidades y presencias, porque evocaran, con poco medios y
palabras, que la fraternidad gratuita de Dios es el gran signo de nuestro
tiempo a través de nuestra generosidad y servicio.
II Nuevo paradigma.
Utilizo un
artículo de Javier Monserrat como punto de referencia, pero no necesariamente
presento sus aportes, en la revista Vida religiosa .vol 116
El termino paradigma, introducido por Thomas S. Kuhn, ha
sido utilizado ampliamente y de una
manera variada.
“Paradigma es la forma de ligar armónica y lógicamente
en la ciencia el conjunto de evidencias empíricas y el cuerpo de sus
consecuencias deductivas para construir una imagen global unitaria de la
realidad o de algunas de sus partes o regiones de conocimiento.”
Hay momentos
históricos en que el paradigma existente “rechina” porque en el no pueden
integrarse nuevas evidencias surgidas en
el conocimiento (para Kuhn, anomalías científicas , que no pueden integrarse en
el paradigma, tal como ha sido hasta el momento construido).
Pero las
evidencias no pueden negarse y la fuerza dela realidad del conocimiento acaba
por impulsar lo que Kuhn llama el cambio de paradigma: es decir la formulación
de un nuevo paradigma en el que pueda caber con armonía y lógica todo lo que
constituye nuestro conocimiento de la realidad y de la historia. Lo que
había en el antiguo paradigma se integra
en el nuevo, pero reinterpreta en un nuevo contexto de relaciones que supone
asumir los conocimientos de antes pero armonizados con otros nuevos que han hallado su acomodo en el nuevo
paradigma.
Vamos a tratar
de llevar este término al conocimiento del mensaje de Jesús de Nazaret. La teología
cristiana se plantea como llegar al conocimiento de lo que Jesús verdaderamente nos ha revelado sobre Dios, sobre la
creación, sobre el hombre, sobre la historia y sobre la salvación.
El esfuerzo de
delimitar las intenciones de conocimiento
de la teología y de establecer
una metodología especifica de la teología para llegar a ese conocimiento, del
mensaje y de la doctrina de Jesús de Nazaret ha dado lugar en la teología
cristina a un cierto paradigma teológico.
El concepto
epistemológico de paradigma e n nuestro caso lo podemos definir como “una
cierta imagen global y una manera de entender relacionalmente el contenido del
mensaje de Jesús . ( contando con la idea de asistencia/inspiración y de una
cierta hermenéutica).
Epistemología
teológica estudia la forma de razonar de la teología para llegar al
conocimiento del mensaje de Jesús. Establece que hay un factor esencial para
entender el razonamiento teológico: la fe en que Dios se revelado en Cristo. (
la teología cristiana parte del establecimiento de la fe: aceptación de que
Dios está en Cristo. Parte de la fe en Cristo , en que Dios se ha manifestado
para deducir de ella la forma de razonamiento ( método) que lleva a lo que
pretende la teología (intención,
objetivo) a saber, conocer de manera más profunda el mensaje de Jesús de
Nazaret.
Acercándonos a la reflexión
cristiana. Desde el pensamiento teológico
La reflexión
teología cuenta con unos conceptos que le son propios y le permiten realizar su
labor: los conceptos de asistencia/ inspiración y la distinción teológica entre
kerigma y la hermenéutica. La profundización
de estos conceptos nos ayuda a
comprender la necesidad del cambio paradigmático en la Iglesia.
1) Asistencia e
inspiración. La Iglesia desde su origen tuvo clara su misión proclamar el
mensaje de la Buena Noticia de Jesús. Las Palabras de Jesús habían dado origen
a los escritos que debían jugar un papel esencial en transmitir a la historia
la proclamación del mensaje de Jesús. La teología interpretaba esos escritos
(narraciones, evangelios , cartas, apocalipsis…) , no era fácil fijar la
doctrina de Jesús en sus contenidos esenciales para transmitirlos a las nuevas
generaciones. La pregunta clave: ¿Cuál
era el kerigma que la Iglesia debía proclamar?
La Iglesia
estaba persuadida de que Dios se ha manifestado en Cristo y que ella tenía la
misión de transmitir eficazmente su
mensaje (Ella, depositaria de este mensaje que debía transmitir.) Si la Iglesia
tenia esta misión, entonces cabía aceptar (y creer) que la Providencia de Dios debía asistir a la Iglesia en esta
tarea. Esta asistencia debía
manifestarse primariamente en la inspiración de la Escrituras y en la posterior
asistencia a la Iglesia para su
interpretación. Pensemos en el establecimiento del canon de los libros
sagrados, establecimiento básico de la idea Trinitaria de Dios, la naturaleza
humana y divina de Cristo.
2) El Kerigma y
la hermenéutica. La fe cristiana es adhesión personal, existencial e
intelectual a Jesús de Nazaret. La Iglesia se siente depositaria del mensaje de
Jesús.¿ en que cosiste ese mensaje? El kerigma nació como proclamación del
mensaje de Jesús desde la fe ( en el marco de la asistencia y la inspiración). Jesús
había comunicado su mensaje en palabras
y la Iglesia debía también proclamar el kerigma con palabras. ¿Cuál es el
contenido del kerigma, el contenido del mensaje de Jesús? Esta fue una de las
tareas primordiales de la Iglesia primitiva. La Iglesia no podía errar
(inerrancia) en transmitir el kerigma
porque esto haría inviable la voluntad de Dios de hacer presente su
mensaje a lo largo de la historia.
La hermenéutica histórica
del kerigma cristiano.
La Iglesia tenía
muy claro que debía proclamar el mensaje de Jesús, el kerigma, también comprendió que debía atender a la interpretación o explicación del kerigma en el marco de la
creación y de la cultura humana. Esto es lo que llamamos hermenéutica, interpretación [Por hermenéutica entendemos la capacidad de interpretar acorde a unos
parámetros racionalmente validos.]
Pero es algo más
que una tarea necesaria para proclamar el kerigma, es una tarea que se
justifica por el mismo contenido de la fe cristiana: el Dios que se revela en
Cristo era el mismo autor de la creación. Revelación(expresada en el kerigma) y
Creación (expresada en la naturaleza) respondían a un mismo plan de Dios para
la salvación del hombre.
Dios ha hablado
en la forma de Creación, especialmente creación
del hombre,pero también en la Revelación, por Jesús. Dios ha hablado
en el Libro de la naturaleza, pero también en el Libro de la Revelación. Ambos
libros deben contener el mismo mensaje.
Desde antiguo la
Iglesia siempre ha pretendido que su proclamación del kerigma estuviera inserta
en el logos racional del Universo, tal como era conocido por la sociedad y por
la cultura de su tiempo.
La pregunta por el kerigma se responde desde la fe dela Iglesia
recogiendo el mensaje y la doctrina de Jesús. Pero la pregunta por la creación se responde ejerciendo la
pura razón del hombre natural, sin más
apoyo que ella misma en un momento cultural preciso.
La Iglesia
primitiva este acceso a la teología de la creación estaba mediada por la cultura
greco-latina. La hermenéutica no goza de la inerrancia como el kerigma. La
teología fue fundamentalmente
profundización y exposición del kerigma, pero la vía hermenéutica fue dependió
del platonismo y neoplatonismo y también de alguna corriente del
estoicismo. En el siglo VIII la dependencia de la hermenéutica del la filosofía
se hizo mucho mayor , con los sistemas
de la filosofía escolástica; el tomismo, el escotismo y el suarismo.
El paradigma greco-romano y
supervivencia en la Iglesia
Ahora ya podemos
decir que el concepto de paradigma es un término muy apropiado para calificar
el sistema interpretativo (hermenéutico) que se formo en la Iglesia a lo largo
de los siglos.
Es obvio que
este paradigma no se identifica con todo lo greco -.romano , pero se movió
dentro de este mundo de referencia greco-romano. Lo podemos llama paradigma greco-romano.
Este paradigma
interpretó el kerigma cristiano con dos sesgos filosóficos de una importancia
transcendental. El teocentrismo y teocratismo.
Teocentrismo quería decir que el hombre en el mundo, por
el ejercicio de su razón natural, conocía a Dios por una cereza metafísica
absoluta. Dios el centro natural de referencia para su existencia
(teocentrismo)La existencia fuera de Dios no tenia razón, valor, ni sentido
alguno. Imposible un humanismo sin Dios.
Teocratismo, era
la expresión socio-política del teocentrismo constitutivo.
Dios como fuente natural de la autoridad civil y el principio organizativo de
la sociedad y de su orden político. En general, podemos decir que la imagen de
la materia, del cosmos, de la vida y del hombre, estuvo durante siglos
determinada por la imagen filosófica de la filosofía griega.
El enfoque general
de este paradigma ha permanecido durante siglo y hoy sigue siendo un punto de referencia
del que no se quiere de hecho
prescindir.
Hasta fines de
la edad media el paradigma greco-romano
era aceptado pacíficamente. Con la modernidad se mantuvo el mismo paradigma ,siglos XVII al
XIX. A partir del Juan XXIII y el Vaticano II las aguas comenzaron a moverse.
En realidad poco cambio, pero se impuso la conciencia de que había que cambiar
y la fe cristiana debía hacerse inteligible y explicarse dentro de los nuevos
tiempos.
Se propicio una proclamación puramente kerigmática, prescindiera de la
hermenéutica clásica greco-romana. E de la fe desde la misma fe) Con Juan Pablo
II se volvió a favorecer la hermenéutica antigua.
Temas como el evolucionismos o la valoración
matizada del laicismo indicaban que de nuevo había espacio para el cambio. Pero
el paradigma vigente sigue siendo el mismo, aunque no se confíe en el. Se
sigue exponiendo el kerigma con fuerza.
Pero el gran problema es que se habla del kerigma sin mostrar la armonía con el
logos de la naturaleza, que es hoy, en nuestra cultura, el logos de la
modernidad.
La historia fuerza un cambio de paradigma: el nuevo
paradigma
Un cambio en la manera de entender qué significa
ser cristiano y un cambio en la manera de entender la vida religiosa. No se
trata de algo meramente especulativo , es una exigencia moral de la conciencia
cristiana.
¿Por qué la
Iglesia ha encontrado tantas dificultades para
tratar de armonizar la nueva imagen del mundo, con una hermenéutica
apropiada para transmitir el mensaje cristiano?
Una explicación
,pudiera ser que la modernidad produjo una idea del universo que orientó la
ciencia hacia un determinismo mecanicista (reduccionismo) y la filosofía,
fundada en la ciencia , hacia el ateísmo. El enfrentamiento entre un teísmo
dogmatico y el ateísmo naciente igualmente dogmatico, fue el clima de
enfrentamiento. La emancipación progresiva de la tutela de la Iglesia sobre la
sociedad civil, fue el caldo de cultivo para un clericalismo que reaccionaba a
un clericalismo implacable que había durado por siglos. Aislamiento de la
Iglesia, centrada en el kerigma sin el respaldo de una hermenéutica que lo
insertara armónicamente e n el logos de la modernidad.
Una imagen
científico- filosófica y atea y una sociedad al margen de la fe y radicalmente anticlerical fue imposible el
dialogo y el encuentro desde una Iglesia por su parte a la defensiva y sin
alternativa para enfrentar el reto de la nueva cultura.
La propuesta
es reconocer que están dadas las
condiciones para una alternativa al paradigma antiguo comienzan a vislumbrarse.
Como hemos
llegado ha este nuevo clima de acercamiento. La madurez de la ciencia ( y
filosofía)que ya no están vinculadas
necesariamente al reduccionismo sino
a una nueva visión holística del universo, mucho más cercana a la idea de Dios.
La sociedad civil por su parte, en medio de grandes tensiones y
cuestionamientos , está más abierta a
integrar el hecho religioso y las religiones. Podríamos añadir que una tercera
razón para entender el nuevo clima, es
la conciencia creciente de la necesidad
de cambio en el mundo religioso. Se percibe que el momento de hallar un nuevo
paradigma que permita reinstalar el cristianismo en la cultura de la modernidad.
Un cambio
valiente que nos permita entender el kerigma cristiano en la cultura actual,
basta de quedar paralizados y refugiado en el siempre hemos pesado así
(paradigma antiguo).
El paradigma de la
modernidad
Lo primero
afrontado el cambio hermenéutico con humildad , lealtad y apertura que pueda
hacer entendible el kerigma cristiano.
“ La apertura de
la Iglesia a entender que la imagen de la materia, del universo, de la vida,
del hombre y de la historia, que ha tomado forma en la modernidad, representa una ocasión
histórica para entender como ha sido creado el universo por Dios y, en
consecuencia, para entender con mayor profundidad la armonía entre la Voz de Dios de la Revelación en Cristo y la
Voz del Dios de la Creación.
Para el
cristianismo, abrirse a la modernidad no es ceder, darse por vencido, renunciar
a algo que no podemos renunciar, sino que, al contrario, es seguir la exigencia
moral de la conciencia cristiana que se ilumina por el mejor conocimiento del
universo (La voz de Dios de la Creación)
para conocer con más profundidad el
Misterio de Cristo (La Voz de Dios de la
Revelación).
El nuevo
paradigma cristiano podrá superar el teocentrismo antiguo y teocratismo
(socio-político) consecuente. Dios no ha querido una patencia (sic) impositiva de la verdad, vivimos en un
universo enigmático porque ha si ha querido crearlo. La incertidumbre es
nuestro ámbito existencial.
El silencio de
Dios ante el conocimiento y el sufrimiento encuentra un lugar más plausible en
este contexto. Toda posible religiosidad natural o en las religiones
sociales esta mediada por un logos, un
sentido, inevitable: Aceptar un Dios oculto y liberador, a pesar de su lejanía
y silencio.
Este dramatismo
metafísico (inoculado) en la incertidumbre de un universo enigmático estará siempre
presente.
La revelación en
el cristianismo del eterno designio de la creación, dada en la palabras y en lo
hechos de Jesús, es extraordinariamente armónica con nuestra idea del universo, de la materia, de la vida, del
hombre y de la historia, en la modernidad. Esto nos facilita ver en una misma
mirada la Creación y la Revelación .
El Dios
trinitario decide emprender la creación de un universo para un
hombre libre que pueda aceptar, o rechazar, la oferta de amistad divina. Dios
crea un universo en que no impone su presencia y el hombre debe construir su existencia
libre hacia Dios (la santidad) o hacia el rechazo de Dios (el pecado)
El misterio de
iniquidad, Dios no es indiferente este universo de pecado y sufrimiento. El misterio
de la cruz de Cristo manifiesta la voluntad solidaria de la Trinidad para la
Redención, por de este misterio de cruz y resurrección se anticipa la
manifestación escatológica de Dios en su Gloria que producirá unos Cielos Nuevos
y una Tierra Nueva para acoger la liberación final del hombre y de la historia.
El Dios oculto y
liberador, no totalmente ajeno ni extraño al paradigma de la modernidad,
permite proclamar la esencia del cristianismo
representada en el misterio de Cristo y predicado en el Kerigma con una armonía
que supera la estridencia actual, del paradigma antiguo del cristianismo.
Desde una mirada y praxis
cristina coherente
El diseño divino
en la creación busca inclinar la voluntad libre del hombre a la conversión de
su existencia hacia la fe en un Dios oculto y liberador, hacia la esperanza de
la liberación con que ese Dios en correspondencia con el proyecto creído de benevolencia
divina, manifestado en la creación.
Todo hombre
religioso, y el cristiano, mantienen los valores de su naturaleza humana: el
amor, la familia, los hijos, la amistad, las relaciones sociales, el trabajo y
el esfuerzo por crear un patrimonio, el dominio sobre el mundo, la creatividad,
la belleza, el disfrute de la naturaleza y de las oportunidades que ofrece, la
fraternidad humana y el esfuerzo por la justicia, la exigencia natural de
atender a los pobres, débiles, enfermos y necesitados, etc.
El mundo es
recibido como don y tarea pero no es aceptado como dueño y Señor, es referido
al Creador, el único Señor.
Siempre ha
habido hombres que han sentido que esto
no es definitivo porque la vida está
orientada a unos cielos Nuevos y una tierra Nueva, esperando la presencia de un
Dios oculto y liberador, que ha salvado
la historia.
Y sin detenernos
en diferentes modos en que se ha expresado y vivido esta esperanza siempre a
prevalecido la búsqueda de armonía con la realidad desde la espera entrachable
de la meta.
Pero nunca ha
estado, tan poco ausente, que esta llamada interior , de esta afirmación de que
la idea de Dios es armónica y congruente con la realidad está acompañada
por acción extraordinaria del Espíritu.
Esto posibilita
un horizonte de sentido donde la vida
enel mundo se entiende entonces como búsqueda de Dios y como Misión a
realizar bajo el amparo de la fuerza del Espíritu.
Con el inicio de
la modernidad esta idea de que Dios representaba la armonía esencial del
universo se resquebrajó: la indiferencia religiosa, la agresividad contra la religión
dominante, el gnosticismo, el ateísmo, fueron algunas razones. El paradigma
antiguo (greco- romano) entro en una contradicción grave con el paradigma de la
modernidad (científico-mecanicista)
La voz del Espíritu
y la misión transformadora se hicieron marginales y sospechosas. Pero es verdad
que la debilidad de nuestra condición humana es sostenida por la fuerza divina
y el kerigma ha permanecido intacto aun con el lastre de no encontrar el logos apropiado
para dar razones de esa fe.
Conclusión
Comenzábamos
diciendo que por fin “nos estamos dando cuenta de que algo debe cambiar” y no
es algo trivial. Y decíamos también que no es fácil dar entendimiento a quien
no tiene actitud, pero hemos intentado motivarnos para que crezca nuestra
capacidad de vencer la pereza e inercia y aventurarse a escuchar la llamada
del Espíritu que renueva todas las cosas. Otro punto, ya más difícil, será entender
y vivir en coherencia este nuevo paradigma cristiano que tanto necesitamos.