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miércoles, noviembre 22, 2023

El nuevo paradigma de la Catequesis

 El nuevo paradigma de la catequesis: Un itinerario válido en el camino del anuncio y de la proposición de la fe, como también de la respuesta libre y gozosa de los fieles.

·       La palabra de Dios tiene la primacía en toda la labor evangelizadora; en la catequesis es el eje y el camino para el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que constituye el objeto fundamental de todo el itinerario catecumenal que se encuentra a la base de todo proceso iniciático.

“Toda la evangelización está fundada sobre la Palabra de Dios, escuchada, meditada, vivida y testimoniada” (DC283).

·       Proclamar con parresia el primer anuncio, el kerigma, que “es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre” (EG 164).

Todo cristiano debe “dejarse llevar por el Espíritu en el camino del amor, de apasionarse por comunicar la hermosura y la alegría del Evangelio y de buscar a los perdidos en esas inmensas multitudes sedientas de Cristo” (GE 57).

·       El encuentro con Jesucristo, que realizamos a través de las Escrituras, nos lleva a la Eucaristía donde el Señor nos reclama que pongamos en acto el mandamiento del amor. Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de nuestra vida, que viene a nuestro encuentro y camina nuestro lado alimentándonos con el Pan de vida. De ahí la importancia de la participación activa en la celebración dominical de la Eucaristía, que ha de convertirse en el centro de la vida cristiana.

  •       La participación directa y permanente en la comunidad cristiana, que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, transmite, da razón, anima y fortalece la fe. La comunidad constituye la forma visible de la Iglesia, pueblo santo de Dios, que actúa en nombre de Cristo que es su cabeza. La comunidad cristiana recibió el mandato misionero, de tal manera que todos sus miembros: obispos, sacerdotes, miembros de la vida consagrada y fieles laicos, son responsables de su cumplimiento.

El mensaje que debemos transmitir es el kerigma, la buena noticia: el amor de Dios que nos cubre permanentemente con su misericordia y nos concede el perdón de nuestras faltas, para librarnos de la muerte eterna, se mostró en toda su grandeza en la encarnación, vida predicación, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Señor.

·       Siempre atentos, nunca olvidar que, en nuestra misión, en el mensaje que transmitimos no estamos solos, puesto que contamos con la luz y la presencia del Espíritu Santo, “verdadero protagonista de toda acción eclesial” (DC 23), que nos guía para que responsamos al amor de Dios y colaboremos con nuestra salvación.

 ·       Mucho de los que decimos sobre nuestra misión de discípulos misioneros exige una auténtica conversión pastoral a nivel personal y comunitario, y así nos lo recuerda continuamente el ministerio del papa Francisco. Debemos poner en marcha con profundo ardor misionero el nuevo paradigma de la catequesis, con el fin de que podamos formar auténticas comunidades, donde todos los fieles puedan participar, se sientan acogidos y sean alimentados por la Palabra y la Eucaristía.

·       Esta es la meta que debe alentar y alegrar nuestra entrega y generosidad: empeñarnos con entusiasmo a formar pequeñas comunidades, en donde se viva la comunión y la participación con profundo sentido de sinodalidad.

Queremos construir una sociedad justa y solidaria donde se defienda y se cuide la dignidad de todo ser humano, se deje de lado la injusticia, la desigualdad, y cualquier manifestación de corrupción e igualmente se respete la casa común y haya una justa y equitativa distribución de los bienes que Dios ha puesto a la responsabilidad de cada uno de nosotros. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de catequizar para la vida para que todo actuar cristiano sea una expresión de su amor al Señor y de una auténtica opción referencial por los pobres.

·       Toda esta extraordinaria esperanza y realidad, de alguna manera, ya está presente en la Iglesia y es recogida por el nuevo Directorio para la Catequesis. Allí se habla de la catequesis en clave kerigmática y misionera y del impulso que va tomando en las iglesias la catequesis de iniciación a la vida cristiana (Cf. DC 65).

 Se sugiere que para lograr una coordinación de la catequesis con las demás actividades pastorales evangelizadoras sería oportuno que en las diócesis se establezca una Comisión de iniciación a la vida cristiana en la que confluyan la pastoral del primer anuncio y la catequesis, la pastoral litúrgica y la Caritas, las asociaciones y los movimientos laicales. Sugiere, además,

La pastoral diocesana deberá ofrecer orientaciones comunes para la iniciación a la vida cristiana, ya sea en forma de catecumenado para los no bautizados, ya sea como inspiración catecumenal de la catequesis para quienes ya han recibido los sacramentos, pero se encuentran alejados de la fe, pero sin dejar de lado el constante y necesario acompañamiento de quienes viven con alegría su compromiso bautismal.

·       La renovación de la catequesis apunta a procesos que  marquen toda nuestra existencia , con itinerarios catequísticos bien definidos, pues la vida cristiana no puede reducirse  a determinados momentos, por importantes que sean como es la recepción de los sacramentos, sino que involucra a todo nuestro ser, nuestra libertas, nuestra voluntad, nuestra inteligencia, nuestras actividades, de tal manera que  la fe, nos transmite la comunidad cristiana, nos exige  un comportamiento y una coherencia de vida  que se traduzca  luego en participación activa en la sagrada liturgia y el amor sincero al Señor, vivido y expresado  a través del ejercicio de la caridad. El gran reto que se nos presenta al realizar la misión eclesial es precisamente la de catequizar para la vida.

·       Todo esto exige una verdadera formación de catequistas para que vivan su vocación de discípulos misioneros y puedan acompañar con su testimonio de vida a todos aquellos que les confía la Iglesia. Necesitamos procesos de formación permanente que refuercen la labor catequística.

La figura de María madre de Jesús y madre de la Iglesia nos inspira y acompaña. Escuchemos su invitación: “hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).

María la perfecta discípula como la presentó Jesús: “¡Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan!” (Lc11,27-28)!

María estrella de la nueva evangelización: “Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste el Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregad al Eterno, ayúdanos a decir nuestro “sí” (DC 288).



miércoles, noviembre 01, 2023

La mujeres en la Iglesia

 


Mujeres con una misión

Amazonía.  Ahí, sumergida en lo profundo de la vivencia eclesial, experimenté con fuerza la misión de las mujeres en la Iglesia
Tantas y tan diversas, aportando con osadía, ternura y radicalidad y desde la vivencia persistente de un amor que permite recrearlo todo. En ese lugar, sentí con insistencia la presencia de la Ruah y confirmé que Dios me quería visibilizando la vida y la historia de otras mujeres.
Por eso me decidí a releer la misión de las mujeres en la Iglesia, hacer una relectura en clave femenina del espíritu sinodal, narrar la historia de diez mujeres que han participado en Asambleas Sinodales y desde ellas, aportar claves para la formación de mujeres en Sinodalidad.
mujeres_iglesia

Gratitud y reconocimiento

Me gustaría que los lectores, al adentrarse en cada una de las historias que narro, trajeran a la memoria el rostro, la vida, la historia de otras mujeres, tantas anónimas que son el alma de muchos procesos eclesiales y que se animaran a visibilizarlas, a agradecerles.  Me gustaría que surgiera una cadena de visibilización y reconocimiento de la misión de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia.

Mujeres

¿Cómo ve la situación de la mujer en la Iglesia? ¿Qué expectativas tiene hacia el futuro sobre el tema?

En la dinámica sinodal de la Iglesia la Vida Consagrada femenina tiene aspiraciones loables, que no surgen de una ambición de poder o un sentimiento de inferioridad, tampoco de una búsqueda egolátrica de reconocimiento, brotan de un deseo de vivir en fidelidad al proyecto de Dios, que mira a su pueblo y le otorga dignidad de hermanos. La aspiración es a la participación y a la corresponsabilidad en los discernimientos y en la toma de decisiones. Que se abran causes reales para acoger la contribución femenina.

Es cierto que en los lugares más fronterizos de la sociedad y de la Iglesia, hay mujeres consagradas, pero urge que no se les invisibilice o se les excluya de las estructuras, los espacios y los ministerios a los que ellas también aspiran y en los que alcanza plenitud su responsabilidad como bautizadas. Se trata de conversión, de despertar modos relacionales más inclusivos y respetuosos de la diversidad, abiertos al aporte y las perspectivas femeninas.

Misionera

Un "Sígueme" permanente  

Para muchos el debate frente al rol de la mujer en la Iglesia está en las facultades y acceso a los ministerios ordenados, para otros son más importantes los nombramientos en cargos de responsabilidad y están quienes afirman que el tema es solo una visión reduccionista frente a todo lo que puede hacer la mujer. ¿Qué opina al respecto? ¿Qué camino considera puede adoptar la Iglesia frente a este anhelo de las mujeres?

En el corazón de la Iglesia, fluye la diversidad.  Sensibilidades, carismas, vocaciones, ministerios y Dios llamándonos a todos, convocándonos a un permanente: Sígueme.

Y en ese estallido de pluralidad, aparece la Vida Religiosa, que surge para ser mística, misión y profecía, preludio de un estilo capaz de combinar contemplación y acción; opción por lo común y soledad fecunda; vida en trascendencia y pisadas arraigadas a toda tierra; seguimiento a Jesús y contracorriente frente a los ídolos de turno.  Este libro no sólo pone nuestra mirada en la mujer, sino que valora de manera especial el don de la mujer consagrada.

La Vida Consagrada convidada a la misión de la Iglesia, está hoy, especialmente permeada de debilidad, experimenta envejecimiento, escasez de vocaciones, sobrecarga laboral y muchos desafíos apostólicos que surgen de un exceso de institucionalización, y por eso, desde su pequeñez, está llamada a recorrer un itinerario de conversión que la disponga al encuentro, con procesos de reforma auténticos. Tendrá que abandonar la tentación de suponer que ella, encarna un estado de vida superior a los demás y deberá vaciarse de actitudes autorreferenciales, egoístas e individualistas.

La Iglesia, para ser realmente casa de acogida, debe convencerse de que la verdadera reforma vendrá del encuentro con Jesús, al eco de la Palabra de Dios y en la asimilación de actitudes auténticamente evangélicas.

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Ser palabra y testimonio

¿Cuál es su mensaje para las mujeres consagradas de tan diversas formas a Dios (Jóvenes, profesionales, madres, esposas, campesinas, lideresas) que luchan a diario y no cuentan con el suficiente reconocimiento? Desde luego su invitación a leer el libro "Con ellas: mujeres consagradas en el Espíritu de la sinodalidad"

El aporte femenino entraña una riqueza fruto de la propia configuración de la identidad, que dispone para trabajar en cooperación y desde la experiencia de sentir-pensar; en flexibilidad para buscar alternativas allí donde abunda el caos, desde la empatía y las habilidades comunicativas para generar relación y vínculo en lo cotidiano; desde la disposición solidaria a colaborar, a tejer redes y generar sinergias, en apertura para buscar respuestas y novedosos cauces de solución, en resiliencia para resistir en medio de situaciones difíciles, desde el gozo para propiciar la celebración y prolongar la fiesta.

Estamos convocadas en este hoy de la historia a ser palabra y testimonio que le abra caminos al Espíritu, a cuidar de todo lo frágil y germinal, a priorizar las relaciones y el cuidado de la vida, a pronunciar palabras proféticas que abran caminos de transformación. Sumergidas en las culturas están invitadas a las fronteras, a los límites.  Y las mujeres consagradas estamos llamadas al desborde misionero, coraje apostólico y para ello se necesitará que acontezca una auténtica renovación de las estructuras, fruto de la necesaria conversión pastoral.

Las invito a leer “con ellas”, porque les pertenece, porque es suyo y porque es un libro inconcluso, necesitado de cientos de más historias de mujeres que puedan ser valoradas y visibilizadas

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